El pasado sábado fui a ver ‘Como Dios manda’ en el Kinépolis Diversia. Una película dirigida por Paz Jiménez, con guion de Marta Sánchez y Gonzalo Bendala, protagonizada por Leo Harlem (Leonardo González Feliz, Matarrosa del Sil, León, 1962). Una comedia “políticamente incorrecta” (a la francesa, como “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?”), muy simpática. Un estricto funcionario del Ministerio de Hacienda es enviado a Igualdad. Te la recomiendo si quieres pasar un buen rato.
He lamentado mucho el fallecimiento de Nuccio Ordine, el ensayista italiano más reconocido del momento. Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023 por su defensa de las humanidades y su compromiso con la educación y los valores enraizados en el pensamiento europeo más universal, además de otros 25 galardones; experto en el Humanismo renacentista y en Giordano Bruno, sus mensajes deben seguir con nosotros.
Como homenaje, he vuelto a leer sus dos obras más aclamadas: ‘La utilidad de lo inútil’ (2014), en el que reivindica maravillosamente las Humanidades como la única vía para convertirnos en auténticos ciudadanos, y ‘Los hombres no somos islas. Los clásicos nos ayudan a vivir’ (2023), en el que profundiza en su dimensión moral frente a la mercantilización de la experiencia humana.
La educación es el ascensor social y el profesor Ordine lo ejemplificó como pocos. Nacido en un ambiente muy humilde (una familia en la que nadie había estudiado, una casa sin libros, un pequeño pueblo y remoto sin librería ni biblioteca), estudió con enorme esfuerzo y llegó a ser docente en la Universidad de Calabria en Rende, fellow de Harvard (Centro de Estudios Italianos del Renacimiento) y del Alexander von Humboldt Stiftung, escribió once libros y recibió ocho doctorados Honoris Causa (entre ellos, el de la Universidad Pontificia de Comillas en 2022). Le esperábamos este año en España, en un curso de la UIMP (‘Qué nos enseñan los clásicos’, 21-25 de agosto, Palacio de la Magdalena) y para recoger su Premio en el Teatro Campoamor, en Oviedo (20 de octubre). Ha fallecido a los 64 años tras un derrame cerebral. Una de las figuras más cultas, en el mejor sentido de la palabra, de la Historia reciente.
‘La utilidad de lo inútil’ es un manifiesto de poco más de 150 páginas (120, si excluimos el ensayo de Abraham Flexner) cuyo título parte de un oxímoron muy aristotélico: es inútil lo que no aporta beneficios y, sin embargo, “útil es todo aquello que nos ayuda a ser mejores”. “Hoy en día Europa se asemeja a un teatro en cuyo escenario se exhiben cotidianamente sobre todo acreedores y deudores”. Como Shylock en ‘El mercader de Venecia’. El derecho a tener derechos (Arendt) queda a la hegemonía del mercado. “Antiguos políticos hablaban incesantemente de costumbres y de virtud; los nuestros sólo hablan de comercio y de dinero” (Rousseau).
“El saber constituye por sí mismo un obstáculo contra el delirio de omnipotencia del dinero y el utilitarismo”. El conocimiento es lo único que no puede corromperse, como nos enseñó Sócrates. “Es doloroso ver a los seres humanos, ignorantes de la cada vez mayor desertificación que ahoga el espíritu, entregados exclusivamente a acumular dinero y poder”. “La poesía—nos recuerda una vez más Ionesco—, la necesidad de imaginar, de crear es tan fundamental como lo es respirar. Respirar es vivir y no evadir la vida”. “Un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños” (Mario Vargas Llosa, al recibir el Premio Nobel).
“Lo sublime desaparece cuando la humanidad, precipitada en la parte baja de la rueda de la Fortuna, toca fondo. El hombre se empobrece cada vez más mientras cree enriquecerse”. “La libertad, se dice, es capaz por sí sola de alimentar los sentimientos de las almas nobles, de dar alas a la esperanza” (Pseudo-Longino). Una idea humanista desde Giordano Bruno a John Maynard Keynes.
“La cultura, como el amor, no posee la capacidad de exigir—observa con razón Rob Riemen—. No ofrece garantías. Y, sin embargo, la única oportunidad para conquistar y proteger nuestra dignidad humana nos la ofrece la cultura, la educación liberal.”
Tras la introducción, en la primera parte Ordine se centra en la literatura. “¡Oh, utilidad increíble de lo inútil!” (Víctor Hugo, Los miserables). Nos habla de un relato autobiográfico de Vincenzo Padula, de una anécdota de Foster Wallace (que leía a sus alumnos al inicio de cada año académico), de Cien años de soledad (los pescaditos de oro del coronel Aureliano Buendía). “Es probable que el acto creativo que da vida a lo que denominamos literatura se base precisamente en esta simplicidad, motivada tan sólo por un auténtico gozo y ajena a cualquier aspiración al beneficio. Un acto gratuito, exento de finalidad precisa”. Una idea presente en Dante y Petrarca, en la Utopía de Tomás Moro (1516), en La ciudad del Sol de Tommaso Campanella (1623), en Francis Bacon (La Nueva Atlántida), en La isla del tesoro de Stevenson (“el ser es más valioso que el tener”), por supuesto en El mercader de Venecia de Shakespeare como encarnación del capitalismo salvaje: “El hombre que no tiene música en sí mismo y no se mueve por la concordia de dulces sonidos, está inclinado a traiciones, estratagemas y robos; las emociones de su espíritu son oscuras como la noche, y sus afectos, tan sombríos como el Erebo: no hay que fiarse de tal hombre. Atiende a la música”. Y por supuesto Aristóteles en su Metafísica, frente a las contradicciones de Platón con su modelo del “filósofo-rey”. En Ovidio, en Montaigne, en Kant: el gusto por lo bello es desinteresado. En Leopardi, en “un siglo soberbio y estúpido”, el XIX; en Gautier, “todo lo que es útil es feo, como las letrinas”; en Baudelaire: “el hombre útil es espantoso”; en Bocaccio, en García Lorca (“es imprudente vivir sin la locura de la poesía”). Y por supuesto en Don Quijote y en Dickens (Tiempos difíciles). En Heidegger, en Zhuang-Zi y Kazuko Okakura (la esencia de la vida), en el teatro del absurdo de Ionesco (el ser humano actual como presa de un “fanatismo delirante o de cualquier rabia colectiva”), en Italo Calvino (lo gratuito es esencial), en Emil Cioran (Breviario de podredumbre).
‘La Universidad-Empresa y los estudiantes-clientes’ es la segunda parte del libro. Progresiva degradación, secundarización de la universidad por retirada económica del Estado de la enseñanza y la investigación básica. Aprendizaje “agradable”, sin sacrificios. Las clases como “juegos interactivos” superficiales. Clientelismo de los estudiantes (Simon Leys). Universidades que maximizan beneficio y profesores-burócratas. ¿Dónde están los ideales? “La crisis no se supera cortando los fondos para la cultura sino duplicándolos” (Víctor Hugo, Asamblea Nacional Francesa, 1849). Desaparición programada de los clásicos de la filosofía y la literatura, cuando… el encuentro con un clásico te puede cambiar la vida. “La enseñanza implica siempre una forma de seducción”. Desaparecen las librerías históricas y las bibliotecas.
Tercera parte: Dignitas hominis, amor, verdad. “Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices” (Montaigne). En la dignidad, la ilusión (engaño) de la riqueza y la prostitución de la sabiduría. Desde Pico della Mirandola, sabemos que la esencia de la dignidad humana se basa en el libre albedrío. León Battista Alberti dedicó todo un libro a mostrar las ventajas de las letras para llegar a la virtud. Amar para poseer mata el amor (Orlando furioso, El Quijote). El Amor no puede ser enjaulado (Rilke). “Sólo la conciencia de estar destinados a vivir en la incertidumbre, sólo la humildad de considerarse seres falibles, sólo la conciencia de estar expuestos al riesgo del error pueden permitirnos concebir un auténtico encuentro con los otros, con quienes piensan de manera distinta que nosotros.” La pluralidad es una inmensa riqueza y no un peligroso obstáculo.
¡Qué belleza, qué bondad, qué verdad hay en este texto!
‘Los hombres no son islas’ es un canto a la solidaridad humana a través de los clásicos. “Ningún hombre es una isla” (John Donne). Una cita muy actual en una Europa que pone muros, con un Mediterráneo “en el que se acumulan cadáveres de migrantes adultos y de niños inocentes”, en el que el 1% de la población mundial acumula el 82% de la riqueza. Francis Bacon conectó la solidaridad con la bondad, que es un “bálsamo”.
Virginia Wolf (Las olas) escribió: “No creo en la separación, no somos individuales”. La humanidad es océano; el individuo, ola”. Ya sabes por quién doblan las campanas. Walt Whitman: “Nos hemos conocido ya, nos hemos mirado, estamos seguros,/ vuelve en paz al océano, mi amor,/ yo también soy una parte de ese océano, mi amor, no estamos muy lejos el uno del otro,/ contempla la vasta redondez, la cohesión de todas las cosas, ¡qué perfectas son!/ Mas en cuanto a mí, en cuanto a ti, el mar irresistible va a separarnos,/ nos mantendrá apartados una hora, mas no podrá hacerlo eternamente, /no te impacientes—espera un momento—sabe que yo saludo al aire, al océano y a la tierra,/ todos los días al atardecer, por ti, mi amor.”
Séneca y Cicerón nos enseñaron la importancia de vivir para los demás. Pero no son los únicos: Saadi de Shiraz: “Todos somos hombres creados de la misma fuente”; Montaigne: “Considero a todos los hombres como mis compatriotas”. La auténtica amistad no tiene otra base que la libre elección del otro. La amistad es un “santo lazo” basado en la conversación y la comunicación, fuentes de placer.
‘El Rey Lear’: el ansia de bienes y de poder es autodestructivo. Xavier de Maistre: ‘Viaje alrededor de una habitación’ (1795): “Somos un montón de desdichados”: “el hombre se compone de un alma y de una bestia. Estos dos seres son absolutamente distintos, pero [están] tan encajados el uno en el otro, o el uno sobre el otro, que es necesario que el alma tenga cierta superioridad sobre la bestia, para poder establecer la distinción.”
Tolstoi (¿Qué hacer?) nos anima a ponernos al servicio del prójimo y de la utilidad colectiva de la humanidad. Un objetivo magnánimo basado en una ley natural. Saint-Exupéry (El Principito) nos enseñó a “ver con el corazón” como valor de la felicidad. Corazón de niñ@, muy distinto del de los mayores: domesticar como crear lazos. “Ver con el corazón” requiere tiempo.
Tras esta introducción que abarca un tercio de la obra, Nuccio Ordine comenta varios de sus clásicos favoritos: las Sátiras de Ludovico Ariosto, la Metafísica de Aristóteles, La Nueva Atlántida de Francis Bacon, El jardín de senderos que se bifurcan de Borges, La ópera de cuatro cuartos de Brecht, la Expulsión de la bestia triufante de Giordano Bruno, Os Luisiadas de Camoens, No es rey quien posee un reino, sino quien sabe reinar de Campanella, la Carta a Louis Germaine de Camus, Contra el libelo de Calvino de Sebastián Castellion, El jardín de los cerezos de Chejov, la Fuga de la muerte de Paul Celan, El orador de Cicerón, El corazón de las tinieblas de Conrad, el Infierno de Dante, el Galateo de Giovanni della Casa, Los virreyes de Francesco de Roberto, Ninguna fragata de Emily Dickinson, el Suplemento al viaje de Bouganville de Diderot, las Devociones para circunstancias inminentes de John Donne, Las antigüedades de Roma de Joachim de Bellay, los Cuartetos de T. S. Elliot, el Lamento de la paz de Erasmo, la Carta a Cristina de Lorena de Galileo, el Encomio de Helena de Gorgias, el Odio a los indiferentes de Gramsci, El viejo y el mar de Hemingway, Sidharta de Herman Hesse, Casa de muñecas de Ibsen, el Discurso sobre la servidumbre voluntaria de Éttiene de la Boétie, La Princesa de Cléves de Mme. de Lafayette, la Brevísima relación de la destrucción de las Indias de Bartolomé de las Casas, Nathan el Sabio de Gotthold Ephrain Lessing, Alejandro o el falso profeta de Luciano de Samóstata, Viaje alrededor de mi habitación de Xavier de Maistre, Recomendaciones para la formación de una biblioteca de Gabriel Naudé, Aurora. Pensamientos acerca de los prejuicios morales de Nieztsche, Pensamientos de Pascal, Cartas familiares de Petrarca, El Satirícón de Petronio, La música y el Teseo de Plutarco, Cartas a un joven poeta de Rilke, El gallo de oro de Juan Rulfo, los Poemas de Safo, la Función moral de la Inquisición de Paolo Sarpi, las Epístolas morales a Lucilo de Séneca, El Rey Lear de Shakespeare, la Defensa de la poesía de Phillip Sidney, Sobre la mente heroica de Giambattista Vico y Las olas de Virginia Wolf. 51 joyas de la cultura universal.
En su libro más reciente, Ordine nos traslada su amor a los clásicos y nos contagia de él. A fe que lo consigue.
Grazie, maestro Ordine, por enseñarnos tanto! Un maestro como él te cambia la vida.
En Página 2, una entrevista a Nuccio Ordine en Roma. “Los gobiernos siempre llevan a cabo recortes en la cultura porque piensan que son cosas inútiles, porque no producen beneficios. Pero se equivocan. En cierto modo, si se recortan los fondos de los colegios y las universidades, los gobiernos destruyen el futuro del país, ya que aniquilan la excelencia y la posibilidad de formar a las nuevas generaciones”. “Dejaremos una sociedad sin identidad, una sociedad en la que el espíritu de una gran parte de los jóvenes sea como un desierto. Porque si nosotros no mantenemos viva la cultura, la sociedad se deshumanizará y perderá su identidad”.
https://www.rtve.es/play/videos/pagina-dos/pagina-2-entrevista-nuccio-ordine/2187130/
De un compatriota suyo, Paolo Conte, ‘Via con me’. “Via via/ Vieni via con me/ Entri in questo amore buio/ Non perderti per niente al mondo,/ Via via/ Non perderti per niente al mondo/ Lo spettacolo d’arte varia/ Di uno innamorato di te”.
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