Sábado Santo de descanso. Estoy viendo en Movistar+ ‘La Historia al descubierto’, una serie de documentales francesas sobre episodios recientes de la Historia (la guerra fría, el nazismo, las subprime, Vietnam…), que demuestra aquello de Mark Twain: “No es lo que no sabes lo que te mete en líos, sino lo que das por cierto y no lo es”.
Ayer, en ‘El Economista’, I. Flores titulaba su artículo ‘La productividad baja en España el triple que en el conjunto de la eurozona’. La reforma de las pensiones prevé un constante aumento de la productividad nacional del 1,5% anual hasta 2050. Visto lo visto, eso no va a ocurrir.
La caída de la productividad española desgraciadamente es constante desde la crisis económica 2008-2013 y en el periodo previo a la pandemia (2017-2018) hasta 2022 triplica la de la eurozona según Eurostat. España tiene el 94% de la media europea (UE-27). ¿Las causas? Muchos trabajos (que no empleos) de bajo valor añadido, una Administración pública elefantiásica y un mercado laboral rígido. Si España está en el 94,2, Alemania en el 102,2, Italia en el 105 y Francia en el 111,4 puntos. España tiene la productividad más baja de los grandes países europeos.
En el último lustro, España ha perdido ocho puntos de productividad. Prácticamente el triple del 2,6 de la Eurozona. Bruselas, que monetariza trimestralmente los resultados españoles, ha suspendido sistemáticamente a España respecto al rendimiento de su fuerza laboral. En 2019, le pidió a Pedro Sánchez que creara el Comité Nacional de Productividad. Evidentemente, este proyecto no se llevó a cabo.
Si comparamos la productividad española con la del “tigre celta”, Irlanda, la diferencia es abismal. 215,8 unidades, más del doble que la media europea.
¿Por qué la productividad española es tan baja y sigue bajando?
- Por mala selección de talento. Si no se eligen personas más productivas, el problema es de raíz. La atracción y selección debe ser profesional y no amateur.
- Por bajo nivel de compromiso. Recordemos que el talento es capacidad por compromiso en el contexto adecuado. El “quiet quitting” (renuncia silenciosa) es una realidad palpable.
- Por mala calidad directiva. En lugar de líderes-coaches, capaces y comprometidos en que sus colaboradores ofrezcan su mejor gestión, muchos jefes son tóxicos. El Liderazgo suele brillar por su ausencia.
- Por escaso aprovechamiento de la tecnología, que debería ser para elevar la productividad, por desconfianza de los mandos intermedios y la alta dirección.
- Por falta de Estrategia, de Dirección por Objetivos y de KPIs (Indicadores Clave de Rendimiento). Si no mides, no consigues.
- Pésima comunicación: ni reconocimiento (feedback), ni asertividad, ni escucha atenta. Descoordinación entre departamentos, el Comité de Dirección dista mucho de ser un Equipo de Alto Rendimiento.
- Poca flexibilidad del mercado laboral.
Tratar de que una empresa sea rentable sin que los empleados sean productivos, la cultura corporativa sea innovadora y el trato con el cliente, excelente es una quimera.
El tema musical de hoy es, de nuevo, ‘Aquí estoy yo’ de Luis Fonsi, con Aleks Syntek, Noel Schajris y David Bisbal.
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