Viernes Santo en la Playa del Inglés, con una temperatura inmejorable.
He estado leyendo el último libro de mi buena amiga Diana Orero, una de las mentes más creativas que conozco: ‘FU-TURISTA. ¿Inteligencia artificial o estupidez humana?’ De Diana he comentado en este Blog libros anteriores, como ‘Inspiritismo’ o ‘Todo cuenta’.
Estoy con Diana: un mundo nuevo necesita palabras nuevas, y ella las crea como nadie. Si pensamos en el futuro, ¿por qué planificamos nuestras vacaciones (para muestra, un botón) mejor que nuestra propia vida? Toda una declaración de intenciones para que el futuro sea como lo deseamos.
La autora dedica el libro quienes creen en un mundo mejor (de creer y de crear). “Lo importante no es lo que pasa en internet, sino lo que pasa en nuestra cabeza cuando estamos en internet” (imaginemos en el metaverso). La ley propone y el software dispone. No dejarías a tu hijo de 9 años sólo por Hong-Kong, pero sí con una tablet… que viene a ser lo mismo. “Dicen que en el amor todos somos principiantes, pues en el uso de la tecnología, también. Sin embargo, ya hay cosas que sí sabemos y que son importantes tener en cuenta.” Si el siglo XX ha sido el de los “Recursos Humanos”, el XXI será el de las “Relaciones Humanas”.
La primera parte del libro trata de cómo nos relacionamos con la tecnología y cómo nos afecta esa relación. “Gracias a ella podemos hacer de forma más rápida y barata prácticamente todo, desde encontrar pareja (Tinder) a viajar (Booking), comprar (Amazon), vender (Wallapop) encontrar u ofrecer trabajo (LinkedIn) o trabajar (Zoom)”. Pero nos ha vuelto zombis. En El Louvre hay más gente de espaldas a la Monna Lisa haciéndose un selfie que contemplándola.
Somos “homo algoritmus”, aprendemos por asociación y nuestro comportamiento es como un algortimo (B. J. Fogg, Universidad de Stanford) con tres ingredientes: motivación, habilidad y disparador. En función de cómo nos sentimos, construimos nuestra identidad. Por ello, la simplicidad cambia comportamientos.
Diana distingue, como hormonas, la dopamina (la del placer) y la serotonina (la de la felicidad). El neuroendocrino Robert Lustig ha demostrado que son circuitos diferentes… y que preferimos el placer. “La hiperestimulación de la dopamina explica también muchos de nuestros comportamientos en la red.” La repetición de pensamientos segrega dopamina (David Bohm).
El medio es el mensaje (McLuhan). Los medios modifican el modo de pensar y hasta el mismo cerebro (sus conexiones neuronales). ¿Habría existido Sócrates en tiempos de sSiri?
Las apariencias no engañan; te engañas tú. La relación con la tecnología, que antes era vertical, ha cambiado totalmente (Diana pone como ejemplo Alexa, que parece inofensiva). Internet ha hecho con el tiempo lo que Dalí con los relojes: los distorsiona. Y lo ha hecho también con el espacio. Estamos en la dictadura del “like”.
A diferencia de las máquinas, no somos multitarea. El multitasking es como el alcohol. Y online hacemos cosas que no nos atreveríamos a hacer offline. “Ya lo dijo Alejandro Sanz: “Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser”.
Stop in the name of love (y en el de nuestro bienestar), nos propone Diana Orero. Tenemos que parar. La interacción atrapa. Aunque nos creemos anónimos, los datos nos delatan. Sin sentido crítico, la tecnología es peligrosísima. Y nos hace tomar decisiones “por defecto”.
La segunda parte del libro trata de cómo usamos la tecnología para relacionarnos con los demás. Necesitamos recuperar la empatía (Diana se refiere a Zimbardo y el experimento de la cárcel de Stanford). “Internet hace más fácil hacer el mal, pero también hace más fácil prestar ayuda o hacer el bien.” Nunca ha sido tan fácil ser un héroe… o un villano”. Colaborar nos hace humanos.
Y la tercera sobre cómo debemos eficazmente la tecnología: como un medio, nunca como un fin.
Gracias, Diana, por tan profundas reflexiones sobre la Humanidad Aumentada.
La canción de hoy, ‘Alegría de vivir’, por la barbería del sur.
La entrada FU-TURISTA, por Diana Orero. ¿Inteligencia artificial o estupidez humana? se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.