Gran Canaria nos está regalando un tiempo excelente, a diferencia de lo que está sucediendo en buena parte de la Península. Ayer, vuelo desde Madrid al aeropuerto de Gando a las 6,30 de la mañana, llegada puntual a las Islas Afortunadas y, desde entonces, playa, piscina, jacuzzi, etc. Una maravilla.
En el trayecto estuve disfrutando de una maravilla de libro, el nuevo de Rosa Montero: ‘El peligro de estar cuerda’. Ya sabes que Rosa es una de mis escritoras favoritas. He comentado en este Blog obras suyas como ‘La buena suerte‘ o ‘La ridícula idea de no volver a verte‘. Ahora nos sorprende -y nos engancha- con una especie de autobiografía en la que desnuda su alma valientemente y desvela su proceso creativo para mostrarnos en cierto modo el sentido de la vida. Autenticidad en primera persona, por una de mis columnistas preferidas (junto a Carmen, Imelda, Irene e Isabel en el Top 5).
No me atreveré a resumir una obra maestra de tal nivel, Sin embargo, quiero ofrecerte algunas pinceladas para que te animes a adentrarte en este ‘Peligro de estar cuerda’:
- Dedica el libro a toda la “cadena de valor” (Michael Porter): a sus editoras españolas y extranjeras, a la Agencia Literaria Carmen Ballcells en pleno, a sus traductores, a los libreros, a los bibliotecarios y, por supuesto, a sus lectores. “Sin vosotros, yo no existiría. Sois mi familia de tinta y de palabras”.
- Ser rar@ no es raro. “Todos guardamos en el fondo de nuestro corazón alguna divergencia”. Por otro lado, “ningún genio fue grande sin un toque de locura” (Séneca). Una de cada cuatro problemas en el planeta sufre de problemas de salud mental. Crisis de pánico: Rosa cuenta el caso de Virginia Wolf. “Cuanto más me gusta la idea de lo que vas a escribir, más medio te da de no estar a la altura de tu musa”. ¿Quién ganará, la obra o la locura?
- Soy multitud. “El yo es un movimiento en el gentío” (Henri Michaux). La autora repasa casos de impostura literaria hasta llegar al traductor (en lenguaje de signos) del funeral de Mandela.
- Los entomólogos no lloran. Rosa nos recuerda su entrevista a Doris Lessing para El País (1997), que reproduce al final del libro. Joseph Conrad, Simone de Beauvoir y “el fantasma de los familiares muertos”. Demasiado dañino. “Crear es no llorar más lo perdido que se sabe irrecuperable”.
- Estupor (burbujas en la nuca) e impostura (como ha sufrido ella). El rechazo social como algo que físicamente duele (David Eagleman). No hay dolor tan insoportable como el psíquico, como el que sufrieron Alda Merini o Nietzsche.
- Elogio de los inmaduros, porque el cerebro tarda en madurar. Rosa Montero se refiere a las PAS (Personas Altamente Sensibles), ese 15% que equilibra a otro 15% de psicopatoides y narcisos.
- La suya, como la de Proust, es “una familia lamentable y magnífica”. “El esfuerzo inútil conduce a la melancolía” (Ortega y Gasset).
- Una musa malvada. Los artistas son en general unos adictos: al tabaco, al café, a las drogas, al alcohol… Ser novelista es una actividad estrafalaria. Rosa nos cuenta la historia de Carmen Laforet y su novela Nada, de Kata Millett y su Viaje al manicomio. “Todos tenemos claro que escribir nos salva”. Los artistas como “yonquis de la intensidad”; “No quiero ir nada más que hasta el fondo” (Alejandra Pizarnik, también suicida). Rosa Montero comparte la historia de Silvia Plath, su matrimonio un 16 de junio, y su triste final tras hundirse poco a poco.
- Finalmente, la preciosa historia de Juan Pablo Jovellanos, profesor en una universidad americana, y su hermana Bárbara. La esperanza en el amor. “Hemos coqueteado. Hemos jugado a gustarnos. Y hemos decidido probar. Estoy muerta de miedo (…) Sí, voy a arriesgarme porque todavía circula la sangre por mis venas, porque mi cerebro sigue sin haber madurado por completo, porque Bárbara lo imaginó para mí y porque quisiera morir estando viva. Y eso es todo, y es nada”. Valiente de principio a fin.
Gracias, Rosa, por esta apasionante defensa de la diferencia y de la vida, porque de eso se trata.
La canción de hoy, ‘Perfect’ de Ed Sheeran.
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