RESET. Ayer mantuve un almuerzo cara a cara con uno de los directivos más interesantes de nuestro país al que me une una relación profesional y una amistad personal desde hace siete años. Hablamos del Liderazgo TCV (Tras el CoronaVirus), un Liderazgo que desde la Neurociencia se debe medir y analizar, porque lo dicho y no hecho conduce al cinismo. La pandemia nos debe llevar al siguiente nivel, para aprovechar las oportunidades desde un mejor vínculo con el cliente (la tecnología está para eso, para servirle mejor), desde un tratamiento integral del servicio y las soluciones, desde la iniciativa y el “content marketing” cuando tantas personas y empresas se sienten perdidas. Los nuevos tiempos de crisis medioambiental, sanitaria, económica y de empleo ofrecen enormes oportunidades si conceptos poderosos como la Confianza, el Equipo, el Compromiso y el triángulo Tecno-Talento Flexible se toman en serio. Para ello hemos de destacar en el ework y en el Moonshot thinking.
Anoche estuve viendo en La 2 ‘El apartamento’ de Billy Wilder (1960). Una sátira sobre las organizaciones jerarquizadas y la falta de mérito.
C. C. Baxter (Jack Lemon) es un ambicioso empleado de una aseguradora de Manhattan. Vive soltero en un modesto apartamento que presta a sus jefes para sus citas amorosas. Así consigue medrar hasta que se enamora de la ascensorista (Shirley MacLeane), que resulta ser amante del gran jefe (Fred MacMurray). El dilema ético está servido. Optó a 10 Óscar y obtuvo cinco (entre ellos Mejor película y Mejor director), así como tres Globos de Oro (comedia, actor y actriz). Una de las mejores cintas de la historia del séptimo arte. Sesenta años después, ¿tan parecidas son nuestras empresas?
Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965), escritor y periodista ligado a El País desde hace 20 años ha publicado ‘El encuentro (Y si Cervantes y Shakespeare se hubieran conocido)’, una obra de 100 páginas que imagina un diálogo en Valladolid entre el Bardo y el creador de El Quijote en tiempos de paz entre Felipe II e Isabel I de Inglaterra.
Como “la curiosidad es el arma más afilada a esgrimir por los escritores” (estoy seguro de que Teresa Viejo, maestra de la curiosidad, está de acuerdo con tal afirmación), Cervantes y Shakespeare se interesan por las obras del otro. Principalmente por Hamlet, el atormentado príncipe de Dinamarca, y por El Ingenioso Hidalgo. Advierten lo que ambos genios tienen en común (su admiración por Aristóteles, las sombras que les interesan, el rico manantial de la inspiración), sus respectivas rivalidades (con sus amigos Christopher Marlowe y Lope de Vega), el valor del talento natural que desafía las reglas, el amor por Italia (Romeo y Julieta, Julio César, Otelo, El mercader de Venecia, en el caso del Bardo; la estancia en Roma para trabajar con Monseñor Acquaviva en el caso de Cervantes). Shakespeare admira de su contraparte española “esa bondad que en casi todos los personajes sostiene. Me asombra el poco rencor, pese a su sufrimiento, que su literatura desprende”. El nuestro es el país de la envidia, del cainismo, pero no del rencor. Cervantes considera que Shakespeare “no se ahorra guardarnos brutalidad” (así resulta de impactante). ¿De dónde obtuvieron su ingenio? De la experiencia (gran maestro), de las lecturas, de la observación. Del aprendizaje, en suma.
Hubo un proyecto común. El del enamorado Cardenio, personaje de El Quijote, relato inverso de Romeo y Julieta. Fue representada en 1613 (la primera parte de El Quijote, como sabes, es de 1605), se perdió y ha sido parcialmente restaurada en 2007 por Gary Taylor. El tema es el amor prohibido.
Jesús Ruiz Mantilla concluye: “Entre las escasas pruebas por el momento disponibles a nuestro necesitado alcance y el licencioso atrevimiento de mi imaginación, queda retratada la singular conversación mantenida por estas dos figuras en su, quién sabe, más posible que improbable encuentro”.
Gracias, Jesús Ruiz Mantilla, por este ingenioso diálogo entre dos de los más grandes literatos (como novelista, como dramaturgo y poeta). He tenido el honor y el placer de escribir sobre ambos, y por ello de estudiarlos en la medida de lo posible. A Cervantes y El Quijote en ‘En un lugar del talento’ (2003), tercera parte de la trilogía de ‘La sensación de fluidez’.
y al Bardo en ‘Shakespeare y el Desarrollo del Liderazgo’, en la trilogía de Erasmo y Leonardo, con prólogo del CEO y director de teatro Derek Spencer.
El libro de Jesús Ruiz Mantilla, publicado este mes de abril, me ha recordado una deliiosa película de Inés París, ‘Miguel y William’ (2007), que también narra un encuentro entre estos dos genios. Nuestro inplvidable Juan Luis Galiardo, el único actor junto con Peter O’Toole que interpretó al ingenioso hidalgo y al manco de Lepanto, Elena Anaya, Will Kemp. Una cinta deliciosa.
Shakespeare y Cervantes, Cervantes y Shakespeare, desde sus comedias y sus tragedias, desde las andanzas y el idealismo de un héroe maravilloso que persigue un ideal, nos enseñan a LIDERAR EN LA INCERTIDUMBRE. Ama, no lo que eres, sino aquello en lo que te puedes llegar a convertir.
Ayer elegí el tema ‘September Morn’ de Neil Diamond para abrir el mes. Hoy te ofrezco la versión francesa de su amigo Gilbert Becaud (1927-2001), ‘C’est en Septembre’.
C´est en septembre
Quand les voiliers sont dévoilés
Et que la plage tremble sous l´ombre
D´un automne dé-bronzé
C´est en septembre
Que l´on peut vivre pour de vrai
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