Ya estamos en septiembre. Un septiembre especialmente extraño, porque “nos habían vendido” hace seis meses que tras el confinamiento vendría “la normalidad” y aquí seguimos esperando al Godot de la vacuna. La puesta en escena del presidente del Gobierno en la Casa de América (el ritual de Sánchez, como los que escenificaban José María Aznar en Quintanilla de Onésimo (Valladolid) , José Luis Rodríguez Zapatero en Rodiezmo (León) y Mariano Rajoy en Soutomaior (Pontevedra). Cada uno, con los suyos para sentirse fuertes. El de ayer me hizo pensar, por una parte, la enorme dificultad del Liderazgo de pasar de los eslóganes a los hechos (¿qué quiere decir en realidad “España puede”? Evidencia un instinto de poder y no de servicio). De otra, que en una Economía intervenida en la que más de la mitad del PIB pasa por el estado a los dirigentes del IBEX les “toca” asistir a estos eventos. Me ha recordado a los interproveedores de una gran empresa de distribución en la mente de todos que, o tratan de vender más allá de su gran cliente o estarán demasiado controlados. En fin, nos queda Neil Diamond y su “september morn”. Es hora de despertar y tomar las riendas del destino propio y colectivo. Hagámoslo desde un replanteamiento estratégico.
En Psychology Today, el Dr. Anthony Silard (que ha sido docente en Harvard, Stanford, Georgetown y el IESE) nos escribía sobre El optimismo y el pesimismo respecto al fin de la pandemia.
Se refiere el Dr. Silard a un estudio de dos economistas, David de Mesa (London School of Economics) y Chris Dawson (Universidad) sobre más de 1.600 respuestas anuales desde 1991 a 2009, una base de dos décadas. A la pregunta “¿El año que viene le irá mejor o peor financieramente?” han logrado establecer una relación entre optimismo y bienestar. El informe añade luz a la cuestión de cuándo acabará el coronavirus, sorprendentemente.
De un lado, quienes mejor predijeron su situación financiera a un año vista eran las personas más felices. Anticipar y acertar da bienestar. Es mejor, nos cuenta Anthony Silard, la actitud “sunny side of life”
que el gruñón “no funcionará” de Glum en ‘Los viajes de Gulliver’. De cenizos está el mundo lleno.
Y el segundo hallazgo, aún más impactante. Los pesimistas sufrieron un 37’2% más distrés (estrés del malo) que l@s realistas, l@s que acertaron en sus predicciones (porque se marcaron objetivos ambiciosos y fueron a por ellos); los optimistas, que fallaron por exceso, un 11’8%. Casi el triple. Así de terrible es el pesimismo como estilo explicativo de la realidad (ya sabes que, para su análisis del optimismo inteligente, Martin Seligman parte del concepto de “indefensión aprendida”).
Ya sabes que las personas optimistas viven de media 12 años más que las pesimistas. Tienen más bienestar, son más felices, disfrutan más y mejor de la vida. El Dr. Anthony Silard nos recuerda que la mal llamada “gripe española” de 1918 produjo 50 millones de muertos. La consecuencia de una actitud devastada tras la I Guerra Mundial.
Gracias, Dr. Silard, por darnos a conocer estas investigaciones.
‘La destrucción o el amor’, como el libro de poemas de Vicente Aleixandre nacido en el periodo de entreguerras:
“La vida es una vívida corteza
No te acerques, porque tu beso se prolonga como el
choque imposible de las estrellas
juncos de verde sangre que ahora nace
donde la tristeza sacude su melena de vidrio
Ni los peces innumerables que pueblan otros cielos
son más que las lentísimas aguas de una pupila remota
como ondas sobrepasándose hasta derribarse en el seno
espejo hacia el cenit que repugna las luces
Tu corazón tomando la forma de una nube ligerapasa sobre unos ojos azules
Ámame como el vestido de sedaa su quietud oscura de noche
un mar como dos labios sobre la arena (…)
el amor era el chocar de los rayos crujientes
sobre los cuerpos humanos derribados por tierra
como la gaviota que en medio de la noche
tiene un color de sangre sobre el mar que no existe
como la dura piedra que los besos encienden”
Amarse a un@ mism@ (Libertad y Responsabilidad), amar a l@s demás (Empatía, Compasión y Generosidad), amar a una sociedad y un estilo de vida (Liderazgo). Fluir, Influir y Confluir. Lo demás vendrá por añadidura. Porque es muy posible que refuerce decisivamente el sistema inmune, personal y colectivo.
Comencemos por el optimismo inteligente, no el ingenuo. Con medirlo (Seligman nos aporta un valioso cuestionario, en castellano y en inglés), con desarrollarlo (coaching), con aprovecharlo más y mejor para ser felices.
‘Til I love you’, la romántica balada de Barbra Streisand y Don Johnson:
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