Anoche vimos una película de 2018 que se nos había pasado en los cines ‘Todos lo saben’, protagonizada por Penélope Cruz, Javier Bardem y Ricardo Darín, escita y dirigida por el iraní Asghar Farhadi (autor de ‘El viajante’, Óscar a la mejor película de habla no inglesa). Buenas interpretaciones, guión muy flojo, peli inconclusa. No te la recomiendo (costó 11 M $ y, a pesar de inaugurar el Festival de Cannes, recaudó 17 M $).
Mi hija Zoe sigue con la colección ‘Comprender la Filosofía’ y hoy me ha prestado el libro correspondiente a Foucault (Poitiers, 1926-París, 1985), escrito por Joaquín Fortanet Fernández, profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza. Espléndido texto.
El profesor Fortanet considera, y un servidor con él, que 35 años después de su muerte el pensamiento de Foucault es más valioso que nunca. Si Kant nos exhortaba con el “Atrévete a pensar”, Foucault lo hizo con “Piensa diferente”. Nos llegó con el aroma contestatario del mayo francés y ha crecido desde entonces para ofrecernos nuevas posibilidades de acción y de libertad. Podemos dividir su obra (9 libros) y sus cursos en el College de France (1970-1984) en cinco bloques:
- Pensar el desorden: Una historia de la locura (1961). “La enfermedad mental es un invento reciente”. Cada época de la historia la define a su manera. Por ejemplo, el contraste entre Don Quijote (el valor, la nobleza, el amor, la libertad, el honor) y Sancho: lo razonable. “La locura no tiene tanto que ver con la verdad y con el mismo como con la verdad de uno mismo”. “Los locos ya no caminan, no emprenden viajes, no enseñan nada”. Los encierros en los hospitales se debieron al espacio dejado por las leproserías, a la emergencia de la Razón (Descartes) y al modelo de exclusión. ¡Qué actual. Los locos no sirven las normas y hoy se diagnistican por el DSM.
- Pensar el orden: Una historia de las ciencias humanas. Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas (1966). Hay dos órdenes posibles del lenguaje: literario y científico. Analiza los discursos culturales a lo largo de la historia y proclama: “El hombre ha muerto”. “El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento”. Como ejemplo del nacimiento de las Ciencias Humanas, elige Las meninas de Velázquez (1656). El trabajo, la vida y el lenguaje se han convertido en objetos principales. Se ha borrado el ser humano en tanto realidad epistemológica; se ha colocado e lenguaje en lugar del hombre (Foucault observaría fascinado los discursos durante esta pandemia).
- Las verdades del poder. “El poder no se posee; se ejerce”. Vigilar y castigar (1975). Del método arqueológico al genealógico de Nietzsche: la base del método son las relaciones de poder. “Castigar con una severidad atenuada, quizá, pero para castigar con más universalidad y necesidad”. De la tortura medieval al encierro en cárceles, fábricas, hospitales, colegios y ahora en nuestras propias casas “por nuestro bien”. Las instituciones generan relaciones de disciplina. La prisión como paradigma del poder disciplinario. Una concepción del poder en cinco postulados: propiedad, localización, subordinación, acción y legalidad (en el “estado de alarma”, resulta sumamente interesante cómo se ejerce frente al poder autonómico y la Carta Magna). Tras el poder pastoral (la confesión), el soberano (el suplicio) y el disciplinario o panóptico (las instituciones), aparece un cuarto: el biopoder, sobre la vida (la seguridad, higiene y libertad). Visionario hace casi medio siglo. “Donde hay poder, hay resistencia”. Ya, pero hemos convertido la resistencia en un late night de Broncano y una serie de televisión.
- El biopoder y la gestión de la vida. Dits et escrits (1994 y 2001). La sexualidad revela el poder y la verdad. “En todos los tiempos y probablemente en todas las culturas la sexualidad se ha incorporado a un sistema de coacción”. Es la “medicalización de la sociedad”, el saber de los médicos. En El nacimiento de la biopolítica, Foucault escribió: “Se trata de multiplicar el modelo económico de la oferta y la demanda para hacer de él un modelo de relaciones sociales”. De la perversión de la vida en economía al renacimiento de la economía en vida (¿no es eso el talentismo?). Para ello, había que volver a los antiguos griegos.
- La ética de la resistencia. En sus últimos 10 años de vida Foucault combinó sus cursos en Berkeley con los del Collège de France y salió a la búsqueda de una nueva filosofía crítica. Reformuló las preguntas kantianas: “¿Qué puedo saber?”, “¿Qué debo hacer?”, “¿Qué me está permitido esperar?”, “¿Qué es el ser humano?” y llegó a la conclusión de que “Cuidar de un@ mism@ es darse reglas para el compromiso político” desde la parresía, el ejercicio de la palabra en el ágora: sinceridad sin restricciones, con libertad absoluta. Es la “ontología histórica de nosotr@s mism@s”. Pensar de otro modo; la filosofía como arte de la indocilidad meditada y la inservidumbre voluntaria.
El libro nos regala además un glosario de 25 términos foucaultianos y una estupenda bibliografía sobre Foucault, de Deleuze y Blanchot a Gros y Veyne.
La canción de hoy, de Bad Bunny, es ‘Callaíta’. La historia de una chica que, tras sufrir una relación tóxica, decide mostrar su lado más salvaje.
Brytiago ha conectado las siete etapas del duelo (Elizabeth Kübler-Ross) con canciones de este trapero boricua:
- Negación: “MIA”
- Confusión: “Qué Pretendes”
- Ira: “Amorfoda”
- Culpa: “Otra Noche en Miami”
- Tristeza: “Triste”
- Aceptación: ” Vete”
- Superación: “Estamos Bien”
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