Estamos viviendo la primavera más extraña de nuestras vidas. Ayer, un San Isidro pasado por agua (eso no es novedad) confinados sin plan, con un Estado de excepción prolongado que sirve para anular de facto el poder de las autonomías. A la hora de la verdad, con el coronavirus, centralización sin diálogo con un lenguaje orwelliano (cogobernanza, desescalada, reconstrucción). Dios nos coja confesados.
Esta mañana Amy Edmonson, experta en Liderazgo, autora de ‘La Organización sin miedo’ (2019) y profesora de Harvard (Cómo convertir a un grupo de extraños en un equipo) compartía en Twitter una nota del CEO de Microsoft de antes de ayer: “Piensa en el confinamiento lo que se ha perdido”.
Satya Nadella señalaba que aunque la productividad de los profesionales de Microsoft parece que ha aumentado con la pandemia, no hay que celebrarlo en exceso. Sí, las reuniones virtuales son de mayor puntualidad (puede ser que menos extensas), si bien se echa de menos el par de minutos de antes y después en el que las personas conectan. “Se ha reemplazado un dogma por otro dogma” y eso afecta al agotamiento (burnout), a la seguridad psicológica (el gran concepto de la Dra. Edmonton para la cohesión del equipo), al estado de ánimo. ¿Cómo se mide eso en la productividad?
¿Cómo conecta trabajar en remoto con lo que en About My Brain llamamos “una organización RICA” (Rendimiento, Innovación, Colaboración, Agilidad)?
Hablando de estado de ánimo, en la web de Psychology Today el Dr. Austin Perlmutter, autor de ‘Lavado de cerebro’ (2020) se refería al estado de ánimo, la memoria y el sistema inmune, vital durante esta pandemia en su artículo de ayer.
Perlmutter se refiere a la microglía, una serie de células en el sistema nervioso central relacionadas con la defensa inmunitaria. Son esenciales para combatir el Alzheimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, la meningitis o la demencia por VIH. El término es de 1920 y fue acuñado por el Dr. Pío del Río Ortega, discípulo de nuestro premio Nobel y padre de la Neurociencia Santiago Ramón y Cajal. La microglía es responsable de la fagocitosis (eliminación de desechos: virus, bacterias, células muertas o deterioradas y otros residuos), el mantenimiento de la homeostasis (equilibrio), la reparación de daños, la presentación de antígenos (anticuerpos) y la citotoxicidad (mediante la liberación de peróxido de hidrógeno y ácido nítrico).
Una microglía saludable es esencial para nuestra cognición, para nuestra capacidad de pensar y entender el mundo. Es como un ejército de reservistas preparado para actuar y defender el sistema inmunitario. La conexión entre la microglía y el estado de ánimo es la inflamación. Y la inflamación conduce a la depresión.
Un estudio de los Dres. Renault, Hoofnagle, Park, Mullen, Peters, Jones DB, Rustgi y Jones EA demostró que cuando se administra interferon en pacientes con hepatitis, con frecuencia éstos desarrollan depresión. Porque la microglía son “amplificadores de señales” y su actividad impacta en la neurogénesis y por tanto en la depresión y el debilitamiento cognitivo.
Mayores niveles de inflamación provocan un hipocampo más pequeño, lo que puede llevar a la depresión y el Alzheimer (Dras. Vera Chesnokowa y Kolja Wawrowski, Hospital Cedars Sinai de Los Angeles).
Todavía tenemos mucho que aprender. En un libro de muy próxima publicación, ‘Liderazgo Brain-Friendly’, Silvia Damiano y un servidor nos referimos a los 9 hábitos para optimizar tu cerebro, tu salud y tu liderazgo. Hábitos de dirección (de pensamiento, desde la claridad de ideas y el optimismo inteligente), de cuidado (sueño, alimentación, ejercicio físico y mental: relajación, mindfulness y de relación (aprendizaje, disfrute, personas tónicas y no tóxicas).
El 45’8% de los españoles presenta serios riesgos de salud mental por el confinamiento, según un estudio de los profesores Francisco Lupiañez-Villanueva, Cristiano Codagnone de la UOC y Diego Polo-Friz de la Universitá di Milano (ABC Salud, 15 de mayo). En el último número de CuerpoMente nos compartían las cinco claves para intensificar nuestro caudal de Alegría:
- Hacer un inventario de alegrías y practicarlas con frecuencia. “Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera” (Bronnie Ware, enfermera australiana).
- Rodearnos de optimistas. “Somos la media de las cinco personas con las que pasamos más tiempo” (Jim Rohn).
- Salir a la naturaleza (cuando podamos), porque es el paraíso natural de nuestra alma.
- Dejar de criticar y de comparar. Dejemos eso para tiempos mejores, enfoquémonos en construir.”Quien critica, se confiesa”.
- Evitar el pasado y el futuro. Vive el presente, el regalo, el instante actual con toda su pasión.
- Agradece, agradece, agradece. La gratitud es el abono de la alegría, porque nos conecta con el privilegio de estar vivos, de sentirnos plenos. “Un día bien disfrutado tiene el valor de una existencia entera”.
Gracias a Elisabet Silvestre y a todo el equipo de CuerpoMente.
La canción de hoy, ‘Alegría’ por el Cirque du Soleil
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