Durante estos días de RSP (Responsabilidad Social Personal, porque asumimos responsablemente quedarnos en casa y no el confinamiento como víctimas), estoy tratando de aprender de esta pandemia y de compartirlo contigo para que salgamos fortalecidos de ésta. En ese agradable esfuerzo para quienes asimilamos aprender con liderar (a nosotr@s mism@s, a l@s demás, a la sociedad en su conjunto), reconozco que estoy encontrando interesantes aportaciones de pensadores (filósof@s, economistas, sociólog@s, tecnólog@s) y no tanto de ejecutiv@s que nos cuenten sus reflexiones. Una de ellas es Anna Gener, CEO de Savills Aguirre Newman.
El pasado lunes Anna Gener escribió una tribuna en ElMón, ‘Un mundo en pausa‘, que quisiera destacar.
Anna parte de una situación que a much@s de nosotr@s nos ha tocado vivir: “Repaso la agenda de reuniones previstas para las próximas semanas, todas frustradas por el confinamiento. En la calma de estos días, me sorprende la agresividad del ritmo que me había impuesto, sin espacios para reflexionar o relajarme. Todo tenía que pasar deprisa, en una dinámica extenuante.
En este nuevo mundo en pausa los pensamientos encuentran, finalmente, espacio para recorrernos; algunos entran y salen huidizos, otros se hacen fuertes, construyendo nidos dentro nuestro. Las emociones también se hacen más presentes, porque el silencio posibilita que nos podamos escuchar mejor interiormente.”
La cruda realidad: “Un mundo en silencio nos desbroza, confronta con nuestra verdad, nos desnuda de artificios en los que refugiarnos. Afloran nuestros fantasmas, también nuestros verdaderos deseos. El reto de estos días no es sólo vencer al virus, también es vencernos a nosotros mismos.”
Pausa y Creatividad: “Tras el confinamiento muchos de nosotros querremos funcionar a un ritmo más pausado y consciente. Una dinámica que intuyo más capaz de hacer brotar la creatividad, un estado de gracia que sólo sabe manifestarse con una mente clara y en paz. Repensarse. Prepararse para cuando volvamos a la cotidianidad. Solidificar los pilares sobre los que construir una vida más plena, donde el universo de nuestros afectos configure la escalera de prioridades. Hemos atendido demasiadas urgencias que nos eran ajenas.”
¿Qué pasará tras el virus? “Cuando podamos volver a salir a la calle y sentir el ruido de Barcelona, que lucirá preciosa en plena primavera, viviremos momentos de euforia.
Nos reencontraremos con personas que hemos echado de menos estos días de reclusión, y podremos volver a abrazarnos con libertad. Es muy posible que salgamos del confinamiento con grandes dosis de ternura y con mucho menos cinismo.
Seremos los supervivientes de una gran catástrofe; lloraremos a nuestros muertos y contabilizaremos las pérdidas económicas. Habremos vencido al virus, pero la sensación de vulnerabilidad de estos días permanecerá con nosotros por siempre jamás.”
Anna concluye: “Y como siempre ha hecho la humanidad, volveremos a empezar. Y muchos recomenzaremos nuestras vidas de una forma distinta, donde el respeto hacia nosotros mismos y hacia nuestro entorno configuren un nuevo paradigma”. Muchas gracias, Anna. Aguirre Newman es una compañía con la que he tenido el honor y el placer de colaborar durante largos años (por eso con el que fuera su DG, Ángel Serrano, nos llamamos cariñosamente “socios estratégicos”). He aprendido mucho de vosotros, desde el poder del diseño a la importancia del espacio en el clima laboral. Desde la humildad y el respeto a la dignidad humana, me gustaría pensar que el nuevo paradigma, el nuevo modelo mental, sea el del respeto a nosotr@s mism@s y a nuestro entorno (equipo, empresa, sociedad en su conjunto). El Humanismo de verdad, sin retóricas vacías.
El reto de vencernos a nosotr@s mism@s. Estos días le estoy dando muchas vueltas al concepto de “adaptación hedónica” o “noria del placer”, acuñado por Brickman y Campbell en 1971. La adaptación hedónica es la capacidad de los seres humanos de volver a un nivel estable de felicidad pase lo que pase en nuestras vidas (por ejemplo, algo tan “MegaVUCA” como el Covid 19). Más allá del término, el concepto es antiguo en el pensamiento occidental. San Agustín (354-430) nos enseñó la diferencia entre desear y conseguir: “Se extiende o dilata el ánimo con el deseo de la cosa anhelada, no con la alegría de lo conseguido”. Por cierto, mi cita preferida de San Agustín es: “en el corazón soy lo que soy”. Como sabes, Agustín de Hipona nació en la actual Argelia, hijo de familia acomodada y una madre devota cristiana (Santa Mónica). A los 16 años se trasladó a Cartago para convertirse en Hombre de Estado y hasta los 30 años, diríamos que fue un golfo de tomo y lomo (una vida licenciosa); a los 32 se convirtió al Cristianismo y a los 37 pasó a ser asistente del Obispo. Aprendizaje experiencial. “Necesitamos de nosotros para ser nosotros”. Te recomiendo su obra, ‘Sobre el libre albedrío’, esencial en estos tiempos. Ya sabes que para San Agustín, que bebió intelectualmente de Platón, del neoplatónico Plotino y del estoico Cicerón, las facultades humanas: memoria, inteligencia y voluntad, son la vida, la mente y la sustancia del alma.
Memoria para recordar lo que está pasando, inteligencia para tratar de comprenderlo y voluntad para que demos el salto hacia una vida mejor.
Fue Michael Eysenck quien comparó el “relativismo hedónico” con una noria, que nunca se detiene. En 1978, Brickman, Coates y Janoff-Bulman publicaron su famoso estudio sobre los ganadores de lotería y las víctimas de accidentes de tráfico: ‘¿Es la felicidad relativa?’. Sí, en la medida que depende de las circuntancias anteriores y del proceso de habituación (acostumbranos a la nueva realidad). Respecto al Coronavirus, hemos pasado de “no creérnoslo” (previamente al estado de alarma) a pensar ahora que nunca acabará.
En 2005, Fujita y Ed Diener crearon el concepto de “base suave” (soft baseline) para referirse al punto fijo de la Felicidad, que tanto ha investigado Sonja Lyubomirsky (‘La ciencia de la Felicidad’, ‘Los mitos de la Felicidad’). Si el punto fijo es bajo, gravitamos hacia la tristeza frecuente y la depresión; pero hay un 40% de nuestra felicidad que es absolutamente voluntaria, no lo olvidemos. Estaba previsto que la profesora Lyubomirsky participara en el congreso #EqAp, Escuelas que Aprenden, de la Fundación Trilema este mes de marzo en Madrid y seguro que vendrá en cuanto esto pase.
Christopher Wildeman, Kristin Turney y Jason Schnittker estudiaron las consecuencias para la felicidad de estar presos (Journal of Criminal Law and Criminology, invierno de 2014). Mientras las personas están confinadas, el punto fijo (set point) de Felicidad baja; tan pronto como son liberadas, vuelven al punto de Felicidad anterior.
Sobre la adaptación hedónica, cómo nos acostumbramos a un cierto nivel de Felicidad, hay varios aspectos a tener en cuenta: no es neutral entre emociones positivas y negativas (por ejemplo, los Amish o los Masai lo tienen más alto), es individual (en un 50%, rasgos estables, predisposición), se puede cambiar (los investigadores del The Economist descubrieron que el 85% de la diferencia entre países depende de 9 factores, entre ellos la renta per cápita, la esperanza de vida, la estabilidad política o la tasa de divorcios) a un ritmo diferente según las personas (por ejemplo, las personas menos satisfechas con la vida se benefician más a largo plazo de un matrimonio estable).
¿Podemos escapar de la “noria”? Barbara Fredickson, la maestra de la Positividad, y sus colegas Cohn, Coffey, Pek y Finkel demostraron en 2008 que sí, por ejemplo a través de la LKM (Loving-Kindness Meditation, Meditación del Amor y la Amabilidad). Silvia Damiano, en sus escritos y en su documental ‘Make me a Leader‘ insiste en los beneficios de la Meditación y el sueño para un Liderazgo “Brain-Friendly”, un Liderazgo Saludable.
En definitiva, hay una serie de trucos para elevar a voluntad nuestro nivel de Felicidad (Tal Ben-Shahar, 2006):
- Darnos permiso para ser realmente humanos, aceptando nuestras emociones (aunque éstas sean la tristeza, el miedo o la ira), porque negarlas nos lleva a la frustración.
- Simplificar nuestra vida: una cosa para cada momento, evitando la multitarea.
- Encontrar placer y significado, porque de eso debe estar hecha la experiencia. Perseguir nuestros sueños y no los que nos imponen. Dedicar a nuestras aficiones varias horas a la semana. Pasar tiempo (de calidad) con nuestros seres queridos.
- Centrarnos en ser positivos y agradecidos, y ponerlo por escrito (de Tal Ben Shahar aprendí en el Congreso de la Felicidad en el Trabajo de La Coruña a convertir este blog en un “diario de gratitud”).
- Dedicar esfuerzo consciente a las personas que más queremos. Volver a tener citas con quienes amamos y dialogar con nuestr@s hij@s.
- Practicar la conexión cuerpo-mente a través de la meditación, la respiración y el ejercicio físico (gracias, Easy Zen por tu ‘Meditación guiada para la mañana’ y a Patry Jordan por sus vídeos de GymVirtual).
Te propongo escuchar esta entrevista a Byron Katie, autora de ‘The work’, sobre la práctica de la Felicidad.
Nos vencemos a nosotros mismos ayudando a los demás. Esta entrada va dedicada a mi buena amiga Marta y su hija Ares, que sé que las leen. Tras la pérdida de un ser muy querido, están encontrando la Paz que merecen.
La canción de hoy, el clásico de Cecilia, ‘Un Ramito de Violetas’. “Era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio”.
La violeta es una flor que significa lo sencillo, lo simple. Refleja el proceso interior hacia la calma, la Paz. Justo lo que necesitamos.
La entrada El reto de vencernos a nosotros mismos se publicó primero en HABLEMOS DE TECNO TALENTO.