Día brumoso pero sin lluvia ayer en Santiago de Compostela. Disfruté mucho con los debates con el Comité de Dirección de nuestra empresa cliente sobre los pros y contras de la Digitalización, sobre la Transformación Cultural y el papel del equipo de líderes en la misma, sobre la importancia del Talento y del Aprendizaje (Learnability) en esta nueva era. Mi gratitud a Rebeca, a Enrique y a todo el Comité de Dirección, ampliado por profesionales de alto potencial con grandes aportaciones.
Almuerzo con ell@s en El Camelio, restaurante del Hotel AC Palacio del Carmen (llamado así por el centenario camelio que hay en el Palacio). Cocina de autor, gastronomía gallega. Y después, como el vuelo de vuelta a Madrid era a las 19,50 (un excelente vuelo que se adelantó a la tormenta), elegí dar una vuelta por el casco viejo desde la Plaza del Obradoiro y darle un Abrazo al Apóstol en la Catedral.
Podemos leer en la Xacopedia https://xacopedia.com/Ap%C3%B3stol_abrazo_al
que el Abrazo al Apóstol es el más emocionante y antiguo de los ritos jacobeos. Data de la finalización de la Catedral (1211) y su destinatario es la estatua románica de Santiago situada en el camarín del Apóstol, sobre la parte posterior del altar mayor. Es el “Santiago del Abrazo”, del taller del Maestro Mateo. Está sobre la cripta con las reliquias del Santo (un punto de enorme energía). El peregrino abraza al Apóstol por la espalda, casi por sorpresa, y mueve su cabeza a ambos lados de él. La vista de la Catedral desde arriba es mágica (aunque estos días está en obras).
Si bien no es necesario para ganar el Jubileo, este Abrazo al Apóstol te llena de energía (física, mental, emocional y espiritual). Santiago en este caso no es el guerrero, ni el “armacaballeros”, ni siquiera el Maestro (un servidor trataba esta simbología en la segunda parte de ‘La sensación de fluidez’, titulada ‘El Bosque del Líder’) sino el Amigo. Posee una sonrisa amable, de paz interior, de persona a la que te dan ganas de abrazar.
Hay quien pide deseos al abrazar al Apóstol. Yo prefiero dar las gracias y acordarme de los seres queridos, estén cerca o en la distancia. Desde el siglo XIII, los peregrinos franceses le musitaban: “Ami Saint Jacques, recommande-moi a Dieu -Amigo Santiago, recomiéndame a Dios. En tiempos, los peregrinos alemanes se colocaban la corona que tenía Santiago. El poeta colombiano Álvaro Mutis escribió en su poema ‘Noche en Santiago’:
” “Aquí estoy, Boanerges, sólo para decirte
que he vivido en espera de este instante
y que todo está ya en orden”.
Abrazar, rodear a alguien con los brazos. El Dr. Sebastian Ocklenburg, en Psychology Today, ha escrito sobre la Neurociencia de los abrazos. La ciencia está empezando a entender las ventajas de abrazar: subidón de oxitocina, la hormona del cariño, la de la confianza.
Los siete beneficios del “hugging” (de abrazarnos):
- Reducción del estrés (Inagaki y Eisenberger, 2012).
- Mejor salud (Sheldon Cohen, Universidad Carnegie Mellon, et al, 2014).
- Ritmo cardíaco (Grewen, Anderson, Girdier y Light, 2003).
- Mayor felicidad (por la oxitocina).
- Reducción del miedo (Sander Koole, VU Universidad de Amsterdam).
- Menor dolor (Barbara Denison, 2004).
- Mejor comunicación.
Yo prefiero los abrazos “de corazón a corazón” (mi parte izquierda con la parte izquierda de la persona a la que abrazo) y de más de seis segundos (como dice mi amiga Elsa Punset: “así da tiempo para que se genere una buena química del bienestar”). Así pasamos de la incomodidad de los inicios a la plena confianza, a la sensación de vínculo interpersonal.
Se le atribuye a la terapeuta Virginia Satir este consejo: “Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos diarios para mantenernos y doce abrazos para crecer”. Apliquémoslo.
Hoy te propongo la canción ‘Abrázame’ en la versión de Alejandro Fernández
“Abrázame
y no me digas nada, sólo abrázame”