Domingo de Gloria. En algunas comunidades autónomas, el fin de las vacaciones de Semana Santa. En otras, los chavales tienen vacaciones toda la semana que viene. Así es nuestro país: quince días de desconexión entre unos y otros.
Llevo 10 capítulos de la primera temporada de ‘Lie to Me’ (que me está encantando) y he empezado la serie de documentales ‘La carrera hacia la Casa Blanca’, narrados por Kevin Spacey (también en Netflix). Las emociones y el poder. Asímismo, he retomado el clásico de Paul Ekman (Washington DC, 1934) ‘El rostro de las emociones’ (Emotions revealed), considerado el más importante sobre el tema desde Darwin.
También he estado leyendo en la web de Psychology Today un interesante artículo de Mariana Pogosyan sobre el componente cultural de las emociones (www.psychologytoday.com/us/blog/between-cultures/201803/how-culture-shapes-emotions). De origen armenio y criada en Japón, la Dra. Pogosyan vive en Alemania como experta en la adaptación de directivos extranjeros y sus familias.
“Una de las primeras impresiones que nos llevamos cuando entramos en una nueva cultura es lo diferentes que son las cosas (…) Desde el entorno físico a las personas.” En este artículo, Mariana le pregunta a la pionera en psicología cultural Batjia Mesquita (Universidad de Lovaina, Directora del Centro de Psicología Social y Cultural) acerca de seis grandes temas:
– ¿Qué es lo que más te ha sorprendido en tus investigaciones sobre las emociones en las culturas?
Probablemente, que muchas culturas no piensan sobre sus emociones como algo que viven “dentro” de ellas, sino “entre” personas. Es decir, las emociones como lo que vives entre tú yo. Pensar de esta forma sobre las emociones conlleva consecuencias sobre cómo las regulamos y reconocemos en nosotr@s y en l@s demás.
– ¿Por qué son las emociones un fenómeno cultural?
Porque las aprendemos de una forma cultural. No las conocemos al nacer; sólo distinguimos entre agradables y desagradables. Al interactuar con otras personas, aprendemos a categorizar y experimentar las emociones. “Las personas en diferentes culturas adquiere diferentes emociones”. Por ejemplo, en Occidente se suele sentir la vergüenza como una emoción “mala”, en tanto que en otras culturas es “buena”, junto con la modestia y la pena (emociones provocadas porque tienes “un sitio en el mundo”). En las culturas occidentales, la vergüenza puede destruir la relación; en otras, la fortalece. “No es sólo que la emoción se valore diferente; es que “es” diferente”. Cómo experimentas la vergüenza, cómo llegas a ella, cómo afecta a tu reputación y tus relaciones es culturalmente específico.
– ¿Hay emociones que se experimentan de forma similar en todo el mundo?
Tu pregunta presupone que primero viene la emoción y luego la cultura. De acuerdo con is investigaciones, no hay emociones separadas de la cultura. “La experiencia es la combinación de experiencias previas, expectativas, conocimiento y lo que ocurre en el momento actual”. Si hablamos de vergüenza en Japón o en EE UU, hay elementos comunes (algo que se hizo mal), pero distintas formas de sentir. “La idea de que las emociones entre tú y yo se aíslan de la cultura es, en sí misma, una idea cultural occidental. Y no creo que sea correcta”. Fascinante. Hay elementos emocionales que reconocemos a través de las culturas, significados similares, pero no hay evidencias de emociones aisladas del contexto social.
– ¿En qué medida la cultura influye en las emociones?
“Las emociones son respuestas del cerebro y del cuerpo”. Respuestas en un contexto, que define cómo ser una persona con las demás. Las emociones emergen como interacción en el marco de una cultura. “Casi todo lo emocional es cultural: cómo lo llamamos, cómo pensamos sobre ello, cómo lo regulamos”. Aprendemos emociones por observación y por respuesta, por el aprendizaje de normas prescriptivas, por interacciones con nuestros cuidadores (en la infancia y juventud); el aprendizaje social continúa de adultos.
– ¿Qué pasa con las emociones de las personas cuando se mudan a otras culturas?
Todos los que han vivido en diferentes culturas han tenido un shock cultural. “Pensabas que tus emociones eran respuestas naturales al entorno y cuando te plantas en un entorno nuevo, de repente, te das cuenta de que no son adecuadas en otras normas culturales”. Poco a poco te adaptas, recibiendo feedback. Es un proceso lento. “A los inmigrantes les cuesta más de una generación adaptarse culturalmente”. Cuando interactúes, ser consciente de las emociones de los demás en su propio proceso de socialización, de normas y valores, es muy útil para la comprensión mutua.
– ¿Qué hallazgos podemos obtener de entender las vidas emocionales de las demás?
El filósofo Owen Flanaga dice que aprender de las filosofías de culturas diferentes te aporta opciones. “Yo no sería tan optimista, en el sentdo de que tú no “entregas” emociones por ti misma”. Lo haces con otras personas, de un modo social. “Las emociones son un modo de ser persona en el mundo social”. Por ejemplo, la vergüenza no te tiene por qué llevar a la ira. La vergüenza como ambición de ser una persona independiente es una norma cultural occidental. Por ejemplo, el mindfulness permite ayudar a personas con depresión o elevada vergüenza a cambiar su enfoque. “Entender las emociones desde lo cultual enriquece”.
La cultura influye en las emociones, y en nuestra sabiduría. En otro artículo de Psychology Today, ¿Qué significa ser sabia? (https://www.psychologytoday.com/us/blog/between-cultures/201803/what-does-it-mean-be-wise), la Dra. Mariana Pogosyan señala que la sabiduría va más allá de los conocimientos y la experiencia.
La autora le preguntó a un niño de 8 años y a un señor de 88 de distintas partes del mundo, y le respondieron lo mismo: saber mucho. “Para much@s de nosotr@s, la imagen de una persona sabia es de pelo cano, dando consejos, con una mirada serena y sin prisa”. Sin embargo, hay más de una manera de ser sabi@: Winston Churchill lo era de forma práctica; la Madre Teresa, benevolente; Sócrates, filosófica. “Durante siglos, la idea de sabiduría se ha ligado a una vida ética y virtuosa”: en los sumerios y el antiguo Egipto, en los Vedas de la India, los textos taoístas y confucianos, los filósofos de la antigua Grecia (Grossmann & Kung, 2018). Siguiendo estas tradiciones, la sabiduría se sustenta en pilares como la benevolencia y la escucha (en el taoísmo), la reflexión sobre un@ mism@ (confucionismo), la autorreflexión (taoísmo), la vida natural (Lao Tse), el cuestionamiento (Sócrates) y la humildad intelectual. “Desde la investigación en psicología, la sabiduría es un concepto poliédrico, con componentes cognitivos (conocimientos, experiencia), reflexivos (examen de temas y de la propia vida) y sociales (benevolencia, compasión). Todos esenciales para tomar mejores decisiones, porque un punto de vista egocéntrico nos pone a la defensiva y limita la amplitud de miras. “Por eso demostramos mayor sabiduría reflexionando sobre las vidas de l@s demás que sobre la propia”. Igor Grossman, de la Universidad de Waterloo, considera que la sabiduría es dependiente del contexto.
¿Cómo se adquiere? Si consideras que la sabiduría es una habilidad, se recibe por experiencias relevantes y por educación. Las virtudes y el pensamiento crítico, por ejemplo, se pueden enseñar en cierta forma; pero debes exponerte. ¿Qué características están asociadas con la sabiduría? La amplitud de miras (open-mindedness) y la humildad intelectual y epistémica (reconocer los límites de tu conocimiento) son importantes, así como la capacidad integradora, son claves. Así pueden tomarse mejores decisiones, en términos de inteligencia contextual (mayor sensibilidad al contexto). También aportan mayor equilibrio entre los intereses personales y los demás, y promueven la cooperación en determinadas circunstancias. En definitiva, ¿cómo influye la cultura en la sabiduría? De tres formas principales: en la consideración de lo qu es virtuoso (muy distinto en distintas culturas), en las pautas educativas (por ejemplo, el énfasis en el logro en la cultura norteamericana o en la perspectiva en la japonesa) y en las experiencias (por ejemplo, tratar la adversidad en el entorno laboral, lo que no se hace directamente en Japón o Hong Kong, sino que se busca un tercero, un supervisor). ¿Por qué la sabiduría se considera una virtud humana? Desde la perspectiva evolutiva, porque la supervivencia de los seres humanos requiere de ciertas capacidades cognitivas, como planificar, tomar distancia o la coordinación de esfuerzos. “Cuando se lidia con la adversidad y la incertidumbre, resulta vital”.
Mi gratitud a Mariana Pogosyan, Batjia Mesquida, Igor Grossman y Paul Ekman, que nos ayudan a entender el componente cultural de las emociones y la sabiduría.
La canción de hoy, que me ha enseñado Zoe, es Katchi, de Ofenbach (un dúo francés precursor de la nueva ola electrónica) con Nick Waterhouse:
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