Desde que la Dra. Leonor Gallardo y un servidor escribimos ‘Liderazgo, Empresa y Deporte’ allá por 2007, la línea argumental de todas nuestras investigaciones sobre éxito deportivo y rendimiento empresarial ha sido que “el éxito no es por casualidad”. Ahora bien, eso no quiere decir que sea justo (como nos enseñó Wayne Dyer la noción de justicia es una “zona errónea”).
Prueba de ello es este Mundial de Brasil. Más allá de que esperáramos más de España, Portugal, Inglaterra o Italia (cuatro de las favoritas, que volvieron a casa a las primeras de cambio), está siendo un campeonato de victorias por la mínima, prórrogas y tandas de penaltis, arbitrajes caseros, mala organización. La imagen que quería proyectar el país anfitrión (como economía emergente y como potencia futbolística) está dejando bastante que desear. La lección es que tengamos cuidado con las promesas (una Marca, en este caso la Marca Brasil, es una promesa de valor) si la “entrega” (delivery) no es de la calidad prometida.
Menotti, el gran entrenador argentino que ganó el Mundial 78 con la selección albiceleste, publicaba ayer un artículo muy interesante titulado ‘El peor Brasil, la mejor Costa Rica’. Comenzaba diciendo: “Estamos ante los cuartos de final con cuatro equipos europeos y cuatro latinoamericanos. Con un Brasil que tiene al peor equipo que vi en la historia de sus Mundiales, una Costa Rica que sólo debe repetir lo que está haciendo hasta ahora porque colectivamente es el mejor de los cuatro latinos, una Argentina que tiene que sacarse de encima la locura y la desesperación de tener que ganar un partido y Colombia que tiene a la gran revelación del Mundial: James Rodríguez.”
Sobre Brasil y Colombia, Menotti escribía que “llegan desde dos lugares totalmente diferentes. Un entrenador como Luiz Felipe Scolari que trabaja sobre las individualidades, en el sacrificio, en la recuperación, en el esfuerzo, pero que no maneja bien los espacios. Todos los partidos se les hicieron muy, muy complicados, estratégicamente no tiene resuelto nada. Todo lo hace y lo refuerza por su historia, por su técnica y la genética de sus jugadores. Y porque tiene arriba una enorme capacidad de desnivelar. Colombia se plasma de un entrenador (José Pekerman) que tiene más ambiciones, estética en el juego, que quiere jugar bien y que ha aparecido con un futbolista como James que ha llamado terriblemente la atención por una enorme categoría y un crecimiento que le hace un jugador de élite. Es la gran revelación del torneo hasta ahora, uno de los grandes protagonistas no sólo por capacidad de gol sino por su ordenamiento dentro del medio juego, con enorme técnica y gran despliegue físico. Con la edad que tiene fue una sorpresa para todo el mundo conocerlo de esta manera.”
Pronosticaba que sería un compromiso muy difícil para Brasil. Y así fue. Como contra Croacia o contra México, contra Colombia nos quedó una sensación a los aficionados de sufrimiento de la “canarinha” y de falta de ejecución de la estrategia. No hay “jogo bonito”, evidentemente.
Menotti proseguía: “A Argentina se le está haciendo mucho más difícil de lo esperado. No encuentra la tranquilidad de poder desarrollar un juego que lo invite a jugar para ganar, y no a la desesperación de querer ganar los partidos. Sale Messi y salen los otros a querer definir un partido con apresuramientos. Lo más importante que tiene que corregir es que tiene que jugar para ganar, no pensar en ganar el partido antes de iniciar el juego. En cada jugada que inicia hay una desesperación del equipo, avalado por sus grandes figuras, de querer definir sin elaboración ni desarrollo, sin trabajar en la zona de gestación, como se vio en el apretado triunfo sobre Suiza.” Y sobre Bélgica, “el flaco” destacaba que quizás tiene mucho mejores jugadores que Suiza, “excelentes, pero con mucha menos organización y menos compromiso en el desarrollo de ideas. No es tan compacto como Suiza, tiene buena dinámica, pero no me parece que tenga clara la idea de a qué juega.”
Reconocimiento a los germanos: “Alemania es el único equipo (de los ocho que quedan) que tiene convencimiento y claridad de ideas dentro de la cancha. Sus futbolistas y su entrenador están totalmente convencidos del camino. Lo que no encuentro son las grandes figuras que alguna vez tuvo para resolver los partidos, no está el gran delantero o el volante creador que pueda definirlo, se extraña a los Overath, los Gerd Müller. Le cuesta definir los partidos pero es el mejor equipo que elabora y gesta jugadas del torneo. No sé si es el más potente, pero sí que junto al eliminado Chile es el equipo que mejor confirma la claridad de objetivo con una idea futbolística que para mí es única, como lo es la reducción de espacios, ya sea para adelante o para atrás.” Frente a ellos en cuartos, estuvo Francia: “otro de los poderosos del fútbol europeo, con figuras excelentes, pero no veo una idea de desarrollo de juego. No hay estrategia clara, juega por impulso, por creatividad individual, por improvisación, pero con jugadores que se hacen respetar. Va a ser un partido duro y difícil. Por lo hecho hasta ahora hay un favoritismo ganado por Alemania.” Profecía cumplida.
Y sobre el Holanda-Costa Rica, Menotti subrayaba: “es un partido muy, muy interesante. Son dos equipos que, más allá de los gustos personales del espectador o del analista, tienen claridad en cuanto a lo conceptual. Uno, Costa Rica, apuesta más a la técnica, a la tenencia de la pelota, achicando espacios para adelante. Holanda se ha hecho un equipo muy compacto y sólido, que va aguantando los desafíos con tres jugadores como Sneijder, Van Persie y Robben, que tienen una enorme experiencia en este tipo de confrontaciones.
Para el mundo Costa Rica habrá sido una sorpresa, pero los que conocemos Centroamérica sabemos que hay países con muy buenos jugadores, y Costa Rica los tiene. Cuidado con los ticos porque juegan muy bien el fútbol.
Holanda tiene una enorme ventaja, no le complican las responsabilidades en este tipo de confrontaciones, están acostumbrados. Lo de Costa Rica va a ser un enorme desafío pero ya es un adelanto muy grande en su historia el estar entre los ochos mejores.
No espero mucho más de Holanda, es lo que hemos visto. Pero es un adversario de mucha historia y con jugadores terriblemente competitivos. Costa Rica debe repetir. Es el que colectivamente mejor ha jugado de los cuatro latinos que quedan.” Cuando escribo estas líneas, aún no conocemos el resultado entre los “Oranje” y los ticos.
En el 11 ideal de la FIFA (Ranking Castrol) de la fase de grupos, James Rodríguez (Colombia), Perisic (Croacia), David Luiz (Brasil), Benzema (Francia), Robben (Holanda), Van Buyten (Bélgica), Shaqiti (Suiza), Thiago Silva (Brasil), Mamadou Sakho (Francia), Enyeama (Nigeria) y Phillip Lahm (Alemania). 4 defensas, 4 medios, 2 delanteros, 1 portero. No están Neymar, ni Messi, ni Cristiano, ni Rooney ni ninguna de las figuras a priori.
En este Mundial, “el fútbol ha vuelto a los orígenes”. Coca Cola ha realizado un precioso anuncio, ‘Las reglas del fútbol las ponemos todos’, www.youtube.com/watch?v=RenpSpWNcEQ Parece premonitorio.
La regla 20ª es “la ley de la botella, el que la tira va a por ella”. La 4ª es que “es alta cuando el portero no llega” (los porteros –Keylor Navas, Ochoa, Neuer, Bravo, Courtois, Julio César-, más que los delanteros, están decidiendo este campeonato). La 3ª es que “la portería se hace a ojo, y siempre es más pequeña que la del rival” (los árbitros deciden). La 5ª es que “el que tiene gafas, tiene derecho a no ser portero” (los cancerberos son los que tienen visión). La 17ª es que “vaya como vaya el partido, el que marque gana” (resultados por la mínima, prórrogas y penaltis). Y la más divertida de todos, la 19ª: “El partido se acaba cuando al dueño de la pelota le llama su madre”. En el Mundial de 2014, todo parece que en la final en Maracaná, cuando la presidenta del país, Dilma Roussef, llame a sus chicos. “Sal a la calle y juega al fútbol”, nos recomienda Coca Cola. Pues eso, somos como niños.
Mi gratitud a quienes, como Menotti, nos enseñan a analizar el fútbol, la organización y la vida. A quienes, como la agencia que ha trabajado con Coca Cola, nos recuerdan cómo éramos cuando teníamos 9-10 años (y sobre todo, a los niños de esa edad). Salgamos a la calle y juguemos.