Festividad de la Asunción de la Virgen, que la mayor parte de los pueblos de España celebran con sus fiestas. En Madrid, la Virgen de la Paloma, “patrona popular” de la villa (la oficial es la Almudena).
Mi padre se sentía muy orgulloso de haber trabajado para D. Eduardo Barreiros y grandes directivos de la casa como Juan Miguel Antoñanzas. En el último Actualidad Económica, Marcos Iriarte escribía una semblanza del empresario que llamaba “el Henry Ford español”.
Nacido en Guindiás, Orense, en 1919, con 14 años iba a la escuela y trabajaba en una fábrica de motores. Con un talento natural para detectar y aprovechar las oportunidades de negocio, creó un imperio (el del Simca 1.000, el del Dodge Dart) desde su innegable instinto, sorteando la escasez de materias primas y la asfixiante burocracia de un Estado autoritario.
Colaboraba con el pequeño negocio de transporte de su padre hasta que llegó la Guerra Civil y tuvo que ir al frente. En 1945, empezó a dedicarse a transformar motores de gasolina a diesel y seis años más tarde adquirió un terreno en Villaverde (Madrid) para hacerlo en la capital. En plena autarquía, esa fábrica contaba con 150 empleados que trabajaban de lunes a domingo para atender la demanda. Pretendió crear una marca de camiones, pero el INI (Instituto Nacional de Industria), dueño de Pegaso, se lo impidió. En 1958, le autorizó a fabricar mil camiones.
De 1961 fue el Simca 1000 (mi padre tenía 27 años y se acababa de casar)
y cuatro años más tarde (yo era un recién nacido), el Dodge Dart. Recuerdo siendo niño un viaje que hicimos a Oporto, norte de Portugal y Galicia con ese pedazo de coche.
La hazaña de Barreiros fue recogida por The New York Times en un reportaje de 1965.Era uno de los hombres de negocios más importantes de toda Europa a mediados de la década. Chrysler se fijó en su empresa y la compró por 1.000 millones de pesetas en 1970, con el compromiso de que “el patrón” (así le llamaban los suyos) no se inmiscuyera en el negocio de la automoción durante cinco años.
En 1975, pasado el plazo, trató de volver al sector. En 1977, ofreciéndose al gobierno saudí, Marruecos, Filipinas, Egipto y Cuba. Dos años más tarde visitó La Habana, se entrevistó con Fidel Castro y de ahí el proyecto Taíno, por los pobladores indígenas de la isla. Tres factorías de camiones desde 1982.
En 1992, Eduardo Barreiros murió de un infarto. en La Habana. Su último proyecto, de ese año, fue montar una fábrica en Angola. Su legado pervive a través de la Fundación Barreiros que preside su hija Mariluz.
¿El Henry Ford español? Más allá de que Eduardo Barreiros amaba el diesel y Henry Ford apostó por la gasolina, el empresario norteamericano, fundador del Fordismo junto con Frederick Taylor (“Management científico”), aplicó en la empresa la burocracia de Max Weber y era admirador del nazismo. De hecho, Henry Ford recibió en tiempos de Hitler (1938) la máxima condecoración a un civil, la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana (Grosskreuz des Ordens vom Deutsche Adler). Antisemita fanático, es el único estadounidense mencionado por su nombre en Mein Kampf. El Volkswagen (coche del pueblo) se hizo a imitación del Modelo T de Ford.
Es más: el economista británico Antony C. Sutton afirma en su libro ‘Wall Street y el ascenso de Hitler’ que sin la ayuda de Henry Ford, John Rockefeller, James Mooney (General Motors) y Prescott Bush (padre de George y abuelo de W.) Hitler no habría alcanzado el poder.
Te recomiendo el libro ”¡Es un motor español! Historia empresarial de Barreiros’ (2001), de José Luis García Ruiz y Manuel Santos Redondo,, que por supuesto papá tenía en casa.
así como la película ‘Eduardo Barreiros, el Henry Ford español’ (2011)
y el vídeo ‘Henry Ford gallego’ (2020).
En un país cada vez más turístico y menos industrial como el nuestro, conviene recordar a los grandes empresarios y aprender de ellos.
“¡Qué difícil es hacer el amor… en un Simca 1000”, de Los inhumanos. La propuesta musical hoy era obvia.
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