Día de Santiago Apóstol, Patrón de España. Fiesta tan solo en Galicia y Castilla y León. Pidamos Salud, Amor y Bienestar.
Ayer tuve tres reuniones con amigos: uno de los mayores expertos en Transformación de nuestro país, una directiva experta en Innovación que ha ocupado cargos públicos y uno de los políticos que más admiro por su sagacidad y capacidad reflexiva. El tema común con todos ellos, claro está, fueron las elecciones del 23J. Sensaciones similares.
He estado leyendo ‘Gestionar las emociones políticas’, del asesor de comunicación y consultor político Antonio Gutiérrez-Rubí. El autor propone un nuevo lenguaje para explicar la realidad política actual.
Con prólogo de Jaime Durán Barba y una presentación de Cristina Monge y Jorge Urdánoz (Poner las emociones al servicio de la utopía), el libro es una nueva edición ampliada para un mundo postpandémico y trata las emociones ignoradas, el cerebro perezoso, la relación entre emociones y los prejuicios, volver a pensar con el corazón, la política (entre la vanidad ideológica y la prepotencia programática) de las emociones, la realidad de que “los tristes no ganan elecciones”, de los recuerdos a los momentos, la democracia instantánea, la micropolítica, la tecnología emocional, “las emociones movilizan, las pasiones desbordan”, las campañas que vienen y vendrán, así como las emociones artificiales.
Un libro de menos de 150 páginas, un viaje sobre el impacto de las emociones en la vida política. Todo un desafío.
Un brindis por la democracia. El “Latinbarometer” de The Economist revela que en nuestra querida Iberoamérica el sentimiento democrático está en mínimos históricos, hacia el 40%, en tanto que el gusto por lo autoritario en los gobiernos se acerca al 20%. A un tercio de los ciudadanos, el asunto les tiene sin cuidado.
Las dos claves son la edad y el nivel de educación. Los centenials con estudios básicos tienen apego a la democracia en menos del 40%; los octogenarios con estudios universitarios, en más del 80%. Los estudios son líneas casi paralelas con una distancia de 20 puntos.
Es el gran coste de la desigualdad y podría explicar por qué cuanto más ignorante es un país, más tiende hacia la tiranía.
‘The scientist’, de Coldplay, es una canción sobre emociones fuertes. “Nobody said it was easy/
It’s such a shame for us to part/ Nobody said it was easy/ No one ever said it would be this hard/
Oh, take me back to the start”.
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