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Renuncio a ser COACH

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Comienzo la semana en Elche: tercera sesión con el Comité de Dirección de una de las principales empresas de la zona y del sector, embarcado en un reto magnífico. Mi gratitud a todos y cada uno de los miembros del equipo directivo.

Después de 25 años, renuncio a ser coach. Así como te lo digo. El “eureka” me llegó en un almuerzo la semana pasada con un amigo empresario, que me preguntó qué hacía. Cuando le dije que era coach, me respondió: “¿Tú también?”.

Soy un apasionado de la Gestión del Talento, y más específicamente del Liderazgo, como Talento para influir en los demás desde la autoridad moral. Cuando en 1996, trabajando para una multinacional llamada HayGroup (ya no existe; la compró Korn Ferry), me dijeron que una señora llamada Patricia, cercana a la jubilación, había sido contratada como “coach” de la compañía y cobraba un tercio del salario del directivo, al día siguiente estaba en Londres para conocerla. La coach tenia acuerdos con empresas de Executive Search que así aseguraban el éxito de sus candidatos. Si la búsqueda falla, se pierde prestigio, reputación y mucho dinero. Tiene sentido.

Para hacer las cosas bien, en 1998 creamos AECOP (Asociación Española de Coaching y Consultoría de Procesos) con Carlos Herreros de las Cuevas y Manuel Seijo. Actualmente los tres somos presidentes de honor de la Asociación. Creamos unos estatutos y un código de valores.

En este último cuarto de siglo, una mezcla de buenas y malas noticias. Se ha medido y analizado la rentabilidad del coaching ejecutivo, que es del 1.600%, dieciséis veces el tiempo y dinero invertido en el proceso de acompañamiento. Pocas inversiones ofrecen tanta rentabilidad (me gusta recordar que la película más taquillera de la Historia, Titanic de James Cameron, costó 200 M $ y recaudó 2.200 M). Sin embargo, en España (y me temo que en buena medida también en Iberoamérica) el coaching se ha banalizado, se ha vuelto superficial. Nuestro modelo ha quedado a medio camino entre la practicidad anglosajona (los resultados están ahí) y el cartesianismo francés (hagamos las cosas con rigor). El proceso de desarrollado del liderazgo por excelencia se ha mezclado (cambalache) con la autoayuda facilona, que poco tiene que ver con la psicología positiva fundada por Martin Seligman y Mihalyi Csikzentmihalyi, con las investigaciones sobre la Felicidad de Sonja Luybomirsky en California y por la Universidad de Harvard, con la divulgación de Tal Ben-Shahar, Elsa Punset, Paloma Fuentes o Mario Alonso Puig. Los vendedores de crecepelo son legión. Los coaches son más que los “coacheados”, los pupilos. Salvo muy notables excepciones, que nunca dejaré de reconocer y agradecer. l@s DRH no se atreven a plantear el Coaching Estratégico para sus CEOs y sus Comités de Dirección (he llegado a escuchar a una directora de Recursos Humanos: “mi jefe es tan bueno que no necesita coaching”, como si Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, Messi y Cristiano, Michael Jordan y LeBron James estuvieran equivocados). En un país cuya calidad directiva es impropia para una de las 15 mayores economías del planeta (36º según los informes de competitividad mundial del Foro Económico de Davos), el desarrollo del talento y especialmente del liderazgo brillan por ausencia. Somos una potencia del deporte y nos faltan empresas competitivas y productivas precisamente por la misma razón: el entrenamiento o la falta del mismo.

Un ejemplo de este mejunje nos lo aporta Carlos Javier González Serrano en un reciente artículo de la revista Ethic: ‘Déjenme en mi zona de confort“. ¡Qué manía con que salgamos de la zona de confort! Lenguaje economicista en la esfera privada («sé tu mejor versión», «rentabiliza tus relaciones y emociones», «sácate todo el rendimiento», «aprovecha las oportunidades de las crisis»), perversos que culpabilizan a las personas de sus propias depresiones, insensatos que “nos dicen que debemos autorregular nuestras emociones en lugar de pensar en –y abordar– los problemas sociales y económicos que las causan” (por eso Paolo Fussaro “odia la resiliencia” como conformismo), ignorantes de la filosofía (aristotélica, estoica) que creen que han inventado la rueda… Carlos tiene más razón que un Santo.

Y que conste que, dicho con toda modestia, a algunos el intrusismo nos afecta muy poco, tirando a nada, porque lo que funciona es la referencia, el “boca a oreja” y cuando trabajas con CEOs la mayoría son lo suficientemente talentosos como para diferenciar el grano de la paja, al charlatán graciosete “tipo Club de la Comedia” (así lo señaló hace poco un CEO en una conversación privada)del auténtico entrenador, con Modelo y Método, con trayectoria.

Los resultados están ahí. He tenido el honor de formar parte de una gran empresa que en 6 años multiplicó por 8 sus beneficios, que triplicó su facturación y duplicó el empleo, a la que sigo vinculado en la Fundación y en sus procesos de desarrollo. Durante 35 años he disfrutado como consultor (otra palabra manida) de transformación con centenares de organizaciones admirables: en Makro con José María Cervera Lucini, que pasó en tiempo récord de empresa desahuciada a joya de la corona de su grupo mediante el liderazgo humanista, en Sabeco (hoy Alcampo) con Miguel Ganuza y Red Eléctrica con Pedro Mielgo, los primeros Cuadros de Mando Integral de nuestro país, en tecnológicas y financieras que lo han hecho realmente bien, en farmacéuticas admirables… He tenido el privilegio de escribir, en el mundo del deporte, sobre La Roja, Guardiola, Mourinho, Messi, Cristiano y Falcao, Zidane, Rafa Nadal y directamente con Unai Emery y Pacheta, entrenadores de éxito. Sano orgullo, resultados incontestables.

¿Dejo entonces la profesión? Todo lo contrario, precisamente porque la diferencia entre un profesional y un mejor trabajador es que éste lo hace por dinero, como un mercenario, en tanto que aquél persigue el reconocimiento de sus colegas por su bien hacer. Renuncio al término “coach” por oxidado, agotado, obsoleto. Adiós.

¿Cómo “llamarme” entonces? Después de darle vueltas, me gusta la palabra “BOOST”, que significa impulsar, acelerar y resulta especialmente sonora. De origen desconocido, fue utilizada por primera vez en 1815 como verbo y en 1825 como sustantivo. ¿En qué se diferencia de “coach”? Esta palabra húngara, que hace referencia a una localidad entre Viena y Budapest donde en la Edad Media se creó un carruaje (kocsi secker), y se ha asimilado a entrenador (deportivo, empresarial) s refiere al proceso, no al resultado. “Boost” es una explosión, un gran empujón, una diferencia enorme entre la posición inicial y la obtenida después. Puede haber un coaching malogrado, pero no un “boost” flojo.

Me siento, con modestia y humildad, un “booster” de liderazgo, en pequeñas píldoras como las conferencias, en procesos cara a cara o a un equipo como un todo, en consultoría de transformación, como consejero de fundaciones y startt-ups, siempre comprometido con la educación. Escribiendo mensualmente en ORH y Cuadernos de Pedagigía, con este post diario en Hablemos de Talento, leyendo un libro al día, involucrado al 100% con la ESG…

Un booster de líderes con cinco principios:

  • El Talento es poner en Valor lo que sabemos, queremos y podemos hacer. Sin Valor (tanto en su acepción de lo valioso como en los principios y en el coraje) no hay Talento.
  • El Talento sólo puede entenderse de forma dinámica (Carol Dweck). El talento que no se aprecia se deprecia.
  • El Liderazgo, como talento especial de influencia en los demás, ha cambiado radicalmente tras la pandemia. Ya no es “algo que queda bien” (soft skills) en un jefe, sino una característica de autenticidad que las nuevas generaciones exigen sin ambages. Más del 60% de la productividad de una organización depende de su Liderazgo: es el gran fidelizador, el imán y el desarrollo del talento.
  • No hay Equipo sin líder ni Líder sin Equipo. Un equipo obtiene sinergias. Los equipos no se improvisan; se diseñan y se construyen desde la confianza y el compromiso como pilares, desde la diversidad/equidad/inclusión y el aprendizaje como claves de funcionamiento.
  • El Talento no nace ni se hace; se cultiva (con pasión como semilla y entrenamiento). El Liderazgo se forja. ¿Ye imaginas un Mundial de Fútbol sin entrenadores? Pues así se comportan la mayor parte de las empresas, con el capitán (CEO) en soledad.

En palabras de Warren Bennis, padre científico del Liderazgo, “convertirte en líder es sinónimo de convertirte en ti mism@. Tan simple y tan difícil”. Algo casi imposible de lograr si estás sol@.

Dos canciones de Joan Manuel Serrat para estas reflexiones: ‘Esos locos bajitos’ (1981). Una frase de Miguel Gila.

y el ‘Caminante, no hay camino’ (2015), poema de D. Antonio Machado “Se hace camino al andar. Golpe a golpe, verso a verso”.

La entrada Renuncio a ser COACH se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.


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