“Agosto se nos escapa entre los dedos” (Fátima Martínez). Aprendamos de la Historia para no repetirla; sin embargo, si miramos hacia atrás, como la esposa de Lot, y no hacia adelante, nos convertimos en estatuas de sal.
Ayer sábado, al finalizar mi participación en el Curso Experto en Liderazgo de la Escuela Jung (gracias, Naty, por la oportunidad), una de l@s 30 alumn@s, María, me preguntó qué puede hacer una empresa de diez profesionales ante la Crisis (con mayúsculas) que ya está aquí.
Más del 80% de nuestras pymes van a reaccionar desde el miedo a perderlo todo. Esto significa, en la práctica, aplicar inconscientemente los siete pecados capitales de la mala gestión del talento, a saber:
- Avaricia en la selección. Contratar poco y mal, de forma improvisada (tasa de fracaso cercana al 50%, como tirar una moneda al aire), creyendo que “porque eres el jefe” lo vas a hacer bien.
- Pereza en la formación. Hay una crisis muy seria, y por tanto no tenemos tiempo para que “mis trabajadores” se formen. Por eso no se dedica ni el 20% de los fondos de formación a los que las empresas tienen derecho. Tras la pandemia, menos que nunca.
- Lujuria en la comunicación. Una comunicación interna y externa de autobombo, de complacencia, muy poco crítica, con muy escasa credibilidad. Ni escucha atenta ni fomento de la curiosidad y la creatividad.
- Envidia en la Gestión del Desempeño. Esto de la GD “no es para pymes” (no tenemos tamaño para ese lujo). Como el análisis del valor que cada un@ aporta, del mérito, brilla por su ausencia, la envidia se instala, sobre todo entre los pares.
- Soberbia en la promoción. ¿A quién asciende el jefe? ¿A quién demuestra mayor potencial? ¡No hija, no! A quien más se parece a él, a quien más le hace la pelota. Mismos perfiles en tiempos radicalmente diferentes.
- Gula en la compensación. La ley del embudo: para mí lo ancho, para ti lo agudo (lo estrecho). En EE UU, los CEOs cobran 350 veces el salario medio de sus empleados (Fortune, verano 2022). Sin comentarios.
- Ira en la dirección. Los jefes, permanentemente cabreados porque los números no acompañan, presionando a sus colaboradores y generando tensiones adicionales.
No hay que reaccionar desde el Miedo sino desde el Amor, en toda su Grandeza.
Atendamos a la naturaleza de esta crisis: de un lado estanflación, que es la suma de estancamiento económico y de una inflación galopante (por la subida de productos y servicios y por una política monetaria “alegre y desenfadada”, pueril). De otro, burbuja especulativa. Es lo que hemos llamado “estanpecuflación”. El talento es más escaso que el capital; sin embargo, hemos de tener cuidado con la liquidez. Si la pyme tiene mucha liquidez (en sus cuentas, por ejemplo) “pierde dinero” (imagínate con una inflación superior al 10%); si sufre tensiones de tesorería, puede quedarse en la cuneta.
¿Cómo salir de este embrollo? Con cuatro ases: Rentabilidad, Calidad de servicio, Innovación, Productividad. Es un círculo virtuoso. Los “pecados capitales” antes mencionados llevan al círculo vicioso de escasos beneficios por pocos clientes, rutina y gente no comprometida (que se va o desconecta). El Cuadro de Mando Integral (Balanced Scorecard, de Norton y Kaplan) nos enseña que hay una secuencia innegable desde el Talento (Productividad) a los Procesos (Innovación), de ahí a los Clientes (Calidad de Servicio) y de ahí al Negocio (Rentabilidad). Quien no trabaja esa secuencia no merece dirigir una compañía.
Frente a la Avaricia, la Generosidad. En esta Crisis, paradójicamente no hay mejor inversión que en selección del talento (recordemos, con tristeza, que España ocupa el puesto nº 116 del mundo en esta categoría). Si quien selecciona en una pyme es el jefe y no un proveedor externo, profesional, el fin está cerca. Es más, las pymes deben invertir en el “conócete a ti mism@” de los empleados, para determinar su talento y su potencial. La Productividad depende del Compromiso, que es una parte tan esencial del Talento como la Capacidad, y el compromiso de los empleados está bajo mínimos… y cayendo. Ahí empieza todo.
Frente a la Pereza, la Diligencia. Hagamos cosas. Van a sobrevivir sólo las pymes que aprendan más rápidamente que el entorno (un mercado que no va a crecer; para sobrevivir hay que quedarse con un trozo más grande de la tarta). La Aprendibilidad como valor: dediquemos tiempo y esfuerzo a la Formación y Desarrollo. Desde los planes de acogida, que suelen ser una broma. Crecimiento, aprendizaje, mejora continua por bandera. Sólo así la Innovación es una realidad.
Frente a la Lujuria, Castidad. No entendida en su aspecto sexual, sino como equilibrio en la comunicación. Sano orgullo de pertenencia, por supuesto, y también pensamiento crítico (“Miré los males de la patria mía”) y DAFO: junto a las Fortalezas, las Debilidades; junto a las Oportunidades, que las hay, las Amenazas. Sin credibilidad auténtica los clientes no te toman en serio y los empleados tampoco.
Frente a la Envidia, la Caridad. En términos organizativos, apelar al Mérito (lo que no se mide, no se consigue) y a la Compasión, entendida como empatía activa. Sistemas de reconocimiento y de detección del potencial.
Frente a la Soberbia, la Humildad, que no es depreciar tu talento (lo que es, es) sino no creerse más que nadie para aprender constantemente. Las pymes deben analizar el potencial de sus profesionales, delegar más y mejor, ofrecerles su mejor versión. Y promocionar, de verdad, a l@s mejores.
Frente a la Gula, la Templanza. Moderación, especialmente en estos tiempos. La Compensación, que va más allá de la retribución, debe ser clara, justa, transparente, sin engaños. Si el talento se siente engañado, desaparece.
Frente a la Ira, la Paciencia. Hoy lo estamos llamando Resiliencia, la capacidad de aceptar la situación desde la anti-fragilidad. El Liderazgo, que está en la percepción del Equipo, debe estar señalado por la Firmeza de la Inspiración y del Propósito, tanto como por la mencionada Compasión. Sin Liderazgo auténtico, la pyme está gravemente hipotecada.
Recordemos que, conocida la Hoja de Ruta, si la pyme se autoengaña y no actúa (la ejecución es el 90% de la Estrategia) el problema es de falta de valentía, no de ignorancia. Es tiempo de valientes.
Mi gratitud a María y sus compañer@s, a Naty y a empresari@s como mi amiga Verónica (VMT), que van a actuar así y a triunfar aprovechando las oportunidades de esta compleja crisis.
Hoy, último domingo de agosto, te propongo dos canciones: una, de Laura Pausini con Juanes, ‘Mi libre canción’ (versión en castellano del precioso tema de Lucio Battisti: “il mio canto libero sei tu”). “Al lado tuyo, vendré/ si quieres tú”.
y el delicioso ‘Es por ti’ (1990) del dúo Cómplices: Teo Cardalda, ex Golpes Bajos, y su pareja, su cómplice, María Monsonis. Porque el tándem es la unidad mínima del Liderazgo.
En 2015 Cómplices publicó el álbum ‘Volver a empezar’. Es por ti, hazlo por ti.
La entrada Pymes: por dónde empezar para atajar esta Crisis se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.