Estoy aprovechando este fin de semana de descanso para preparar algunos temas. El lunes trabajaré con el equipo de dirección de una empresa cliente la proactividad (más necesaria que nunca en las organizaciones) y tengo pendientes algunos contenidos para la Fundación Human Age Institute, con acento en la S de los Social en su octava temporada, además del artículo para ORH del mes de mayo.
He encontrado tiempo para leer poesía. En concreto, la Antología Poética de Wyslawa Szymborska (1923-2012), premio Nobel de Literatura 1996. En sus poemas, sus recuerdos, sus normas morales, su condición femenina, sus amores. Su Autenticidad. Porque, como la Gran Dama de la poesía escribió: “la poesía se salva por los pequeños detalles”.
Y también, en gallego, a Claudia Castro. Nacida en la parroquia de Nosa Señora de Fátima de Castiñeirnho (Santiago de Compostela) el día antes de la Nochevieja de 1972, reside en Penelas (Teo) y pasa buena parte del tiempo, donde escribe esos poemas tan intimistas en Corme, en la Costa da Morte. Entre faros, percebes y pazos.
Claudia Castro, que estudió Periodismo y Filología Inglesa en la Universidad de Santiago de Compostela y Sociología por la UNED, ha ganado el I Premio Fin de Poesía en 2003, con De cando os anxos aínda tiñan sexo, el accésit del I Certamen de Microrrelatos de la Lonxa Literaria de Moaña, por Retrato dunha muda, el 2º premio del VI Certamen de Poesía Mariño en 2017, por Ela, muller en reconstrución y ha ganado el Certame de Poesía Xosé Manuel López Ardeiro en 2017 con Ser, corazón e boca.
Precisamente he estado leyendo ‘Ser, corazón e boca’ (2018). Versos atlánticos que beben de la tierra mágica de mis ancestros. 17 bellísimos poemas que llegan al corazón.
Te propongo uno de ellos, ‘A Casa’.
En Corme os nenos
xogan a esconderse do mar.
Tenho unha casa en Corme.
Non vexo o mar, pero sei que está cerca.
A casa non ten tellado,
as estrelas con caruncho acampan no faiado
e pola norte poño a radio para non sentir os ratos bailando.
Aquí o mar está interrompido
por gamelas verdes, azuis, vermellas. Bautizadas.
Está roto polo Roncudo. Pola Fin. Polo Cabo.
Aquí os versos saen para interrogarte
como as cabezas da xente,
como o neno loiro que nada no peirao,
é lider de grupo e desafíate cando pasas.
En Corme Porto os pensionistas
desgastan a Baralla do Bar de Lao que-non-se-chama-así.
E hai gatos, moitos gatos que nacen co sol.
A Rúa do Gafote é a paraíso dos gatos.
Tamén é o meu paraíso.
Fíxenme gata para emigrar a Corme
e vivir sen traballar.
Gañar o peixe resulta máis doado en porto do mar
e la mellor caldeirada cociñana as garzas.
En Corme o mar metéseche dentro.
Triste e calado. Intenso. Inexplicable.
Crávaseche.
Teño una casa en Corme e sei
que nunca será minha.
Alugouna.
Por sempre.
Gracias, Claudia, por tanta sensibilidad. Buenos tiempos para la lírica.
En otro orden de cosas (o no), he leído en Psychology Today el artículo de Ryan Mienec ‘Cómo ser más valiente‘. Las personas valientes rara vez son conscientes de que lo son. Hay tres tipos de valentía: la psicología, que se enfrenta a los miedos; la física, que se enfrenta a la adversidad; la adversidad moral (hace lo correcto aunque sea difícil). Benditos los valientes, porque superan las adversidades. Como Quijotes que son.
La Valentía es una de las 24 fortalezas del Carácter (Seligman). Es “no dejarse intimidar ante la amenaza, el cambio, la dificultad o el dolor. Ser capaz de defender una postura que un@ cree correcta aunque exista una fuerte oposición por parte de los demás, actuar según las propias convicciones aunque eso suponga ser criticado. Incluye la fuerza física pero no se limita a eso.”
¿Se puede aprender a ser valientes? Sí, en tanto que seamos conscientes y la practiquemos.
Es tiempo de valientes.
‘Brave’ (Valiente) de Sara Bareilles. “Say what you wanna say/ And let the words fall out/
Honestly I wanna see you be brave”.
La entrada Cómo ser más valiente se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.