Ayer cerramos con broche de oro el I Programa Executive de neuroLiderazgo Transformador que hemos celebrado en la Quinta da Auga con sesiones mensuales cada tercer jueves del mes desde noviembre. Mi gratitud a las directoras de APD Noroeste, Mercedes y Ana, a Enrique Ulloa (IDEO) por la iniciativa y a la decena de alumn@s de primerísimo nivel con quienes hemos compartido aprendizaje. Hay esperanza en el desarrollo del Liderazgo por parte de est@s grandes profesionales. Recuerda que sólo las empresas bien lideradas sobrevivirán en estos tiempos megaVUCA.
He leído el nuevo libro de Pedro Baños, ‘El poder. Un estratega lee a Maquiavelo’. Como sabes, el coronel Pedro Baños es un experto en geopolítica cuya trilogía anterior ha cosechado un gran éxito.
Pedro Baños parte de la concepción maquiavélica de “la malvada naturaleza humana” (una visión pesimista que impide una organización basada en la confianza) y de la Visión del líder (del “Príncipe” en la terminología de Maquiavelo) con La 4 C de (pensamiento) crítico, comunicación, colaboración y creatividad.
Conquistar el poder y sobre todo conservarlo, que es cuando el/la líder muestra su verdadera valía. ¿Cómo hacerlo: desde el temor, desde el amor, desde el respeto? Para el diplomático florentino, funciona mejor el temor que el amor, porque “el rencor nunca muere” y “hagas lo que hagas, te odiarán”. Al final, el afecto del pueblo es el arma más poderosa. La generosidad crea vínculos.
Abuso, avaricia y generosidad. Maquiavelo consideraba que “más vale pasar por avaricioso que por inútil”, nunca abusar del poder y evitar las alianzas innecesarias.
Y llegamos al meollo de la cuestión: ¿El fin justifica los medios? Pedro Baños lee a Maquiavelo desde el “o conmigo o contra mí”. La razón de Estado lo justifica todo.
El viejo Nick (nombre que en inglés se le otorga al diablo) da consejos para la manipulación: más vale pedir perdón que pedir permiso, nunca desperdicies una crisis grave, practica el sajo entretenimiento (desviar la atención). El éxito siempre genera envidia.
La fuerza y las leyes como instrumento de dominación. Es “el atractivo de tener más cañones” porque “de nada sirven buenas leyes sin buenas tropas”. En el Príncipe, la fuerza del león y la astucia del zorro: saber qué hacer no implica saber cómo hacerlo. Es el papel de la prudencia activa y de confiar para comprobar.
Suerte, valor y virtud. Que la suerte nos pille trabajando, entrenar (cuanto más entreno, más suerte tengo) y practicar la impetuosidad inteligente.
Apariencias y éxito: fingir, disimular, desviar la atención, desinformar e incluso mentir. Cada minuto nace un tonto crédulo, escribe Pedro Baños.
Premios y castigos. El autor nos cuenta que la ciencia avala el palo y la zanahoria (Daniel Pink, en su libro ‘La sorprendente verdad sobre qué nos motiva’, nos demuestra que la verdadera motivación es intrínseca y no externa).
La previsión como cualidad necesaria; en esto coinciden Maquiavelo y Baños (y un servidor: es lo que Bob Cialdini llama “pre-suasión”). Un líder debe ser capaz de vislumbrar el futuro porque “predecir te da poder”. Quien evita lo pequeño impide lo grande.
Cambiar según las circunstancias: afrontar el miedo al cambio, teniendo en cuenta que las prisas son malas consejeras.
Y finalmente los valores de un buen líder: la revolución de la confianza, la dignidad humanizada, el talento, la meditación.
La segunda parte del libro, tras los 16 capítulos escritos por Pedro Baños, es la reproducción del texto de Maquiavelo (26 capítulos).
Me ha parecido interesante la reflexión del coronel sobre la actualidad del maquiavelismo. En esta línea, la Dra. Imelda Rodríguez Escanciano publicó hace unos meses en su libro ‘Imagen Política. Modelo y Método’, prologado por Luis Bassat y con epílogo de José Antonio Marina, el capítulo sobre “Maquiavelo sin fricción”, que me parece más provocador.
La autora cita a la poeta norteamericana Siri Hustvedt: “La distorsión es parte del deseo. Siempre modificamos las cosas que queremos” y parte de la historia de Dominic Cummings, asesor de Boris Johnson: “como todo en la vida, en saber interpretar está la clave para que un asesor de imagen pública sin distorsión, es decir, recogiendo la esencia más íntima de sus teorías”.
Maquiavelo defiendo, siempre según Imelda Rodríguez, que el prestigio está en la utilidad. “El político debe evidenciar la excelencia activa permanentemente, denominada por Maquiavelo virtú“. El asesor debe fomentar en su “príncipe” la ferocidad y la amabilidad. La “crueldad” es la firmeza frente a sus rivales; la amabilidad, su compasión. La nueva misión del “spin doctor”, del consultor político (como fuera en su día Iván Redondo con el presidente Sánchez o lo son de momento Teodoro García Egea con Pablo Casado o Miguel Ángel Rodríguez con la presidenta Díaz Ayuso), “es la de ser coach real de los candidatos, dando solidez a su seguridad y libertad de acción, para no frenar su energía”.
“¿Se repara la aceptación popular?”, se pregunta la Dra. Rodríguez Escanciano. Se trata de separar el relato de la mentira, “pues son ámbitos diferentes y no complementarios”. Interpretar a Maquiavelo sin distorsión es apostar sin ambages por la Autenticidad (para un servidor, esta lectura ha sido todo un “eureka”). “El buen líder separa la paja del grano, lo inútil de lo fundamental, desde un optimismo que nace del amor por la sociedad. Son perfiles con una solidez profesional que no corren el riesgo de la materialización frágil de los liderazgos rápidos, hechos de euforia, pero nunca sostenibles”.
“Los líderes auténticos no son superhéores ni santos, ni hay cinismo en ellos, todo lo contrario, tan sólo destinan un humanismo rotundo (,,,) ¿Todos los asesores pueden fabricar dirigentes? Por supuesto que no” (Imelda Rodríguez). Ni en la época de César Borgia que describe Maquiavelo ni hoy en día. Se necesita pasión, compasión y fascinación. “La clave está, precisamente, en hacer que las cosas ocurran. Los consultores de imagen deben escoger las tácticas, pero también los momentos, las herramientas y los valores más portentosos de su candidato”. La autora explica los dos tipos de autenticidad: autenticidad gancho (la de López Obrador, Trump o Bolsonaro) y autenticidad plena (la de Sanna Marin, Justin Trudeau o Erna Solberg).
Mi gratitud al estrategia militar que nos ayuda a entender mejor a Maquiavelo y a la máxima exponente de la Comunicación Política
Las maniobras de teatralización son arriesgadas (lo estamos viendo ahora en el Partido Popular). Imelda nos regala en su capítulo sobre Maquiavelo sin distorsión “los once códigos de persuasión”: desde equilibrar la reflexión con la decisión a separar conceptualmente al candidato de las élites políticas para conectarlo con la ciudadanía. La creadora del Modelo y Método de Imagen Política nos ayuda a “usar bien a Maquiavelo”, con “la diligente participación de la ciudadanía en política como práctica casi obligada, para construir entre todos la fortuna social”. Así de revolucionaria es la Autenticidad en el Liderazgo.
Mi gratitud al estratega militar que nos ayuda a releer a Maquiavelo y a la máxima referente actual en Comunicación Política que fomenta, para los consultores de Liderazgo, a interpretar ‘El Príncipe’ desde la Autenticidad.
La canción de hoy, ’90 minutos’ en la versión masculina de Antonio José (La Voz). “Prefiero callarme a confesar/ Qué me haces sentir”.
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