Esta soleada mañana de primavera me he regalado una visita al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, con una guía muy experta, María Jesús Martín, a quien le agradezco su sabiduría y capacidad de comunicación. Una erudita que contagia de su pasión.
De este antiguo hospital y cárcel, obra de Sabatini, que iba a ser demolido y se ha convertido en uno de los vértices del “triángulo de oro” de los Museos (junto con El Prado y el Thysen), mi recomendación personal es la siguiente:
- Mujer en azul (1901) de Pablo Picasso, inspirado en el retrato de María Teresa de Austria pintado por Velázquez y por supuesto en los cuadros de Toulouse-Lautrec. Presentado en la Exposición Nacional de Bellas Artes, donde fue muy criticado.
- Retrato de Sonia Klamery (1913) de Hermenegildo Anglada-Camarasa. Una mujer-serpiente, en el Paraíso del París de la “Belle Epoque”, en la ápoca de los ballets de vivos colores de Nijinsky y la Paulova. “La condesa de Pradère puede dormir, blanca y hermosa, en su árbol de suaves collares naturales como en el seno de un árbol macho, intenso, que la protege y le da sombra de luna” (Francisco Umbral). Nadie vio venir la Gran Guerra que comenzaría un año después.
- La visita del obispo (1906) y La tertulia de café de Pombo (1920), de José Gutiérrez Solana, retratos de la “España negra” y de la Esperanza en la educación y la cultura, respectivamente.
- Hombre con Pipa (1925), de Joan Miró. ¿Quién no ve a ET en este cuadro? Y la anticipación de los satélites artificiales.
- Figura en una finestra (1925) de Salvador Dalí. Su hermana Ana María, mirando el Mediterráneo, parece que se toma un descanso. Con una contraventana, la de la derecha, nos sobra.
- También del genio de Cadaqués, El gran masturbador (1929). Lo que sintió por Gala cuando la conoció. Desde los traumas infantiles del pintor a la musa, como una Venus de Botticelli. Su vida cambiaría para siempre.
- De Ángeles Santos, Un mundo y Tertulia (1929). Una autodidacta que suscitó el entusiasmo de Gómez de la Serna, García Lorca o Giménez Caballero, fue encerrada en un manicomio por sus padres. Sus referentes, El Greco y El Bosco.
- The Endless Enigma (1939) de Salvador Dalí, El retrato de Federico García Lorca, entre dobles, triples, cuádruples interpretaciones. Cuanto más neuróticos estemos, más vemos en este sugerente cuadro.
- El profeta o San Juan Bautista (1933), de Pablo Gargallo. Anticipatorio, con las dos caras de Juno: el malestar, la felicidad.
- Y por supuesto, el Guernica de Picasso. El Gran Cuadro sobre la Guerra, ahora que estamos en (plena) III G M. Cuatro mujeres: la Piedad, la Esperanza,
Me parece fascinante la interpretación de José María Juarranz de la Fuente, catedrático de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, que ha dedicado 14 años a estudiar la obra, como cuadro autobiográfico (2018). El toro sería el propio Picasso, que se autorretrata en línea con Velázquez (Las meninas) y Goya (La familia de Carlos IV) a la izquierda de la obra. El caballo sería su esposa, Olga Khokhlova (lucha toro-caballo). La figura con el quinqué representa a su madre. Tres momentos clave en la vida de Picasso: el terremoto de Málaga, que ocurre cuando el futuro pintor tienen 3 años y 3 meses; la muerte de su amigo Carlos Casagemas (el guerrero muerto), el conflicto matrimonial con Olga. La madre, que el toro protege, sería su amante Marie-Thèrése Walter (con su hija, Maya, que cuando nace está a punto de morir) y el ave que pía, a Dora Maar. Cuando Paul Éluard y los poetas vascos Zerbos y Juan Larrea visitaron el taller donde Picasso tenía esta obra, Larrea exclamó: “¡Guernica!”. Así podría haber pasado a la posteridad.
¡Qué maravilloso país el nuestro, el de Velázquez, Goya, Murillo, El Greco o Tiziano; el de Picasso, Dalí y Miró, el de Solana, Anglada-Camarassa, Sorolla, Zuloaga, Pablo Gargallo o Ángeles Santos! Tenemos tanto que apreciar para sentirnos felices… El arte es lo que nos conmueve, lo que nos guía desde la sensibilidad.
‘Chica ideal’, de Sebastián Yatra y Guaynaa, es el tema nº 1 de Los 40 esta semana.
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