Ayer me sorprendió muy gratamente un artículo de María Elvira Roca Barea, ‘Historia y pandemias‘. Admiro mucho a la profesora Mª Elvira Roca, autora de ‘Inperiofobia’ (2016) y ‘Fracasología’, libros comentados en este Blog. Nacida en El Borge, Málaga, es licenciada en Filología Clásica y Filología Hispánica (2019). Es medalla de Andalucía del año 2018.
Desde los inicios de la Historia como disciplina, con Herodoto y Tucídides, se ha soslayado el peso del clima o de las pandemias en el devenir humano. Sin embargo, si consideramos la I Guerra Mundial (la Gran Guerra), un conflicto bélico que, como explica José Antonio Marina en su ‘Biografía de la Inhumanidad’, realmente nadie esperaba en plena euforia de la Belle Époque, su final se ha explicado por la extenuación de la parte alemana. Sin embargo, la mal llamada “gripe española”, la del 18, afectó especialmente a los jóvenes veinteañeros y fue la causa más certera de la conclusión bélica y la victoria aliada. “Las cifras de muertes de hombres jóvenes en los cuarteles y en las trincheras alcanzaron cifras escalofriantes. Hay que ver cómo se han machacado a sí mismos estos opresores heteropatriarcales”. Podríamos añadir que la I Guerra Mundial, y su resolución en falso que desembocó en la locura nazi y stalinista y en la II Guerra Mundial, supuso en la práctica un cambio de dominio: del británico al estadounidense.
La profesora Roca Barea se refiere también a la crisis del barroco en el siglo XVII. Tradicionalmente, achacada a la pésima gestión económica del Imperio hispánico (ya sabes qué eficazmente ha funcionado la leyenda negra). En realidad, se debió más a causas medioambientales que humanas, como demostró Geofrey Parker en su obra ‘El siglo maldito’ (2013). Una pequeña Edad del Hielo y una docena de erupciones volcánicas entre 1638 y 1643.
¿Qué decir de la Peste Negra de 1347? Su impacto en el fin de la Edad Media y el comienzo del Humanismo es incuestionable. “Las especias siempre habían sido caras, pero a raíz de la Peste Negra cuando la idea de que además tenían propiedades que defendían el organismo del contagio, especialmente el clavo”. Las especias valían más que el oro, sobre todo después de la caída de Constantinopla. Por eso, Colón iba a las Indias y tropezó con América, y Juan Sebastián Elcano dio la vuelta al mundo y regresó con un barco cargado de clavo, con una rentabilidad de más del 400%.
María Elvira concluye: “El rechazo a la Naturaleza o a la biología ha alcanzado el paroxismo en los últimos tiempos. Crece la religión del cambio climático y paradójicamente resulta que es el hombre el que afecta al clima y no al revés. El complejo humano de mega-importancia, siempre por delante. Es posible que después de este revolcón con el coronavirus salgamos todavía más tontos de lo que ya éramos, o sea, más narcisistas y más endiosados. Caeb, sin embargo, también la posibilidad contraria, que atinemos a recuperar alguna capacidad para discernir entre nuestros deseos y la realidad, y miráramos a nuestro alrededor con un poco de humildad.”
Gran lección de Humildad. Mi gratitud a la Dra, Roca Barea. Con Copérnico aprendimos que nuestro planeta no es el centro del Universo, ni siquiera del Sistema Solar. Con Darwin, que procedemos del mono. Con Freud, que nuestro consciente es muy limitado. Y ahora deberíamos aprender que los seres humanos somos un juguete de la Historia, del clima, la Naturaleza y las pandemias. Por cierto, esta III Guerra Mundial, guerra encubierta contra el maldito virus y quienes salen beneficiados del mismo, es el cambio de dominio de Occidente al país central de Oriente, no nos quepa duda. Ya hay más “mil millonarios” (Billionaires) en Beijing que en Nueva York (Forbes, dato de hoy), síntoma de la nueva era. Con 33 nuevos super-ricos en 2020, primer año de la pandemia, Pekín cuenta con un centenar de ellos frente a los 99 de la ciudad de los rascacielos. 484.300 M $ en la capital de la RPChina (el más rico, Zhang Yiming, empresario de internet y fundador de TikTok), 560.000 M $ en “La Gran Manzana” (el más rico es el alcalde de 2002 a 2013, Michael Bloomberg, actual Enviado Especial del Secretario General de Naciones Unidas para la Ambición Climática y Soluciones)
Históricamente, de las pandemias no ha se salido con una “nueva normalidad”, con la “desescalada”, sino en un nuevo tiempo. A la vez, sabios como José Antonio Marina o Adela Cortina insisten en el escaso nivel de aprendizaje de esta cuádruple crisis sanitaria, medioambiental, económica y social. Luces cortas y luces largas. A corto plazo aprendemos poco o nada; a medio y largo, lo cambia todo. Resetea o desaparece.
Cuidado con el “síndrome de la rana hervida”. Al parecer, Adam Grant ha hecho la prueba (lo cuenta en su reciente ‘Piénsalo de nuevo’) y las ranas “son más listas” que todo eso. Si ven su vida en peligro, saltan para escapar. Los seres humanos, sin embargo, nos acomodamos, nos volvemos soberbios, nos autoengañamos, nos creemos nuestras propias mentiras por sesgos cognitivos y mecanismos de defensa como la racionalización, que no es precisamente el razonamiento.
La canción de hoy, de Jorge Drexler, ‘La edad del cielo’. Gracias a Luis Castellanos por la recomendación.
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