Jornada entre sesión de coaching con una emprendedora del sector inmobiliario y la preparación de las dos sesiones de la semana que viene: con el Human Age Institute el martes 23 para hablar de ‘Diversidad, Digitalización y Talento, así se construyen organizaciones poderosas’ y con Telefónica Empresas para tratar el LCTV (Liderazgo Tras el CoronaVirus).
Me considero economista (especialidad: Economía del Talento) y por ello me apasiona la economía conductual. En estos momentos de pandemia y confinamiento, los economistas conductales (Behavioral Economics) pueden estudiar, por ejemplo, el impacto de la presión social en los estadios deportivos. El Dr. Alain Samson, doctor en Psicología Social por la London School of Economics y creador de behavioraleconomics.com, ha publicado en Psychology Today el artículo Por qué a los economistas les encantan los estadios vacíos.
Hay numerosos estudios sobre el comportamiento humano en sociedad, la mayoría por su impacto en la salud. Pocos, relacionados con el deporte. Pensemos en el fútbol, que desde el estado de alarma ha privado a los aficionados de acudir al estadio de su equipo. ¿Sienten los clubes esa ausencia en sus resultados= Si pensamos en los últimos cinco en la tabla de la Liga Santander (de momento, porque quedan 11 jornadas): la SD Huesca, el Eibar, el Alavés, el Elche y el Valladolid, ¿se han visto afectados por el vacío de Alcoraz, Ipurúa, Mendizorroza, el Martínez Valero y el nuevo Zorrilla? Intuitivamente, podemos tener claro que sí.
El economista Vincenzo Scoppa (Universidad de Calabria) ha publicado en ScienceDirect un análisis de las cinco mayores ligas europeas (las de España, Inglaterra, Italia, Alemania y Portugal) y ha comparado los encuentros actuales, sin público, con los anteriores. ¿Afecta la presión social al rendimiento de los jugadores y a la actuación del árbitro? Los equipos de casa ganan 50 puntos porcentuales más (1’61 vs 1’11) cuando los aficionados están presentes; sin ellos, la diferencia se reduce a 28 puntos porcentuales, casi la mitad. En los partidos antes de la pandemia, los equipos de casa metían en goles por partido 35 puntos porcentuales más (1’49 vs 1’14); sin espectadores, la diferencia se reduce a 20. Por tanto, el “jugador nº 12” no es un jugador, sino cinco. La ventaja es similar en tiros a puerta y córners.
Los árbitros, que son considerados imparciales, también están sometidos a la precisión social. Cuando el estadio estaba lleno, pitaban más faltas a favor del equipo de casa; con estadios vacíos, las mismas a unos y otros. La ventaja de campo por el apoyo de los seguidores es una realidad.
Moraleja para entrenadores como Pancheta, Mendilíbar, Abelardo, Fran Escribá y Sergio: en la mente de sus futbolistas deben lograr que la ventaja de campo no dependa del griterío del público. No es nada fácil, pero les puede llevar a la permanencia.
‘A por ellos, oé’, la canción de la banda del capitán canalla
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