Penúltimo domingo de octubre. En apenas dos semanas, la Fiesta de Todos los Santos.
Tengo el honor y el placer de participar hoy en el Blog de Marta Grañó, la gran especialista en emprendimiento y en liderazgo inclusivo, para hablar de Estrategia. Cuanto más VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo) sea nuestro entorno, más necesario es que elaboremos una Estrategia a tres años y un Plan de Acción para los próximos 90 días. Espero que te guste este artículo “a cuatro manos”. Muchas gracias, Marta, por la iniciativa.
He estado leyendo ‘Por qué la infancia. Sobre la necesidad de que nuestras sociedades apuesten definitivamente por los niños y las niñas (2019) de Francesco Tonucci. Nacido en Fano, Italia, en 1940, el profesor Tonucci es psicopedagogo y dibujante de viñetas, y se considera “niñólogo” por su especialización en el desarrollo de la infancia. Premio UNICEF Comité Español 2019, ha analizado como pocos el pensamiento y la conducta infantiles en relación con la familia, la escuela y la ciudad. Con el seudónimo de Frato, dibuja viñetas sobre el ámbito educativo.
Tonucci dedica el libro a su hijo Francesco, que un día, con menos de 3 años, dijo “He descubrido” (formidable construcción). No se trata de un texto de pedagogía ni un proyecto de educación, sino un testimonio personal, emocional. Una apuesta por el niño, no por el adulto del futuro. Y cita a Janusz Korczak (1878-1942), pediatra y educador polaco que murió junto a sus niños del orfanato judío en la cámara de gas de Treblinka, padre de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989: “Es como si hubiera dos vidas, una seria que se respeta y otra inferior que se tolera con indulgencia”.
“La mente no necesita, como un vaso, ser llenada, sino más bien arder como la madera; necesita una chispa que la encienda y la infunda la necesidad de saber más y el deseo de encontrar la verdad” (Plutarco, El arte de escuchar). El sabe sabe esperar. “En verdad os digo que no os convertís y os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos” (Mt. 18,3). “Si existe alguna esperanza de vida y de salvación sólo puede venir del niño, porque el niño es el constructor del hombre” (María Montessori). “Cuando tenía su edad dibujaba como Rafael. me llevó toda una vida aprender a dibujar como ellos” (Pablo Picasso).
El profesor Tonucci lleva sus reflexiones a la familia (el largo camino hacia la autonomía, la importancia del parque, los buenos juguetes, el verbo “dejar”), a la escuela (la niña bailarina, el artículo 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989: “la educación del niño deberá estar encaminada a desarrollar su personalidad, sus aptitudes y su capacidad mental y física hasta el máximo de sus posibilidades” y la Constitución del 78 en su art. 27: “La educación tendrá como objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana”; el derecho a la felicidad; de las aulas a los talleres y laboratorios; mezclar las edades; escuchar a los niños; formar buenos maestros), en la ciudad (dejarles salir solos de casa; más allá de la protección, la ciudadanía). Tonucci propone que los niños tengan derecho al voto, para que tengan relevancia en las decisiones políticas.
En el libro se incluye el poema de Loris Malaguzzi (1922-1994) sobre las diferentes maneras de expresión de los pequeños: «Los cien lenguajes de los niños»
Y, del mencionado Janusz Korczak, en los años 30, la Carta Magna de los Derechos del Niño: “El niño tiene derecho al amor: “Amad al niño, no sólo al vuestro”. El niño tiene derecho al respeto: ”Pidamos el respeto hacia los ojos brillantes, las frentes lisas, el esfuerzo juvenil y la confianza. ¿Por qué unos ojos apagados, una frente arrugada, cabellos grises mal peinados, o una fatigada resignación exigirían un respeto mayor?” El niño tiene derecho a las mejores condiciones para su crecimiento y su desarrollo: “Pedimos que sean suprimidos el hambre, el frío, la humedad, los olores nauseabundos, la superpoblación, la masificación”. El niño tiene derecho a vivir en el presente: “Los niños no son las personas de mañana, son las personas de hoy”. El niño tiene derecho a ser él mismo o ella misma: “Un niño no es un billete de lotería, destinado a ganar el premio mayor”. El niño tiene derecho a equivocarse: “Renunciemos a la ilusión de tener niños perfectos”. El niño tiene derecho a ser tomado en serio: “¿Quién pide su opinión o su consentimiento al niño?”. El niño tiene derecho a ser valorado por lo que es: “Al niño, por ser pequeño, se le da poco valor”. El niño tiene derecho a desear, pedir, reclamar: “Con los años, la distancia entre las demandas de los adultos y los deseos de los niños se distancian progresivamente”. El niño tiene derecho a tener secretos: “Respetad sus secretos”. El niño tiene derecho a una mentira, un engaño, un robo ocasional: ”No se le da el derecho a mentir, a engañar, a robar”. El niño tiene derecho a que le respeten sus bienes y su presupuesto: ”Todos tienen derecho a hacer respetar su propiedad, sea cual sea la escasa importancia o valor”. El niño tiene derecho a la educación. El niño tiene derecho a resistir las influencias educativas que entran en conflicto con sus creencias: “Es bueno para el género humano que seamos incapaces de obligar a los niños a abdicar de su buen sentido y su humanidad”. El niño tiene derecho a protestar contra una injusticia: ”Debemos acabar con el despotismo”. El niño tiene derecho a tener un tribunal de niños donde pueda juzgar y ser juzgado por sus iguales: ”Nosotros somos los únicos jueces de las acciones del niño, de sus movimientos, de sus pensamientos y sus proyectos. Yo sé que un Tribunal de niños es indispensable, que dentro de cincuenta años ni una sola escuela, ni una sola institución estarán desprovistos de él”. El niño tiene derecho a ser defendido ante un tribunal de justicia especializado en la infancia: ”El niño delincuente es todavía un niño… Desgraciadamente los sufrimientos generados por la pobreza se propagan como los piojos: sadismo, crimen, grosería y brutalidad se nutren de ella”. El niño tiene derecho a que respeten su tristeza: ”Ni que sea por la pérdida de una simple piedra”. El niño tiene derecho a conversar íntimamente con Dios. El niño tiene derecho a morir prematuramente: ”El amor profundo de la madre por su hijo debe dejarle el derecho a morir prematuramente, a tener un ciclo de una o dos primaveras. No todos los arbolillos se convierten en árboles”.
Tonucci dedica las últimas 20 páginas del libro a regalarnos sus viñetas como Frato: un día los pupitres florecerán.
Gran libro. Mi profundo agradecimiento al maestro Tonucci y a Jorge Ruiz (Fundación Promete) por habérmelo recomendado.
La canción de hoy, ‘On my own’ (Por mí misma) de Nikka Costa.
La entrada Por qué debemos apostar por la infancia se publicó primero en HABLEMOS DE TECNO TALENTO.