Me gusta seguir la ceremonia de los premios Princesa de Asturias desde el teatro Campoamor de Oviedo, porque son nuestros “premios Nobel” y marcan la temperatura nacional. Anoche salimos de cena y la he visto esta mañana. SM El Rey Felipe VI, un gran Jefe del Estado, hizo un llamamiento a los políticos para lograr un gran esfuerzo de entendimiento y concordia con el fin de que el interés prevalezca y pone como ejemplo a los españoles y pidió a las instituciones la máxima integridad y rectitud.
Cuestión de Liderazgo. El Liderazgo TCV (Tras el CoronaVirus) es un “círculo dorado” (Simon Sinek) con un propósito, un modelo y un método. El “para qué” es obtener sinergias, o mejor megasinergias (juntos, mucho más que por separado). Los seres humanos o multiplican porque suman o restan porque dividen. Así de simple. No hay líder sin equipo ni equipo sin líder: una máxima que se cumple como la ley de la gravedad.
El qué son dos de las “4i” del modelo de NeuroLiderazgo de About My Brain: la inspiración (una visión estratégica, una mirada de grandeza hacia el futuro) y la integración (precisamente la integración que pide nuestro monarca a los dirigentes). ¿Cómo lograrlo? De una forma imaginativa (la creatividad de donde parte el entendimiento) e intuitiva. Así es una sociedad RICA en talento: con Rendimiento, Innovación, Colaboración y Agilidad.
Disponemos de la capacidad de medir nuestro NeuroLiderazgo de forma científica, como lo han hecho más de un cuarto de millón de directiv@s en todo el mundo. Sin embargo, la inmensa mayoría de nuestros políticos nacionales, autonómicos y locales cuentan con muy poca capacidad de inspirar, integrar, imaginar e intuir. Si no mides, no consigues (desarrollarlas). ¿Llegará un momento en el que la ciudadanía EXIJA a sus candidatos que demuestren objetivamente su capacidad de liderar con efectivamente? Creo sinceramente que será antes que después. Hay demasiado en juego para que esta “sociedad del espectáculo” sea tan banal.
He estado leyendo ‘Menos tech y más Platón” (Los fuzzies y los techies, en el original inglés), inversor del Silicon Valley que ha formado parte de Google, Facebook, Harvard y del Consejo de Innovación de la Casa Blanca.
En la Universidad de Stanford, l@s “fuzzies” (confus@s) son l@s que han estudiado LIberal Arts (Humanidades) y l@s techies (tecnológic@s) las de carreras STEM. Son numerosos los casos de humanistas en compañías tecnológicas: Stewart Butterfield (Slack), Reid Hoffman (LinkedIn), Peter Thiel (PayPal) , Alex Karp (Palantir), Ben Silberman (Pinterest), Joe Gebbia y Brian Chesky (Airbnb), Carly Fiorina (HP), usan Wojcicki (YouTube)…
¿Para qué sirven l@ humanistas en un mundo digital? Para pasar de los datos de la información al conocimiento y el “expertise” (la sabiduría) por su capacidad conductual, sanamente crítica y de criterio Los estudios humanistas enseñan a discernir, a separar el grano de la paja. Luciano Floridi, profesor de Ética y Filosofía en Oxford, en el Instituto de Internet, ha escrito La Cuarta Revolución: Cómo la infosfera está remodelando la realidad humana, critica a Chris Anderson (The Long Tail) en su argumento de que suficientes hechos pueden hablar por sí mismos. Platón nos enseñó que los datos nunca hablan por sí mismos porque necesitan de “cuestionadores inteligentes”. También lo constató Voltaire: el talento de una persona no está en sus respuestas sino en sus preguntas.
En 2015, la NACE (Asociación Nacional de Universidades y Empleadores) consideró la capacidad de trabajar en equipo (un servidor prefiere llamarlo “hacer equipo”) como la principal cualidad de los recién graduados para su empleabilidad En el Proyecto Aristóteles de Google sobre sus equipos, el hecho de que el jefe directo saludara a un empleado el primer día de trabajo elevaba su productividad ¡un 15%! En la misma línea, el estudio de Carnegie Mellon, MIT y Union College demostró que “el motor del talento colectivo es la contribución”. Para ello, es imprescindible una “sensibilidad social elevada” (¿empatía?). Estamos en la democratización de las herramientas tecnológicas, con algoritmos que nos ayudan y no deberían dominarnos (si no nos dejamos), en la necesidad de una tecnología ética que proteja la libertad y en toda una revolución del aprendizaje (la educación para “forjar el carácter”, como nos enseña el maestro José Antonio Marina) con el profesor como líder-coach.
Un libro muy interesante. Necesitamos humanistas tanto como tecnólog@s en los equipos de dirección, en los gobiernos y en todas las comunidades humanas.
Mi apoyo a Granada y Salamanca, ciudades universitarias confinadas en estos momentos. La cultura y la educación no pueden estar limitadas.
Y la historia de tres Leonor: Leonor de Borbón, la princesa de Asturias (2005), que ayer en la gala realizó un magnífico discurso apelando a la responsabilidad de los jóvenes frente a la crisis sanitaria.
Leonor de Aquitania (1122-1204), la primera “influencer” de la historia, protagonista de la novela de Eva García Sáenz de Urturi (Trilogía de la ciudad blanca), titulada Aquitania. La reina Leonor, amiga de Hildegarda de Bingen, se separó de su marido el rey de Francia para casarse con quien amaba, el rey de Inglaterra. Eva investigó en la región francesa: Poitiers, Burdeos, la abadía de Fontevrault. Aquitania merece un próximo viaje.
Mi buena amiga la Dra. Leonor Gallardo, catedrática de Gestión del Deporte de la UCLM (Universidad de Castilla-La Mancha), con la que he escrito una docena de libros sobre Liderazgo en el deporte, es conferenciante, investigadora y dirige el IGOID. Investiga desde hace más de 25 años desde instalaciones deportivas hasta el talento de Leo Messi o Cristiano Ronaldo (“licencia para ganar”). Ayer participó en el III Foro eBusiness de Canarias sobre Economía Digital e Innovación, con gran éxito.
Leonor puede provenir del griego “Éleos”, compasión, la forma más elevada de la Empatía, o del bretón “Eliennen”, chispa. Además de estas tres Leonor, en la historia destacan Leonor de Castilla (reina de Ingletarra, hija de Fernando III el Santo), Leonor de Austria (reina de Portugal y Francia) y más recientemente Eleonore Roosevelt (1884.1962), Billie Holliday (1915-1959) y Leonor Waitling (1975). Un nombre trisilábico con mucha fuerza, como Jimena, Adriana o Alicia.
De la actriz y cantante Leonor Waitling (Marlango), ‘Dime que llegaremos lejos’.
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