Ya estamos en agosto. Este año, más que nunca, el mes de la reflexión o el mes de la desaparición, como profesional, como organización, como país. No hay tiempo que perder.
Cada vez que me preguntan cómo le va a ir a España , a nuestro país, en esta nueva crisis, recuerdo la famosa frase de Fernando Savater: “No os preguntéis qué va a pasar, sino qué vamos a hacer para que pase”. Retomo de la red una intervención suya en Ronda de los Tejares, Córdoba, hace siete años: “Sólo va a ocurrir lo que dejemos que ocurra. Solo va a pasar lo que dejemos que pase. No hay nada escrito en el cielo. No hay nada escrito en las estrellas”. Esa infantil idea de la predestinación marcó el capitalismo pero no nos sirve en el talentismo. Ocurrirá lo que hagamos que ocurra: visión y acción.
En aquella brillante exposición, el autor de ‘Ética para Amador’ citó a Albert Camus, premonitorio de esta pandemia con su novela ‘La peste’: “Él siempre recordaba que solo nos tenemos los unos a los otros para dar sentido a la vida. Así, explicamos también qué es la democracia: el régimen más modesto que hemos inventado: el que para que funcione solo hace falta la opinión de los demás, tanto para acertar como para equivocarnos. Pero siempre juntos”. Una democracia española, fruto de una impresionante transición, que hemos pervertido y degenerado en una “riña a garrotazos” con mentiras frecuentes en sede parlamentaria.
Pero volvamos a Savater y a su coloquio cordobés. ¿Cómo salimos de ésta, con más de 8 millones de desempleados (mi profesor David Anisi, siempre recordado como uno de los grandes economistas españoles de las últimas décadas, insistía en que “los únicos parados son los muertos”)? Con Solidaridad. “Recuerdo una charla que di en un pequeño pueblo de Colombia a unos niños. Les pregunté qué era para ellos la solidaridad. Y uno me contestó: ‘Es como cuando hacemos una fiesta en el pueblo y al día siguiente está todo sucio. Entonces, uno anima al resto a limpiar con él. Y todos se ponen manos a la obra, pero al poco, uno se va porque le duele la espalda, otro porque tiene a su familia sola, otro porque está cansado. Y al final, uno se queda completamente solidario”. Solidaridad que depende de la Educación y a la que deberían estar apelando gobierno y oposición, desde la credibilidad y el ejemplo. En eso consiste el Liderazgo, en conseguir “hacer equipo” y que afloren las sinergias desde objetivos ambiciosos.
Savater no se quedó ahí. Fomentó el diálogo: “Vamos a pasar juntos un rato y vamos a intercambiar ideas. Porque para escuchar sin responder, ya tenemos a la televisión” (¿no sería bonito que los debates parlamentarios fueran de verdad debates, conversaciones de aprendizaje?). Citó a D. José Ortega y Gasset, en una de mis frases favoritas: “Lo que nos pasa es precisamente que no sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa”. Añadió: “Y nos preguntamos qué podemos exigir a los más pobres cuando los más beneficiados de la sociedad engañan, mienten y roban. Un momento en que parece que la moral puede que no haga falta. Eso lleva a la desmoralización”. Porque los conceptos éticos HAY QUE TRANSMITIRLOS. En eso consiste la Educación. “La educación para todos supone la lucha contra la fatalidad; la esperanza para el hijo del pobre de cambiar las cosas”.
A nadie se le escapa que en nuestro país la Educación se ha utilizado y se utilizar no como fuente de libertad y de criterio, no como ascensor social individual y colectivo, sino como arma política. “Son pocas las generaciones de estudiantes que, en democracia, han empezado y terminado con un mismo sistema. Y eso es uno de los males de este país. Los planes son solo palabras en un papel. La LOGSE, la LOMCE… Todas tiene cosas buenas y malas. Pero se han sucedido de una forma tan rápida que son un verdadero problema”, “Algunos intentamos crear una especie de pacto de estado para que la educación fuese intocable, independientemente del signo político que gobernase. Y ha sido imposible. Así hemos terminado con asignaturas como Educación para la Ciudadanía -que de tan obvia y necesaria me da vergüenza defenderla- que ha sido tildada casi como una asignatura para la pederastia…”.
Savater ironizó sobre la falta de proyecto: “El político que piensa con 20 días vista ya se le llama un visionario” y sobre que nadie queda sin ser educado (una reflexión similar a la de Moliére sobre hablar en prosa): “El pueblo es siempre quien va a educar. El problema es quién lo hace, si lo buenos educadores o los malos”. “Hay quien dice que la familia es la única que puede hacerlo. ¿Pero qué pasa si alguien cae en una familia como las que existen de donde yo vengo [el País Vasco] en la que dicen que matar a un Guardia Civil es correcto? Pues no, los educadores profesionales deben estar ahí explicar que eso es discutible y que hay otras vías”.
Educadores profesionales, más necesarios que nunca en una crisis. “Todos los valores morales nacen de las crisis”, recalcó Savater. “La crisis moral surge cuando vemos que ocurrir lo que no debería pasar. La comezón, la mala conciencia, nacen cuando hacemos lo que no queremos hacer”. Y todo eso, a pesar de que buscamos siempre la virtud. “La virtud es aquello que buscamos porque sabemos que lo necesitamos para vivir. Necesitamos ser buenos con el resto porque sabemos que somos vulnerables y mortales. Y ahí surge la ética, de las crisis; de esos momentos en que hay circunstancias inesperadas que nos sitúan a cada uno frente a lo que realmente somos: habrá quienes ayuden a los demás y quienes se aprovechen de la debilidad para beneficio propio”. Sólo saldremos adelante desde el propósito, desde los valores vividos, desde la areté, desde la virtud.
En un auditorio muy heterogéneo, Savater reivindicó a Baruch Spinoza (1632-1677), filósofo holandés descendiente de sefarditas españoles: “La mayor riqueza de los seres humanos son los seres humanos. No hay nada más útil para un ser humano que otro ser humano”. Porque “necesitamos la relación, la proximidad, el contacto, para vivir unos con otros. Necesitamos a la humanidad para sentirnos humanos”. El virus que reseteó el capitalismo puede hacernos confundir la seguridad sanitaria con la pérdida de contacto humano.
Finalmente, la política, hoy tan denostada. ““En democracia todos somos políticos. Si nos dicen que el estado del bienestar está en crisis es por culpa de los gestores, no porque el sistema no funcione. Busquemos nosotros las soluciones. Tenemos que controlar a quienes ocupan los puestos de responsabilidad y controlar cómo se manejan las finanzas. Debemos controlar, no delegar en los gobiernos o en los demás”.
Mi profunda gratitud a Fernando Savater, de quien siempre aprendo tanto, y a los grandes filósofos españoles, desde José Antonio Marina a Adela Cortina y Victoria Camps, pasando por Javier Gomá o Javier Sádaba.
En definitiva, como nos enseñó el Nobel Jacinto Benavente:
La suerte de nuestro país depende del talento (poner en valor lo que sabemos, queremos y podemos hacer). La suerte es “preparación más oportunidad” (Voltaire). La oportunidad, en esta triple crisis sanitaria, medioambiental y económico-laboral, es absolutamente única. La preparación es escasa.
Este año no se ha podido celebrar el curso sobre la Transición Española de la UEMC, del que se han impartido cuatro ediciones. Tuve el grandísimo honor de escuchar en 2019, en la Casa Revilla (18 y 19 de julio) a Victoria Prego, a Adolfo Suárez Yllana, a Maite Pagazaurtundua, a Javier Izquierdo, a María Blanco, a Jesús Quijano, a John Müller, a Gregorio Luri, al obispo Luis Argüello entre otros. Mi gratitud a Miguel Ángel Quintana, artífice del Curso. Ante el fantasma de la Guerra Civil, personalidades como Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Felipe González, Manuel Fraga, Pujol o Arzálluz diseñaron y ejecutaron una transición única, porque se jugaban mucho (oportunidad) y estaban preparados. El mérito se impuso a la ideología, y por tanto la necesidad de un futuro a la mediocridad.
42 años después de nuestra Constitución, en el país de la Constitución de Cádiz, el presidente del gobierno ha sido acusado de plagio de su tesis doctoral (2012), con varios cortapegas que ponen en duda la integridad académica… y ha escurrido el bulto. La sociedad española en general ha mirado para otro lado, porque la educación no importa. El líder de la oposición al parecer aprobó de golpe media carrera el año que logró su escaño (2007). La sociedad española en general ha mirado para otro lado, porque la educación no importa. Masters regalados a presidentes de comunidades autónomas, mandos policiales, más de 15 diputados con curricula modificados… Porque la educación no importa. España es el país más preocupado por el desempleo (junio 2020), pero la educación, que es la clave para la empleabilidad a través de nuestra capacidad de aprender, no está entre las 12 preocupaciones principales. En la sociedad del aprendizaje, tratar de vivir de sol/playa y ladrillo condena a la miseria.
Un país como el nuestro que desdeña la educación es un país que desdeña el conocimiento, a los educadores y a los auténticos expertos, a los especialistas en cada campo.
Nos acabamos de enterar de que la supuesta “Comisión de Expertos” para la desescalada nunca existió. Gravísimo. A nuestros compatriotas no parece importarles. Somos el país con más políticos y asesores (400.000, uno por cada 115 habitantes). Alemania, con 16 lander y una mayor descentralización que España, tiene la cuarta parte (uno cada 800 habitantes). Asesores los nuestros que en su gran mayoría no son expertos sino “cuñados”, amiguetes, gente de confianza sin solvencia intelectual. En una crisis sin precedentes, el Gobierno actuó sin equipo de expertos, con un Ministro de Sanidad licenciado en filosofía y alcalde de La Roca del Vallés y un director del CCAES, héroe o villano, epidemiólogo con escasas dotes de didáctica y oratoria, muy lejos de la excelencia en la imagen política. Hemos echado a faltar a los expertos también en la oposición, en los gobiernos de la mayoría de las CC AA, en los sindicatos, en la patronal, en gran parte de las empresas, pymes o grandes. Cuando la experiencia no se aprovecha, el país repite errores infantiles.
En mi libro ‘El virus que reseteó el capitalismo’, me propuse humildemente aprender de los expertos. De más de 60. De pensadores como Marina, Adela Cortina, Byung Chul-Han, Harari, Nuccio Ordine o Jonathan Haidt. De economistas como Emilio Ontiveros, Mariana Mazzucato, Rafael Doménech o Andrés Pedreño. De comunicadores como Mónica Galán, Teresa Viejo, Luis Castellanos, Mario Alonso Puig, o José Manuel Zapata. De motivadores como Marta Grañó, José Mª Gasalla o Rubén Turienzo. De ejemplos de valores como Jorge Carretero, Yan Lianke, José María Cervera, José Andrés o Xavier Marcet. De comunicadores como José Antonio Llorente o David González Natal. De tecnólogos como Kai-Fu Lee o Silvia Leal. De geoestrategas como Pedro Baños, Yan Xuetong o David Kilcullen. En esta “sociedad del espectáculo” plagada de temerarios opinantes, los verdaderos especialistas marcan la diferencia entre el acierto en las decisiones y los errores asnales.
Expertos como María Lahuerta, epidemióloga en Columbia University: “Necesitamos test accesibles y rápidos para volver a la normalidad“. La triple T: Test-Track-Trace. Ante los rebrotes, ¿no habremos aprendido la lección y volveremos a confinarnos “a cascoporro” en lugar de aplicar los test y la trazabilidad? Sergio Romagnani, eminencia mundial en inmunología (81 años): la clave es la anticipación y realizar test preventivos. En el Véneto, donde se siguieron sus consejos, 662 fallecidos por coronavirus; en Lombardía, más de 15 veces más.
La ignorancia siempre fue atrevida, y en estos tiempos megaVUCA excede la mayor temeridad. Lo diré una vez más: o apostamos por la Educación, llamémosla como la llamemos (Learnability, Reinvención, Reskilling) o estaremos sembrando en tierra estéril.
En la Conferencia de Presidentes Autonómicos de ayer en San Millán de la Cogolla, cuna del castellano y el esukera, presidida por el Jefe del Estado, se habló del “maná” europeo y que se entregará por proyectos. El primer dinero, a partir de primavera. De momento, críticas de trato de favor, de “déficit a la carta” y de ausencia de diálogo real. ¿El precedente? El Plan E del presidente Zapatero (2008-2009): costó 13.000 M € (ahora esperamos de Bruselas 140.000 M €) y por cada millón no se generaron ni seis puestos de trabajo.
Nuestro país, que no quiere creer en los expertos porque no aprecia la educación ni la experiencia, se dispone a malgastar un centenar y medio de miles de millones de euros en proyectos sin un criterio previo de utilidad. Así desperdiciamos el Talento por falta de Liderazgo.
Quiero volver a Fernando Savater. Sara Torres Marrero, conocida como “Pelo Cohete” ha sido el gran amor de su vida. 35 años juntos. Cuando ella falleció, al filósofo se le agotaron las luces. En una entrevista de Lorena Maldonado, Savater mostraba su deseperación: “Si ahora que ha muerto mi mujer regresa ETA y me mata, me hace un favor”.
La alegría que reconocemos por el ruido que hace al marcharse. ¿Qué es el Amor? “Es algo que conoces cuando te está pasando pero no es fácil explicárselo al vecino. Cuando a San Agustín le preguntaban qué era el tiempo, decía “si no me lo preguntas lo sé, pero cuando me lo preguntas, ya no lo sé”. Sólo lo identificas cuando lo tienes. La descripción es impresionista. Sólo sé lo que no es: no es un amorío de fin de semana (hay amoríos de fin de semana que duran años). No, no. No es lo prescindible. Si puedes prescindir de ello, no es amor.” En sus palabras: “El amor romántico es el único amor; que diga que no, que se vaya a tomar por c…” Savater confiesa: “A mí me gustaba verla vivir. Nada más que verla vivir. Me gustaba mirarla”.
Si no hubiera conocido a Sara, ¿habría amado así? “Eso lo pienso a veces, ¿eh? Y me parece imposible. La respuesta auténtica es que no lo sé, pero a mí me parece imposible que con otra persona hubiese podido tener todo lo que he tenido con ella. Te confieso que no me lo puedo imaginar. Lo que he sentido por ella…” El amor, cree Savater, es hacer insustituibles a las personas. “El hacer cosas por la otra persona en el amor da mucho placer. Una de las cosas que más placer da es saber que algo le va a gustar al otro. Acertar. Esto de “ya sabía yo…”. Yo me he pasado la vida pensando en pequeñeces para sorprenderla, y cuando atinaba, me sentía feliz. Cuando amas eres muy exigente y eres muy vampiro, y quieres que el otro esté feliz. Cuando amas te encuentras más desamparado. Yo me siento vulnerable. Me duele la cabeza y pienso: ¿quién me va a salvar ahora? Ahora me aterra cualquier cosa. Sin ella.”
Don Fernando desearía reencontrarse con su Amor en la otra vida –para tomar un café, para sorprenderse de nuevo, para entregarse con todo– pero él no cree en lo trascendente. Una lástima: la Fe mueve montañas.
En su libro ‘La peor parte’ (una declaración de nostalgia), el filósofo vasco ha escrito: “Después del amor no hay nada. Uno se queda hueco. Exhausto. Mutilado. Errático. Vulnerable como un niño, de nuevo, pero mucho menos valiente. Después del amor no hay vida. Quizá sólo quede eso de lo que hablaba Umbral en Mortal y rosa, “un universo fluctuante, como dicen que es Júpiter”.
Un servidor tenía que encontrar el momento de leerlo. Este fin de semana ha llegado, para empezar las vacaciones. Gracias, maestro, experto en ética y felicidad.
Ha fallecido Alan Parker, uno de mis directores favoritos. El Expreso de medianoche (1978), Fama (1980), Después del amor, Pink Floyd: The Wall (1982), Birdy (1984), El corazón del ángel (1987), Missisipi Burning (1988), Bienvenido al paraíso (1990), The commitments (1991), El balneario de Battle Creek (1994), Evita (1996), Las cenizas de Ángela (1996) y sobre todo ‘La vida de David Gale’ (2003), el mejor alegato fílmico contra la pena de muerte. Kevin Spacey, Kate Winslet, Laura Linney.
De él, ‘Your smile’
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