Ayer, además de empezar a leer juntos mi hija Zoe y un servidor las ‘Medtaciones’ de Marco Aurelio (hemos terminado ‘El Hombre en Busca de Sentido’) volvimos a ver la película ‘Les Misérables’ dirigida por Tobe Hooper (‘El discurso del Rey’) basado en el famoso musical y éste en la obra homónima de Víctor Hugo de 1862. La cinta, protagonizada por Hugh Jackman, Rusell Crowe, Anne Hathaway y Amanda Seyfried, se estrenó en las navidades de 2012, cuando también apareció el libro ‘Del Capitalismo al Talentismo’. Costó 61 M $, recaudó en los EE UU 2’5 veces el presupuesto y en todo el mundo 7’5 veces.
Más allá de la belleza de las canciones, el texto de Víctor Hugo da mucho que pensar. Sabemos que este novelista y poeta francés, uno de los más grandes de la literatura universal, fue un político e intelectual comprometido, que se inspiró en Vidocq, el criminal francés que se redimió y fundó la Policía Nacional Francesa.
Jean Valjean (Hugh Jackman) es el personaje principal. Ha sufrido 19 años de cárcel, cinco por haber robado pan para dar de comer a su familia, y el resto por intentos de fuga. Se encuentra con el obispo Myriel, a quien roba; sin embargo, la piedad, la compasión del sacerdote logra que se redima. Jean Valjean se convierte en un próspero empresario y alcalde de Montreuil-sur-Mer. Paralelamente al auge de Jean Valjean, la caída de Fantine (Anne Hathaway), madre soltera, que para cuidar a su única hija Cosette, cae en la miseria, la prostitución y la muerte. Valjean le promete que cuidará de su hija (Amanda Seyfried).
A Jean Valjean se contrapone Javert (Russell Crowe), un policía que cree que la gente no puede cambiar y que un criminal siempre será un delincuente. En junio de 1832, 20 años después de la liberación de Jean Valjean, el pueblo se rebela con ocasión del entierro del general Lamarque. Valjean rescata a Marius, el amor de Cosette, y le perdona la vida a Javert. La historia finaliza con Jean Valjean abrazado a Cosette y Marius, a quienes considera sus hijos, en el lecho de muerte yendo al cielo.
Más allá de tratarse de una novela realista, que parte de la batalla de Waterloo (1815) y sus consecuencias hasta los disturbios de París de 1832, el gran tema de ‘Les misérables’ es si el ser humano puede cambiar o no. ¿Quién está en lo cierto, Javert o Valjean?
Para cambiar, para la transformación, la persona tiene que querer de verdad (l@s coaches lo sabemos bien). Wilfredo Pareto nos diría que por cada ser humano que se transforma hay cuatro que no. Porque cuesta, y es un precio que no todo el mundo está dispuesto a pagar.
Dignidad. Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y brillante ensayista, ha escrito estos días que “la única solución al Covid 19 descansa en la ejemplaridad ciudadana“. La Dignidad, explica Gomá, es un patrimonio “incluso del peor de los delincuentes”. Sobre el coronavirus, un aprendizaje: “Antes pensaba que el hombre era débil y la humanidad fuerte. Ahora pienso que la humanidad entera también es débil.” Por la cultura, la persona puede conseguir que la vida sea una vida humana. Gomá propone: “Somos hijos de un concepto romántico y absoluto de la libertad, para el que todo límite es enajenarte. Yo he propuesto pasar “ser libres” al “ser libres juntos”, de la pura “vivencia” subjetiva a la “convivencia” intersubjetiva, lo que implica la aceptación de determinados límites positivos a nuestra libertad. Creo que la pandemia ayudará a hacer la transición.”
De la Dignidad a la Solidaridad. José Antonio Marina (premio Líder Humanista, como Javier Gomá y modestamente como un servidor), nos regalaba ayer su Holograma sobre este concepto, la Solidaridad.
Un término relativamente reciente en la historia, de 1880 (Henri Marion), de raíces revolucionarias (la enigmática “Fraternité”), que el premio Nobel de la Paz León Burgueois incorpora al lenguaje político, que está contemplado en la Constitución española de 1978. El secreto de la grandeza moral de las sociedades. En la imprescindible ‘La lucha por la dignidad’, Marina y De la Válgoma publicaron el primer artículo de una Constitución universal: “Nosotros, los miembros de la especie humana, atentos a la experiencia de la historia, confiando críticamente en nuestra inteligencia, movidos por la compasión ante el sufrimiento y por el deseo de felicidad y de justifica, nos reconocemos como miembros de una especie dotada de dignidad, es decir, reconocemos a todos y cada uno de los seres humanos un valor intrínseco, protegible, sin discriminación por edad, raza, sexo, nacionalidad, idioma, color, religión, opinión política, o cualquier otro rasgo, condición o circunstancia individual o social. Y, afirmamos que la dignidad humana entraña y se realiza mediante la posesión y el reconocimiento recíproco de derechos“. Movidos por la compasión, como el obispo Myriel que transforma a Valjean en ‘Les Misérables’ y por la búsqueda de la felicidad.
José Antonio Marina opina, como casi todos los expertos (más de 60) que he consultado en el último mes para el freEbook ‘El virus que RESETEÓ el Capitalismo’ de muy próxima aparición, que “el sentimiento de humanidad compartido desaparece con mucha rapidez”.
Como optimista inteligente, creo que es cuestión de Liderazgo. Considero, como Harari, que estamos en un “Leaderless World“, un mundo sin líderes en las instituciones globales. ¡Vaya papelón están haciendo durante el coronavirus la ONU, el FMI, la Comisión Europea, la OMS, la OIT…! Sin embargo, “no hay líder sin equipo ni equipo sin líder”. No hay Liderazgo sin Solidaridad ni Solidaridad sin Liderazgo, que considera la Dignidad de todos.
Lo estamos viendo con el debate de la renta mínima universal, que tiene entusiastas y detractores. Ningún ser humano debería quedarse atrás; es nuestro deber ayudarle. Ahora bien, si es una excusa chavista para denigrar a la población, reforzar su consumo de telebasura (que correlaciona con el voto populista, como se ha demostrado) y mantenerse en el poder, resulta nauseabundo.
Vayamos a lo práctico. Silvia Damiano, la maestra del NeuroLiderazgo (que nos ofrece el “test rápido” del i4 NeuroLeadership Model), nos regalaba en abril de 2019 ‘Cinco maneras de ser un/a líder valiente‘. Éstas son:
- Decir “Te quiero”. Expresar el amor, el cariño real, es el principio de la colaboración. Sí, el amor da valentía.
- Prueba a cenar algo diferente.
- Tacha de la lista algunos de los temas. La aventura ha de ser asumible.
- Abraza la Tecnología, que complementa el talento y lo multiplica.
- Enfréntate a los miedos. O como diría Teresa Viejo, la maestra de la curiosidad, no te enfrentes sino “observa” el miedo.
Silvia citaba a Tucídides, “el secreto de la felicidad es la libertad, y el de la libertad es la valentía”.
Dos canciones hoy de ‘Les misérables’. “On My Own” por Samantha Banks
y ‘One Day More’ en el concierto del 10º aniversario del musical:
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