Tengo entre mis economistas actuales preferidos a Rafael Doménech, catedrático de la Universidad de Valencia y experto del BBVA Research. Su libro sobre la Disrupción Digital es el último que he regalado antes de este momento de RSP, Responsbilidad Social Personal (ya sabes que no me gusta llamarlo confinamiento ni aislamiento, porque aquello de que la persona desdichada se centra en lo que le falta y la persona feliz, en lo que aporta).
Pues bien, el profesor Doménech ha escrito hoy en El Confidencial una Tribuna, Una crisis profunda pero con una persistencia evitable. Te animo a que lo leas. Cada semana en esta situación nos cuesta 2 puntos del PIB. Nos cuenta lo que está haciendo el gobierno alemán: ‘Un escudo protector para empleados y empresas’, “conjunto de medidas flexibiliza los requisitos de acceso a los complementos salariales para compensar la reducción de las horas trabajadas (‘Kurzarbeitergeld’), que tan buenos resultados dio en 2009, y proporciona, de manera ilimitada, liquidez a las empresas difiriendo el pago de impuestos y mediante préstamos y garantías públicas a las empresas”. Una medida nacional, no de la Unión Europea. Entretanto, la Reserva Federal de EE UU riega de dólares el mundo y baja los tipos de interés al 0%. Y como el gobierno de España tiene muy poca capacidad de maniobra por su abultado déficit, el 90% de lo que propone no tiene coste para él (crónica de Javier Jorrín en el mismo diario). Gracias, Rafael Doménech, por explicarnos tan bien lo que está pasando en la economía nacional y mundial.
Adaptación hedónica y Dirección por Objetivos. Desde el punto de vista de la Felicidad, resulta esencial comprender que las personas nos acostumbramos rápidamente a todo, sea bueno o malo.
“La adaptación hedónica significa que los seres humanos son notables en acostumbrarse a los cambios en sus vidas. Esta adaptación evolutiva tal vez esta relacionado con nuestro cableado cerebral, así que todos nosotros nos acostumbramos a lo familiar.” (Lyubomirsky, 2013).
Por tanto, en estos momentos de RSP (Responsabilidad Social Personal, #QuédateEnCasa) podemos echar de menos un paseo, estar con seres queridos, viajar… y nos acostumbramos a la situación. Normal, afortunadamente. Así somos. Sin embargo, podemos hacer como el barón de Munchhausen (me encanta esta metáfora de José Antonio Marina, de sus primeros libros allá por principios de los 90), sacarnos del lago tirándonos del pelo, y cumplir en apenas un mes nuevos objetivos: estar más en forma (alimentación y ejercicio físico), organizarnos mejor (las finanzas, la casa, las actividades), escribir un libro nuevo (como muchos me estáis sugiriendo), llenar la mente y el corazón de una manera mejor. Recordemos que demos marcarnos Objetivos SMART (Específicos, Medibles, Alcanzables, Retadores, Temporales), o mejor, como nos enseña Rubén Turienzo en ‘Haz que suceda’ SMARTER (además, Ecológicos y Responsables).
Gracias, Ruby, por tu espléndido método. Renovar nuestros objetivos es lo que estoy recomendando a mis pupil@s de Coaching Estratégico, vari@s de ell@s CEOs que han de inspirar a sus organizaciones en momentos especialmente difíciles.
¿En qué han cambiado mis hábitos? El tiempo que dedicaba a la movilidad (en la ciudad, AVEs o aviones) lo he cambiado por una ópera. De momento, Carmen desde la Ópera de Viena (1978), dirigida por Carlos Kleiber y diseñada por Zefirelli con Elena Obrtzsova como Carmen y Plácido Domingo como Don José.
Y ‘La Bohème’ de Puccini, desde La Scala de Milán. ¡Qué maravilloso aprovechar estos días para poder disfrutar de 15-20 de las mejores óperas de la historia!
Fue precisamente mediante las óperas como conocí a Ramón Gener (‘This is Ópera‘, 32 programas que puedes ver en la web de RTVE). Ahora le sigo con su colección de libro + DVD ‘This is Art. Los artistas a través de las emociones’. El último, sobre Johannes Vermeer y el Deseo. “Creo que estaba profundamente seducido por la figura femenina, por esa mirada tan juvenil y viva de La joven de la perla‘ (Valeriano Bozal, historiador del arte, 2002).
Johannes Vermeer (1632-1872) es, junto con Rembrandt y Rubens, el gran pintor del Barroco holandés. Suyas son La lechera (1657-1660), en el Rijksmuseum de Amsterdam; la Vista de Delft (1660-1663) en el Maueitshuit de La Haya, El Arte de la Pintura (1666-1669) en el Kulturhistorische de Viena; Una dama escribe una carta con su sirvienta (1670-1671) en la National Gallery de Dublín…
y por supuesto La joven de la perla (1665-1667), también en La Haya, en el Mauritshuis. Vermeer fue marchante como su padre, sólo hacía obras por encargo (2-3 al año, para mantener a sus 11 hijos) y nos quedan, de los 45 cuadros que creó, 35 de ellos. Murió de repente a los 43 años.
¡Ay, el Deseo! Término en latín (desiderium) que proviene de “sidus, sideris”, estrella; movimiento afectivo hacia algo que apetece. Ramón Gener nos lleva por el deseo como fuerza positiva del Eros, la lámpara de Aladino (Las mil y una noches, siglo X), San Pedro de Cervatos “la catedral del erotismo” (1129), El Decameron de Bocaccio (1351-1353), el mayor de los amantes, Giacomo Casanova (Historia de mi vida, 132 conquistas amorosas), Ingres, Courbet, Tennesee Wiliams (Un tranvía llamado Deseo, 1948), Mapplethorpe o Lars Von Trier (Nymphomaniac, 2013). Iconografía de serpientes, genitales, dragones, orquídeas…
Creo que pocos han captado el Deseo de forma tan poética como Garcilaso de la Vega en su Soneto V.
“Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.
En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.
Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.
Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.”
La canción de hoy, ‘Desire’ de Years & Years
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