Acaba la semana laboralmente hablando. Una semana sin viajes (lo que ya es extraño y me ha venido muy bien), con varias sesiones de coaching y en la que he podido comprobar tanto el enfriamiento de la economía como la brecha que se va abriendo entre los profesionales y organizaciones con claridad de ideas e iniciativa (proactividad, el primero de los 7 hábitos de la gente eficaz según Stephen Covey) y el resto.
Disfruté mucho ayer del partidazo de baloncesto del Real Madrid en Estambul (Euroliga) contra todo un Fenerbahce dirigido por el mítico Obradovic. Un arbitraje incalificable (20 faltas para los turco, 6 para el equipo blanco y 2 antideportivas al RM) magnificaron la victoria de un equipo de altísimo rendimiento, con bajas notables tras el festín de la Copa del Rey (Taylor, Sergio Llull, Randolph y Felipe Reyes). Brillaron un gigantesco Tavares (16+8), un imponente JC Carrol (20 puntos, con 4 triples de 7 lanzamientos), un generoso Campazzo, un magnífico Rudy Fernández, el liderazgo de Laprovittola y la integración de Mickey, Thompson y Garuba (con 17 añitos y unos tapones mayúsculos). Impresionante defensa en el primer cuarto, que dejó al Fener en cuatro canastas, 17-31 en el minuto 14, un parcial de 8-0 en dos minutos por una dudosísima antideportiva a Carroll (el equipo no se vino abajo), la vuelta de Tavares al campo (28-37 en el minuto 20) y los turcos se fueron al descanso con tan solo 9 canastas. El entrenador serbio sacó a Muhammed para “zurrar” a Campazzo y los locales se acercaron (49-58 en el minuto 25). Pero Carroll anotó 11 puntos en el tercer cuarto y los merengues se habían ido de 20 puntos (51-71) en los primeros 30′. Con Campazzo en el banquillo y Laprovittola en la cancha, el Madrid siguió a lo suyo, con el equipo como una piña. Hasta disfrutamos del joven Nakic con un par de maravillas. El siempre ruidoso Ulker Sports Arena se fue vaciando antes de que acabara el partido. Me acordé del impacto de “La ciencia del lenguaje positivo” (Luis Castellanos) en los históricos resultados del equipo de Pablo Laso. Da igual quién juegue, es la actitud. Gracias, Pablo y Luis.
Hablando del lenguaje y la actitud, ayer tarde, antes de una reunión en Castellana, 81 me compré en la librería de El Corte Inglés el libro ‘Cosas que pasan cuando conversamos’ de la profesora Estrella Montolío (catedrática de Lengua Española en la Universidad de Barcelona y responsable de la sección ‘Todo es lenguaje’ en el programa de radio ‘No es un día cualquiera’ de RNE.
En la contraportada podemos leer, “Cuando dos personas conversan, sus cerebros comienzan a trabajar de forma simultánea, conectándose y estableciendo un vínculo único. ¿Qué implica que esas personas hablen al mismo tiempo o se interrumpan con frecuencia? ¿Cómo podemos expresarnos asertivamente y por qué estamos indisolublemente ligados a nuestras narraciones? ¿Las formas comunicativas tecnológicas son capaces de ampliar las ventajas de hablar cara a cara?”. De todo ello trata este texto.
La Dra. Montolío elogia la conversación. Porque “vivimos para conversar y conversamos para vivir”, tal como respiramos o nos alimentamos (una necesidad vital). Conversamos al ritmo de la vida, tecnológicamente o cara a cara (la autora conecta el poder de las buenas conversaciones con la noción de Felicidad de Tal Ben-Shahar). Pasan muchas cosas cuando dos hablan a la vez (interrupciones, que tienen un componente cultural y de género). Conversar es saber escuchar y recuperar la palabra.
Me ha parecido muy interesante el concepto de “delincuentes conversacionales”, que incumplen las normas implícitas de la conversación, quebrantan el principio comunicativo de cantidad, violan el principio de sinceridad, infringen el principio de relación o relevancia, vulneran las buenas maneras y no respetan el sacrosanto principio de cooperación.
Las charlas (aparentemente) intrascendente resultan de enorme utilidad (me he acordado de John y Laura Gottman, expertos mundiales en relaciones de pareja, cuyos principios aplicamos a la fidelización del talento). Charlas triviales que abren y cierran una conversación, rellenan silencios, nos relajan e iluminan.
También nos enseña la profesora Estrella Montolío en esta obra a detectar las mentiras verbales (la mentira puede ser un “lubricante social”), porque el lenguaje nos representa y nos delata; a hablar claro, educadamente (la asertividad está de moda), por las ventajas de ser concreto; a defendernos de las agresiones verbales desde la tranquilidad (haciendo “yudo con palabras”), el silencio, el humor o el surrealismo; a ser “poetas de lo cotidiano” utilizando el poder de las metáforas en la vida cotidiana (la neurociencia ha demostrado que modificar nuestro lenguaje nos cambia literalmente la vida al reinterpretar el mundo); a disfrutar del amor como experiencia subjetiva, fuerza física, organismo vivo consciente, magia o guerra: la metáfora intensifica y refuerza (“la metáfora es un invento tan importante como la rueda”, Daniel Dennett); a entender por qué nos gustan tanto las narraciones (todos tenemos algo que contar, poder y peligro del storytelling) ; a analizar las canciones que marcan nuestra vida (un proceso de orientación, complicación, evaluación, resolución y coda, según el lingüista William Laboy); a aplicar las principales nociones de la PNL (Programación NeuroLingüistica) a nuestras conversaciones cotidianas (todo tiene un orden).
Gracias, Estrella, porque efectivamente nuestra forma de conversar modelan quiénes somos realmente. Disfrutar de las conversaciones con personas tónicas y evitar las tóxicas es uno de los principales hábitos del Liderazgo Saludable (Brain-Friendly Leadership) tal como explicamos Silvia Damiano (CEO mundial de About My Brain) y un servidor en el libro que se publicará en apenas 8 semanas.
“Somos las historias que nos contamos” (Diana Orero, entrevistada por Ima Sanchís en La Contra de La Vanguardia el 20-02-2020).
Mi amiga Diana, autora de ‘Todo cuenta’ y de la que he hablado en varias ocasiones en el Blog (la admiro muchísimo por su capacidad creativa), nos deja en esta conversación un puñado de ideas maravillosas:
- “Mi sentimiento político es el desengaño, no les veo luchar por la ciudadanía. Ante la duda mi vida es más fácil pensando que existe un Dios”
- “Cuando mi madre murió yo tenía 14 años y estaba leyendo Paula, de Isabel Allende, la novela en la que narra la muerte de su hija.“Mi hija se está convirtiendo en ángel” escribe. Hay un antes y un después en mi vida tras leer esa frase. Elegí pensar que todo el mundo tenía a su madre en casa y que yo la tenía en todas partes. Basé mi autoconfianza en la esperanza en vez de en la realidad, pero funcionó en la realidad.”
- “Mis amigos cada vez que descubren una palabra curiosa me la cuentan para que la incluya en mi repertorio. Las que más me gustan son las estrellas polares, las que dan dirección.”
- “Me encanta la palabra todavía. En un periodo oscuro, mi amiga Carmen fue a una revisión ginecológica. El médico le preguntó qué había estudiado. Ella le dijo que no había acabado la carrera. “Todavía”, contestó él. Le preguntó en qué trabajaba, “No tengo trabajo”… y él volvió a repetir: “Todavía”. Finalmente le preguntó si tenía pareja, y una vez más ella le dijo que no, y él repitió: “Todavía”. Todavía se convirtió en su palabra talismán. Hay una escuela en Chicago que también es consciente del poder de esta palabra y en lugar de suspender a los alumnos los califican con un “todavía no”. Es bonito y esperanzador, e incluso mágico, pensar que si algo no ha acabado bien, es que no ha acabado todavía.”
- “No es lo mismo contar una historia desde la herida que desde la cicatriz, dice Catherine Burns, experta en storytelling . El 90% de la gente cuando le preguntas cuál es su problema te habla de otra persona.”
- “Las historias dan o quitan poder, y si yo estoy hablando de otra persona le estoy dando a ella el poder y restándomelo a mí.”
- “A Steve Jobs sus padres no le dijeron “te adoptamos” sino “te elegimos”. La única diferencia entre la esperanza y el miedo es la historia que te cuentas de lo que crees que va a pasar. Si te lo cuentas desde la curiosidad no vas con miedo. Eso es el tono: como en una melodía, marca el ritmo de un estado de ánimo.”
- “Woody Allen dice que la única diferencia entre una comedia y un drama está en dónde pones el punto final. Leí una historia preciosa sobre un viejito desconsolado porque había enviudado. Su interlocutor le preguntó cómo se sentiría su mujer si él hubiera muerto antes. “Tiene razón –dijo el viejito secándose las lágrimas–, me alegro de que ella haya muerto antes”.
- “Hay tres grandes tipos de historias. Las que nos contamos sobre el mundo, las que nos contamos sobre los demás y las que nos contamos sobre nosotros mismos. Estas últimas no cambian la realidad, pero sí la percepción de la realidad, y al cambiar la percepción cambiamos nosotros, y al cambiar nosotros, de alguna manera, cambia la realidad.”
- “Si pasas por debajo de una escalera tendrás siete años de mala suerte” es mucho más poderoso que “si pasas por debajo de una escalera puedes hacerte daño”. Nos mueven las historias, no nos mueven las ideas. Pero no somos conscientes de la historia que nos contamos.”
- “Mejor “soy una persona dispersa” que “soy un desastre”, tenemos ese poder pero no lo utilizamos. Una vez conté eso de que mi madre estaba en todas partes a un grupo de ingenieros durante un curso. “Eso es mentira”, dijeron. “¿Habéis visto porno?, ¿os habéis excitado?”, les pregunté… Sí, contestaron. “Pues es mentira”. Una película de terror es mentira, pero nos da miedo porque le damos credibilidad. Las historias son conjuros que hechizan.”
- “Todo el mundo tiene derecho a tener una infancia feliz aunque sea a posteriori, en lugar de contarte que tu padre era un cabrón, cuéntate que tu padre hizo lo que pudo. Puedes cambiar el significado que le das a lo que te pasó. El lamento no alimenta.”
- “Nos quejamos de lo que no queremos en lugar de pedir lo que queremos. Si los sentimientos estuvieran hechos de palabras, creo que la tristeza estaría llena de peros y la felicidad de y … Porque no es lo mismo decir “estoy superenamorado pero vive a 300 km” a “estoy superenamorado y vive a 300 km”.
- “Creo que el mejor regalo que podemos hacernos y hacer a los demás es la confianza. Cuando nos preocupamos por alguien a quién queremos, ese alguien lo nota, y lo que transmitimos no es amor sino desconfianza que para el otro se traduce en inseguridad.”
¡Qué deliciosa conversación entre Ima Sanchís y Diana Orero! Una de las mejores “contras” de La Vanguardia de las que he disfrutado. Muchas gracias a las dos.
Creo que el ‘Let’s talk about love’ de Céline Dion es el tema musical adecuado a estas conversaciones.
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