Disfruté mucho ayer con l@s 44 participantes de la edición nº 26 del Master de Emprendedores del Instituto de Pensamiento Positivo que dirige Sergio Fernández. Cada vez más, la sesión que imparto, la del contexto económico-social (me gusta llamarla “Talentismo para emprendedores”) es una sesión de nuevas tendencias, para estar al día. Como dice Guillermo Cordón, del IPP, “o estás al día o tienes que tener cerca a alguien que esté al día”.
Ayer hablamos de Davos 2020 (el Liderazgo multidimensional, que no sólo optimiza la relación con los accionistas, sino con todos los grupos de interés) y de la importancia de emprender, sea por cuenta propia, ajena o mixta. La crisis de 2008 se resolvió con una “deflación social” (salarios reales menores) y este enfriamiento de la economía parece que seguirá el mismo camino. Por tanto, conviene “monetizar tu talento con proyectos paralelos” (Andrés Pérez Ortega, padre de la Marca Personal). Pero además la detección de la vocación (de la pasión, del elemento), de formar equipo, de la identidad personal y profesional, de la libertad y la responsabilidad, de la felicidad (experiencia global de placer y significado) nos exigen moralmente emprender. Emprender es una actitud, como dice Marta Grañó, experta en el tema, autora de ‘Vamos’ y de ‘¿Somos malas madres?’, que se presenta el próximo martes en Barcelona.
Me fascina que en esta nueva era convivan el Talentismo (el talento como motor de la economía y de la sociedad), la sociedad del espectáculo (Guy Debord) y la mediocracia, el poder de la mediocridad. El Talento es “poner en valor lo que una persona sabe, quiere y puede hacer”; por ello, se debe visibilizar, mostrar su presencia. La democracia como “gobierno del pueblo”, trata de seducir a la mayoría. Y el espectáculo lo inunda todo (“the show must go on”).
Buena prueba de ello es el primer fenómeno televisivo del año, ‘La isla de las tentaciones’ (Mediaset). A él se refería Natalia Marcos hoy en El País en su artículo ‘Ingredientes para un éxito‘.
Cinco parejas van a un resort de lujo en el Caribe. Han de estar por separado. En cada caso, deben convivir con 10 solter@s de sexo contrario; y la cámara lo graba todo. Se grabó hace meses, pero Mediaset lo reservó para las semanas entre Gran Hermano VIP y Supervivientes- El 9 de enero se emitió simultáneamente en Tele5 y Cuatro y capto a 2’743 M de espectadores. La presentadora, Mónica Naranjo (“tenemos más imágenes”) y el grito desesperado de un tal Christopher por su Estefanía, que se había liado con Rubén hizo que “el programa estuviera en la calle. Todo el mundo hablaba o había hablado de él” (Jaime Guerra, director de contenidos de Mediaset). La guionista Diana Aller cree que la clave del éxito es que el espectador se coloca en una posición moralmente superior a los personajes televisivos. “Nos reímos de todo eso, que en el fondo es un reflejo de nosotros mismos. Porque todos hemos sido alguna vez Fani y Christopher (…) hemos sido infieles o hemos tenido el deseo de hacerlo, hemos sufrido por amor, no hemos sido correspondidos o hemos tratado de seducir infructosamente a alguien”.
Telerrealidad con participantes desconocidos. Cotilleo que genera un “debate social” (según Mediaset), frases espontáneas que la calle repite. La audiencia de Cuatro ha pasado de 1’21 M el 9 de enero a 3’12 M el 4 de febrero; en Telecinco, de1’76 M a 3’09 M de espectadores. ¿Y el perfil de los personajes? De las cinco parejas, tres se habían conocido en ‘Gran Hermano’, ‘First Dates’ o ‘Mujeres yHombres y Viceversa’: carne de cañón para la pequeña pantalla. Según Juan Ramón Gonzalo, DG de Cuarzo (la productora de ‘La isla de las tentaciones’, la clave es que el público (más del 25% de cuota, casi el 40% entre los jóvenes de 16 a 34 años) empatice.
Recuerdo que el psicólogo Enrique García Huete buscaba para los “habitantes de la casa” de Gran Hermano a psicópatas (sin empatía) no violentos. Personas incapaces de ponerse en el lugar de los demás, de mostrar compasión, de servir al otro desde el corazón. Un producto de entretenimiento “muy televisivo”. Afortunadamente, son minoría (10% de las organizaciones, 10% de la sociedad). Sin embargo, dan mucho juego, como queda demostrado una vez más.
Cabras y ovejas. En realidad, los ovinos y los caprinos forman parte de la misma familia, la de los bóvidos (que rumian). Las personas con criterio parecen estar “como una cabra” (Capra Hircus). Son “caprichosas” (el andar de una cabra, imprevisible) y, si bien son gregarias, su curiosidad les mueve a alejarse del rebaño. Ovejas (ovis aries), corderos, carneros y borregos son asustadizos, miedosos; por eso siempre están juntas y son muy fáciles de controlar.
Citando aquella mítica frase de la película ‘Un mundo para ella’ (What a girl wants): “¿Por qué te empeñas en encajar si naciste para destacar? El mundo, y especialmente nuestro país, necesita de emprendedores (intraemprendedores incluidos). No obstante, el número de opositores ha subido (el 86% de ellos por pura estabilidad). En un país de más de 2’5 M de funcionarios (el 13’4% del total de ocupados).
TSM: Talentismo, Show y Mediocracia. Hoy he visto ‘Sólo nos queda bailar’, del director sueco Levan Akin (1970), descendiente de la minoría turca expulsada de Georgia con la dominación soviética. Una cinta sobre el despertar homosexual de un bailarín de danza georgiana (me temo que el asunto no es nuevo). Premiada en varios festivales, candidata al Óscar por Suecia. Laura Pérez (Fotogramas) la llama “la película más bella del año”. Sobrevalorada del todo.
De Maldita Nerea, Un planeta llamado Nosotros
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