Paréntesis segoviano en esta Navidad, para cenar anoche con mis amigos Jorge y Mabel en plena Plaza Mayor, en La Concepción, uno de los templos gastronómicos de la ciudad. Mi gratitud hacia ellos, perfectos anfitriones.
He estado leyendo ‘Los treinta apellidos’, la nueva novela (mayo de 2018) de Benjamín Prado. Benjamín Prado (Madrid, 1961) es un grandísimo poeta, un eminente novelista y un magnífico ensayista. No suelo leer novela (como sabes, soy lector básicamente de ensayo, desde la gestión empresarial y el liderazgo a la ciencia y la filosofía); sin embargo, este nuevo caso de Juan Urbano, profesor de filosofía y detective ocasional, me había llamado la atención. Avalada por Almudena Grandes (“una gran novela sobre la dignidad y el poder”, dos de los temas que más me apasionan) y Julia Navarro (“una novela trepidante, escrita con un lenguaje cuidado y preciso”), parte de aquella frase de Honoré de Balzac, gran conocedor del alma humana: “Detrás de cada fortuna hay un crimen escondido”. El protagonista es contratado por un hombre de negocios (su familia se ha dedicado a esto desde hace generaciones, con un pasado como traficantes de esclavos) para localizar a los descendientes de la hija secreta de uno de sus antepasados. De España a Cuba, de la isla del Caribe a África, para descubrir cómo se crearon algunas de las grandes fortunas del país.
Los expertos coinciden en que ‘Los treinta apellidos’ es la mejor novela hasta la fecha de Benjamín Prado. Que posee “acción, suspense, amor, muerte, traiciones, ironía, erotismo y mucha aventura”. Juan Urbano pasa de haberse convertido en testigo protegido al que la mafia rusa persigue por la importancia de su testimonio, a ciudadano desconocido, profe de Literatura, escritor de biografías con una vida bastante anodina. Cuando decide pasar al anonimato, una noche en Barcelona, conoce a un empresario de buena familia, dueño de un palacete en la zona noble de la ciudad condal. D. Lluís Espriu y Quiroga, que le propone averiguar en Cuba el destino de los descendientes de su tatarabuelo, Joan Maristany, porque en La Habana tuvo una hija que no quiso reconocer. Juan Urbano, acompañado de Mónica Grandes, emprende un viaje de descubrimiento en el que conoceremos historias de negreros y esclavistas, de piratas del mar, de todo tipo de hombres de negocios… Un análisis novelado de los truculentos orígenes de varias de las grandes fortunas de nuestro país, unidas por la codicia, con un estilo cercano al de los grandes escritores de avnturas: R. L. Stevenson, Julio Verne, Emilio Salgari o Joseph Conrad. Fortunas que nacen con la inversión en astilleros catalanes y gallegos, después con los primeros ferrocarriles en España en 1848 (me ha recordado aquel espléndido libro de historia económica, ‘El fracasode la revolución industrial en España’, de Jordi Nadal), negocios rentables que supieron mantener después con el franquismo y con los nacionalismos y que han evolucionado hacia el colonialismo económico en el tercer mundo.
Benjamín Prado escribe: “En España, el golpe de Estado lo pagó el banquero Juan March, que les puso mil millones de pesetas a los sublevados encima de la mesa; en Alemania, el nazismo, el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial se pusieron en marcha, en Berlín, en 1933, en el Reichstag, en una reunión entre Hitler y los dueños de Opel, Bayer, Telefunken, Agfa, Siemens y Krupp: ellos le financiaron su ascenso al poder. Y tu amigo Joan Maristany era de esa cuerda y le habrá transmitido su forma de ver las cosas a sus descendientes. Son personas cuya idea de la evolución se basa en condenar a otros pueblos al subdesarrollo; que comen en platos de porcelana de Meissen lo que le quitan de la boca a los pobres; se llevan las materias primas, destruyen el arte indígena y la naturaleza, y lo poco que sobrevive lo exponen en museos y jardines zoológicos… Que en nuestro siglo aún exista la abominación de los safaris lo explica todo, que también en ese mercado del ocio las personas son parte del espectáculo, seres pintorescos o simples animales insólitos, como los leopardos, las cebras, los antílopes o los leones”.
“No labres sin fundamento
máquinas de vanidad”
Calderón de la Barca.
Es la cuarta novela con Juan Urbano como protagonista, cuya calidad me ha provocado que leeré las tres anteriores. Gracias la Laura Chica, había descubierto al Benjamín Prado poeta (he tenido la suerte de conversar con él en la Feria del Libro) y ahora me he hecho fan del novelista. Mi gratitud, Benjamín, por tu prosa tanto como por tu poesía.
Os dejo cinco frases de Benjamín Prado:
“Este poema es para que lo leas cuando no esté a tu lado, cuando no pueda ya cuidar de ti”
“No te rindas, no olvides jamás que la tristeza sólo es la burocracia del dolor”
“No escondas lo que sientes por miedo a ser frágil, como aquellos que por guardar tan bien lo que más les importa, lo pierden para siempre”
“A veces hay que tener mucho valor para decir lo que todo el mundo sabe”
Y la que tengo fijada en Twitter: “Antes de conocerte/ nunca había sentido/ lo que ahora siento por MÍ”
La canción de hoy, ‘Christmas without you?’, por Maximum Fidelity
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