Sábado de fin de semana ampliado (que no puente). Madrid está plagado de personas que han venido a visitar la ciudad. Gran Vía está hecha un caos (en la FNAC de Callao, más de una veintena de ejemplares de ‘Liderazgo Zidane’, expuesto como una de las novedades importantes de la temporada). Hemos comido en Sazón-arte (calle Menorca, 19), un restaurante de 9,5/10 en El Tenedor y de 10/10 en TrypAdvisor). Inaugurado en diciembre de 2014, es ideal para compartir una excelente tortilla trufada, risotto de setas o platos de carne.
He estado leyendo ‘Buena Vida’, la revista del estilo de vida saludable de El País. Me ha llamado la atención especialmente el artículo de Javier Dale: ‘¿Cuándo dejamos de ser amables?’
El autor se hace eco de un estudio de la Universidad de Columbia Británica según el cual la amabilidad reduce la ansiedad de quienes la practican. Estamos en la “búsqueda de espacios individuales”, señala el profesor José Antonio Santiago (Universidad Complutense). Sensación de tiempo propio, de estrés por “rentabilizar las horas”(“relacionarnos con otros nos estresa”, dice Santiago). Además, ¿cómo vamos a ser cordiales si no nos fiamos de los demás? Según un estudio de Javier Elzo, en 1980 la sociedad española se consideraba “prudente” a la hora de confiar en la gente en un 61%. Actualmente, este desconfianza ha crecido tres puntos, hasta el 64%.
Individualismo, prisas, estrés. El nuevo valor en alza es la “singularidad”, según el sociólogo francés Danilo Martucelli. Productos de consumo cada vez más originales, coleccionismo extravagante, aislacionismo. Sin la empatía, concluye Javier Dale, estamos perdidos.
Ya sabes que la amabilidad es una de las “actividades deliberadas” para ser más feliz (Sonja Lyubomirsky, La ciencia de la Felicidad). Y que, según Peter Berg, contestar amablemente los emails predispone a los ascensos. La amabilidad es contagiosa, hace que te sientas bien (y haces sentir bien a los demás) y debe cultivarse como buena educación. Ser amable está en los cimientos de la vida comunitaria.
¿Han reducido las nuevas tecnologías y la inmediatez nuestra capacidad y nuestra voluntad de ser amables? Puede que así sea en términos estadísticos, pero cada casi particular es un suceso independiente. Conscientemente, hemos de practicar la amabilidad como base de nuestro autoLiderazgo. Hemos de dar ejemplo en nuestros equipos, con nuestra familia. Y hemos de potenciar la cultura de la amabilidad en nuestras organizaciones.
Te recomiendo el vídeo ‘What does it mean to be kind’ (Qué significa ser amable) de Rana di Orio. Una veintena de comportamientos observables ligados a la amabilidad, con palabras clave como “por favor”, “gracias”, “de nada” y “lo siento”. Ser amable es tratar a los demás como te gustaría que te trataran (la regla de oro) y aún mejor (la regla de platino).
El próximo viernes, Michael J. Sandel recibirá el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Se le considera el profesor más popular del mundo. Su curso sobre la Justicia, desde 2009 en Youtube, ha recibido más de 30 M de visitas. Ha convertido sus lecciones en Harvard en libros: ‘¿Hacemos lo que debemos?’ (2011), ‘Lo que el dinero no puede comprar’ (2012′) y ‘La ética en la era de la ingeniería genética’ (2016). Acaba de de estrenar con una plataforma de TV ‘El gran debate’, en el que trata temas como la inmigración, la privacidad o la robótica.
De las ideas de Sandel he hablado en este blog en diversas ocacsones. Manuel Cruz lo incluye entre los pensadores “prácticos”, junto con Bauman (pensamiento líquido), Alain Badiou (la verdadera vida), Rosi Braidotti (lo posthumano), Byung Chul-Han (la sociedad del cansancio), Michael Ignatieff (virtudes cotidianas) o Martha Nussbaum (humanismo y valores),
La Fundación Princesa de Asturias reconoce en Sandel que ha llevado la reflexión sobre filosofía política al público en genera. Una labor loable, desde la cátedra (más de 15.000 alumnos han pasado por su aula de Harvard), internet, la radio (los programas ‘El filósofo público’ y ‘El filosofo global’) y ahora en televisión. En esta sociedad del espectáculo, pensadores como Michael Sandel elevan el nivel general, animándonos a preguntarnos, por ejemplo, si es lícito pagar por un riñón, por sexo, por votos o por obtener la ciudadanía.
Esta tarde he empezado a ver en Netflix la serie ‘Grace y Frankie’ (2015), cuatro temporadas. Grace (Jane Fonda, que además produce la serie) es una ejecutiva retirada de la industria cosmética y Frankie (Lilly Tomlin) una maestra del arte hippy. Sus respectivos maridos, Robert (Martin Sheen) y Sol (Sam Waterson) son socios de una firma de abogados especializados en divorcios. 40 años después de casados con ellas (y tras 20 años en la sociedad), Robert y Sol anuncian que son gays, están enamorados entre ellos y se van a casar. Ellas dejan la casa principal y se trasladan a la playa, a una casa en común. Deben retomar sus vidas.
13 episodios por temporada, se anuncia la quinta para 2019. Jane Fonda y Lilly Tomlin, que actuaron juntas en ‘Cómo eliminar a tu jefe’ (‘Nine to five’, 1980; la tercera era Dolly Parton), son amigas desde hace décadas. “Existo porque tengo a mis amigas a mi lado” (Jane Fonda). Nacida en Nueva York en 1937, “Lady Jane” Fonda ha estado casada con el director francés Roger Vadim, el activista político Tom Hayden y el empresario Ted Turner (fundador de CNN), tres “hombres rebeldes”, como ella misma ha declarado. Ha ganado dos Óscar y seis nominaciones a la estatuilla.
La canción de hoy es ‘It’s impossible’ (1971) en la versión de The New Birth, con la que concluye el primer episodio (El fin) de ‘Grace and Frankie’.
Versión en inglés del ‘Somos novios’ de Armando Manzanero (1968), que han cantado desde Elvis Presley a Andrea Bocelli.
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