Un sol de justicia para despedir este verano.
Hoy en La Razón, Rosa Carvajal, la responsable de Economía y Empresa, publicaba un estupendo artículo en el que tenía la amabilidad de citarme en varias ocasiones. Trataba sobre la ambición y el espíritu de equipo. Gracias, Rosa, por tu generosidad.
En los años 80, en la era de los yuppies, se popularizó una frase de Gordon Gekko (un personaje interpretado por Michael Douglas) en la película Wall Street: “Greed is good”, aquí traducido por “La ambición es buena”. Oliver Stone, director de la cinta, quería presentar el auge y caída de un personaje codicioso, que se creía más listo que los demás (una especie de Mario Conde en nuestros lares) con fines didácticos. Sin embargo, se encontró con la paradoja de que Gekko, lejos de ser recibido por el público como un arquetipo del mal, para muchos se convirtió en un seductor héroe del capitalismo desalmado.
En castellano podemos distinguir la sana ambición, el deseo de mejorar individual y colectivamente, de la vil codicia. La codicia es una perniciosa adicción en la que el fin justifica los medios, acaba con las lealtades (“si quieres alguien fiel, cómprate un perro”, decís Gekko en la mencionada película) y termina en tragedia. En la codicia suele haber traición, como nos enseñó William Shakespeare. En la sana ambición, a veces tan quijotesca (“soñar, lo imposible soñar”) hay pasos de gigante.
La sana ambición es imprescindible para el desarrollo y el aprendizaje, ¿Qué es la curiosidad sino ambición por saber más? ¿Que es emprender sino ambicionar llevar la idea a la realidad? ¿Qué es la Innovación sino la ambición por crear algo nuevo y diferente? ¿Qué es el liderazgo sino la ambición de trasladar la visión a la implantación?
La ambición es sana cuando incluye la empatía afectiva, la voluntad de entender al otro, de ponerse en su lugar, de ser “compasivo” (compartir la pasión), de colaborar, de hacer equipo. Cuando el ser humano es tratado dignamente.
La sana ambición se compone por tanto de cinco ingredientes: retos, convicción (seguridad en las propias capacidades), pasión, equipo (un grupo humano que suma) y progresos (ir avanzando).¿Qué ventajas ofrece la ambición? A nivel individual, es esencial para el GRIT, la Determinación (la gran experta es Ángela Duckworth y el gran divulgador en nuestro país, el emprendedor Anxo Pérez). Sin sanba ambición no hay Pasión ni Perseverancia.
A nivel de equipo, la sana ambición es esencial para ganar (lograr los objetivos) y seguir ganando. Como ejemplo, La Roja que consiguió dos europeos y un mundial en el ciclo 2008-2010-2012 o la actual selección de Luis Enrique capaz de batir 6-0 a Croacia, subcampeona del Mundo, hace unos días.
A nivel organizativo, la sana ambición es el deseo de superarse como compañía. Amazon o Apple ya superan los 1.000 millones de dólares de valoración. Inditex apuesta por el negocio online y Mercadona, por seguir creciendo.
La crisis de 2008 fue una crisis de codicia, de adicción a la testosterona por los agentes de bolsa y otros agentes financieros. Deberíamos haber aprendido que sin ética, sin integridad, se generan burbujas (en nuestro país una cuádruple burbuja inmobiliaria, de crédito fácil, de capital extranjero y de turismo de sol y playa) con lamentables consecuencias.
No todo vale. Cuando el ser humano confunde los resultados económicos, que son las consecuencias, con hacer bien las cosas (el cómo) sufre lamentables consecuencias. Por eso, “la ética es el modo más inteligente de vivir” (José Antonio Marina). Las personas egoístas, insolidarias, narcisistas pueden llegar rápido (al dinero, al poder), pero no llegan lejos (Gekko, como todos los delincuentes que se saltan la ética y las reglas, acaban antes después en presidio).
¿Y qué decir de las naciones? Acemoglu y Robinson han demostrado en “Por qué fracasan los países” que más allá de los recursos económicos, los países que prosperan practican políticas inclusivas, meritocráticas, de sana ambición. Los países que no se desarrollan adecuadamente sufren políticas tramposas, con élites aprovechadas, corrupción y doble rasero.
En términos de empleo, de presente y futuro, la sana ambición es atractiva (enamora a l@s mejores), genera una gran experiencia de talento, nos hace aprender constantemente (de los errores y de los aciertos), promueve un ecosistema híbrido (diverso en géneros, edades y modelos organizativos) y es marca del liderazgo digital (líderes-coaches, que promueven las conversaciones de carrera).
En la economía, en la empresa, en la política, apelar a la sana ambición es más que necesario. Dejarse llevar por la codicia siempre acaba mal porque es huir hacia adelante.
Hablando de sana ambición, mañana sabremos quiénes son las mejores empresas para trabajar 2018 según Actualidad Económica (apenas un centenar de compañías) y será el último día para votar a las mujeres Top 100 (vía Sufragium.es)
La canción de hoy es el clásico de Christopher Cross, ‘Never be the same’
La entrada La diferencia entre sana ambición y cocidia se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.