En la revista Mente y Cerebro de marzo/abril de 2018, un interesante artículo de la Dra. Nicole Strüber (experta en neurobiología del desarrollo e investigadora del Instituto Roth de Bremen) sobre ‘Cómo se forja la personalidad’. Efectivamente, el Talento no nace ni se hace: se cultiva; la personalidad (como el liderazgo) se forja, a partir de la carga genética y las experiencias tempranas.
Como sabes, conviene diferenciar entre temperamento, carácter y personalidad. El temperamento es un concepto que nos retrotrae al médico griego Galeno de Pérgamo (129-210 dC), con su teoría de los cuatro humores: bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre. La psicóloga Mary K. Rothbart (Montana, 1940), de la Universidad de Oregon, la ha reformulado y propone como componentes fundamentales la capacidad de entusiasmarse, la tendencia a la negatividad en los sentimientos y el autocontrol (‘Becoming who we are). El concepto de carácter, proveniente de la psicología alemana, incluye un componente valorativo: narcisista, esquizoide, depresivo, coactivo e histérico. La personalidad no se define con categorías sino con dimensiones. Según Paul Costa, de la Universidad de Chicago, y Robert McCrae (National Institute of Aging), la personalidad se basa en las “cinco grandes”: extraversión, responsabilidad, afabilidad, estabilidad emocional, apertura a nuevas experiencias. Me gusta cómo diferencia José Antonio Marina entre temperamento, carácter y personalidad. Para el maestro (y para un servidor), la personalidad se estructura a tres niveles:
Pienso que la personalidad se estructura evolutivamente en tres niveles:
- Personalidad recibida: determinada genéticamente y también por las influencias recibidas durante el embarazo. Es la “personalidad matricial”. La personalidad adulta se considera una elaboración cognitiva y social de esta forma de personalidad (Caspi 1998). Es lo que llamamos temperamento.
- Personalidad aprendida: conjunto de hábitos intelectuales, afectivos, ejecutivos y morales adquiridos a partir de las posibilidades ofrecidas por la personalidad matricial. Tradicionalmente se la ha denominado carácter.
- Personalidad elegida: es el proyecto de vida, la selección de valores, el modo de enfrentarse a la situación, que una persona tiene a partir de su propio carácter y que, a veces, le hace volverse contra su propio carácter e intentar cambiarlo. La personalidad propiamente dicha.
Las personas nos diferenciamos (en lo que pensamos, sentimos y actuamos) por las redes neuronales y cómo influyen determinadas moléculas (acetilcolina, dopamina, oxitocina, vasopresina, etc) en la actividad de las neuronas. “El ánimo se decide en el cerebro”. Nuestra personalidad es el resultado de un gran cúmulo de factores. La influencia comienza en la vida intrauterina (por ejemplo, si la madre sufre episodios de estrés intenso) y en la educación afectiva temprana. Por ejemplo, si la futura mamá padece mucho estrés, es probable que el organismo del hijo libere demasiado cortisol, como ha demostrado la Dra. Sonia Entringer, del Hospital Universitario de la Caridad de Berlín. El temperamento se forma por los genes y experiencias tempranas (modificaciones epigenéticas), porque no se altera el genoma, sino su actividad (así lo demostró la Dra. Lourds Fañanás, Universitat de Barcelona, 2015). Tras el nacimiento, cuando el niño no se siente bien la amígdala emite la alarma. “El lactante requiere que lo atiendan cuando necesita atención (…) Necesita una persona de referencia que le consuele”. La Dra. Mechtchild Papousek, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, lo llama “círculo vicioso de reciprocidad negativa”. La estrategia de rechazo, de falta de afecto, influye en la segregación de oxitocina (Jay Belsky, Universidad de California en Davis).
demás, nuestra capacidad para regular las emociones depende de la conexión entre la amígdala y las “instancias controladoras” del lóbulo frontal (Chandra Sekhar Sripada, Universidad de Michigan). Sin experiencias positivas tempranas, los niños muestran carencias para controlar sus sentimientos (Andrea Oskis, Universidad de West London). Porque el apego a los 1-3 años influye de forma determinante en la autonomía y la curiosidad, base de la Learnability (L. Alan Stroufe, Universidad de Minesota). Afortunadamente, “la personalidad no está esculpida en piedra”. Para eso está el Coaching, el entrenamiento personal y profesional.
En definitiva, la base es el sistema límbico inferior (genes y experiencia intrauterina: temperamento), las emociones parten del sistema límbico medio (mayor o menor apego), la sociabilidad del sistema límbico superior (hasta la juventud tardía: poder, dominancia, empatía) y la razón en el sistema cognitivo y lingüístico (comunicación consciente con los demás). Una complejidad que podemos entender mejor en capas.
En la misma publicación, la periodista científica Courtney Humphries nos cuenta que ‘El cerebro del bebé revela cómo se forma la mente’. No es una tabla rasa, sino que dispone de una organización neurológica similar a la de los adultos, como muestra la tomografía por resonancia magnética. El MIT ha escaneado el cerebro de bebés despiertos: los rostros y los paisajes activan las mismas zonas que los adultos.
Michael Pauen, catedrático de Filosofía de la Universidad Humboldt de Berlín, sostiene el ‘Escepticismo en torno al estudio de la conscencia’. Para muchos filósofos, la experiencia subjetiva no puede explicarse científicamente, si bien esta objeción se apoya en sesgos cognitivos. “Veo lo que no sé” (estímulos percibidos sin que seamos conscientes de ello, Geroge Sperling, Universidad de California en Irvine). El modelo de “espacio de cualidades” (quality space) de David Rosenthal (Universidad de Nueva York) hace que la experiencia subjetiva se pueda describir objetivamente, y que va más allá del procesamiento automático de los sentidos. Fascinante para la “Talent Experience”, por ejemplo.
Daniela Ovadia escribe sobre ‘Las dos mitades del cerebro’. Los estudios de Michael Gazzaniga y otros neurocientíficos nos han permitido avanzar respecto a los hemisferios cerebrales: después del Nobel de Medicina de Roger Sperry (1981) por su descubrimiento de la especialización de los hemisferios, JeffreyD. Holtzman (Universidad de Cornell) demostró en 1982 que los recursos de información los comparten ambos hemisferios, incluso después de ser separados quirúrgicamente. En 1989, Steven J. Luck (Universidad de California en San Diego) constató que cada hemisferio posee un centro independiente para la atención. Y en 2003, Michael Corballis (Universidad de Auckland) sugiere que hay un “intérprete” en el hemisferio derecho, y de ahí su predominancia en la inteligencia visoespacial. El derecho genera una representación del mundo.
Por otro lado, “la música aumenta el atractivo sexual de los hombres” (Manuela M. Marín, Universidad de Viena). La respuesta emocional ayuda más a superar los fracasos que la cognitiva (Noelle Nelson, Universidad de Kansas). El núcleo de la “personalidad oscura” (la triada de psicopatía, narcisismo y maquiavelismo, a la que me he referido en alguna ocasión en este blog) depende de la frialdad (indiferencia ante los demás) y predisposición a manipular a la gente. Una personalidad “maligna” debe ser fría además de manipuladora. Las personas casadas padecen menos demencia, según 15 estudios en diversos países. Los elogios en los niños pueden resultar desfavorables (Kang Lee, Universidad de Toronto): debemos reconocer, no halagar (“el halago debilita”, como se dice en el mundo del deporte). Los hábitos de descanso saludables contribuyen de manera destacada al desarrollo del niño (Gonzalo Pin Arboledas, pediatra y director de la unidad del sueño del Hospital Quironsalud de Valencia). El ambiente prenatal y postnatal (epigenética) determinan los patrones del sueño. Las cinco reglas de oro del buen dormir infantil son:
- Un ambiente tranquilo y oscuro
- Temperatura de la habitación confortable
- Reducir al máximo el ruido ambiental
- Hora rutinaria de acostarse y despertarse
- No ponerse a dormir con hambre ni con exceso de líquidos
Mi gratitud para el equipo que edita esta revista de psicología y neurociencias.
La canción que “me pide el cuerpo” es de mi querida y admirada Gloria Gaynor (pronto, de nuevo por España): ‘I am what I am’
Otra preciosa versión, más suave, es la de Shirley Bassey de 1989:
La entrada Personalidad: factores biológicos, neuronales y ambientales que la forjan se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.