Esta mañana he estado viendo una película original de Netflix, ‘When we first met’ (La primera vez que nos vimos). Con la ayuda de un fotomatón mágico que lo envía al pasado, Noah vuelve a revivir una y otra vez la noche que conoció a Avery hasta que consiga enamorarla. El atractivo, el término medio entre el “pagafantas” y el chulito narcisista. Una comedia entretenida.
En su banda sonora, el ‘Ridi Pagliaccio (Ríe, payaso). En la versión de Pavarotti: www.youtube.com/watch?v=dOpsjY3pM1E
He estado leyendo ‘¿Padres jardineros o padres carpinteros? Los últimos descubrimientos científicos sobre cómo aprenden los niños’, de la Dra. Alison Gopnik (catedrática de psicología y de filosofía de la Universidad de Berkeley y autora del bestseller ‘El filósofo entre pañales’).
El parenting, que puede ser un modelo útil para carpinteros, escritores y empresarios (la experiencia lleva al éxito), no lo es para madres y padres. No se trata de “tallar” un tronco para hacer un objeto o una escultura, sino de cultivar el talento de nuestr@s hij@s. Ser m/padre consiste en “amar a los hijos”: se aprecian dos paradojas, la del amor y la del aprendizaje. La paradoja del amor es el conflicto entre dependencia e independencia. La paradoja del aprendizaje es el tiempo basado en el juego. Nuestro trabajo como padres no es “hacer” un determinado tipo de niño, sino proporcionar un espacio equilibrado de amor, seguridad y estabilidad en el que los niños puedan florecer.
Contra el parenting: exploración frente a exploración. “La mente humana es más una mano que una navaja suiza” (Eva Jablonka).
La evolución del amor: el cuidado de los niños no es un tipo de trabajo, sino un tipo de amor. Un cuidado que no se limita a las madres biológicas (Sara Blaffer Hrdy y Kristen Hawkes). El emparejamiento es complicado. Variedades del amor (la autora cita a Helen Fisher y sus tres procesos: deseo, atracción romántica y apego a largo plazo). “No hay una ecuación simple entre el amor, la oxitocina y la vasopresina, ni siquiera en los ratones”. Gopnik reivindica el papel de las abuelas y nos presenta a los “alopadres” (la “crianza cooperativa” de Susan Blaffer Hrdy). Es el misterio del compromiso, lleno de dilemas. “Lo que hace que amemos al niño no es algo relacionado con el niño, sino con nosotros”.
Aprender observando: el mito de las neuronas espejo (“la imitación puede parecer engañosamente sencilla”). Se aprende por prueba y error o mediante la observación. Se corre el riesgo de sobreimitación. Lo mejor es hacer cosas juntos. “Al igual que el baile, es una forma de amor, no de trabajo”.
Aprender escuchando: el aprendizaje por testimonio. El arte de contar historias. Jackeline Wooley: la fantasía, la realidad y la magia en los niños. Las preguntas “¿por qué?” (Tania Lombrozo) para ampliar la comprensión del mundo. La cuestión esencial (“esencialismo” de Susan Gelman): innatismo y permanencia. El modelo del jardinero (cultivar el talento, a partir de una semilla) es más fiable.
La función del juego. “El juego brusco es intrínsecamente social y se requiere colaboración”. La autora se refiere a la división de Isaiah Berlin de los pensadores entre zorros y erizos (saben de muchas cosas, de una sola). Platón el erizo, Aristóteles el zorro (“los humanos somos más zorros que erizos”). Los bebes sienten avidez por lo inesperado.
Crecer: las actividades que fomentan el dominio son diferentes de las del descubrimiento. Aprendizaje práctico, habilidades escolares, pensar de un modo diferente. Gopkin habla del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención) y del patio de recreo. En la adolescencia, dos sistemas de aprendizaje: resurgimiento de la plasticidad neuronal. El primer sistema tiene que ver con la emoción y la motivación (J. B. Casey). El segundo, con el control. “La experiencia conforma el cerebro”. “El desarrollo conforma un papel destacado en la explicación de la naturaleza humana”.
El futuro y el pasado: los niños y las tecnologías. El cerebro lector, las pantallas, El “efecto trinquete” (aprendemos igual de niños que de adultos).
El valor de los niños. Valor y moralidad en general; vínculos privados y políticas públicas. Empleo, juego, arte y ciencia.
Alison Gopnik concluye: “¿Por qué ser padres, entonces? ¿Qué hace que cuidar de los hijos merezca la pena?”. El mito de Orfeo y Eurídice: “mientras avanzamos en el tiempo, dejamos atrás los espíritus de nuestros seres queridos que nos han dejado”. Todos los esfuerzos por no olvidarlos “sólo sirven para impulsarlos aún más en el pasado inaprensible”. Ser padres como “efecto Orfeo”, pero a la inversa: los padres y abuelos tenemos que observar que los hijos/nietos alcanzarán un futuro al que nosotros no llegaremos. “Al final, la historia humana de padres e hijos es más esperanzadora que triste. Nuestros padres nos dan el pasado y nosotros les damos el futuro a nuestros hijos”.
Gran libro. Ya sabes que en el Talentismo, en esta nueva era, el talento no es innato ni “se hace” si un@ no quiere. El talento se cultiva, y Alison Gopnik nos enseña cómo.
Esta tarde/noche iré a ver la nueva peli de Clint Eastwood, ’15:17 Tren a París’, sobre unos héroes cotidianos que evitan un atentado. Ya te lo contaré mañana.
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