Helsinki nos recibió ayer con un día plenamente soleado y una jornada bulliciosa. En el Ferry desde Estocolmo (el Gabriella de la Viking Line) Zoe y yo seguimos el “ritual escandinavo”: almuerzo en el grill, sauna (separada de hombres y mujeres), jacuzzi y sauna húmeda (estos dos, comunes), buffet sueco (Smorgabord), discoteca con música en vivo y a dormir al camarote, que afortunadamente pudimos encontrar.
La capital de Finlandia tiene unas 300 islas frente al continente (Tallin, San Petersburgo). Con una población de 1’4 M de habitantes (uno de cada cuatro finlandeses vive aquí) es Capital Mundial del Diseño (2012) y cuenta con un museo muy interesante al respecto. Es una de las mejores ciudades para vivir (la mejor, según la revista Monocle en 2011; la octava, para el The Economist Intelligence Unit, 2012).
Con 17º, visitamos la Catedral (blanca con la cúpula verde, símbolo de la ciudad), la plaza del mercado junto al mar, la iglesia ortodoxa Uspenski, la plaza del Senado… Visitamos Stockman (los grandes almacenes del país), Akateeminem (la mayor librería) y otras tiendas típicas. Finlandia es verdaderamente sorprendente.
Entre las últimas lecturas, ‘The Human Age. The world shaped by us’ (La Era Humana. El mundo que hemos moldeado) de la neoyorkina Diane Ackerman. Finalista del premio Pulitzer, es autora de la ‘Historia natural de los sentidos’ (1990) que me inspiró en buena medida para ‘La sensación de fluidez’. Por cierto, ahora se celebra en Helsinki el “Flow Festival”. Nada es casual, ya sabes.
Ackerman nos da la bienvenida al “Antropoceno”, la Human Age. Nos habla de “apps for apes” (aplicaciones para simios), como la de Orangutan Outreach, para que primates en cautividad mejoren sus condiciones de vida. Del millón de habitantes de la Tierra en el año 1000 a.C. a los 300 M en el 1000, a los 500 M en 1500 y se ha cuadriplicado desde 1870. “El crecimiento de la población humana en el siglo XX ha sido más bacterial que de primates” (Edward O. Wilson, biólogo). Hoy la biomasa humana es 100 veces mayor que la de ningún otro animal; y en 2050, dos tercios de las personas viviremos en ciudades.
Hemos cambiado radicalmente nuestra relación con la naturaleza, principalmente con ciudades que son un triángulo entre cultura, geografía y tecnología. El planeta, que desde el cosmos se veía como “mármol azul” (7 de diciembre de 1972) ahora es “mármol negro” (7-XII-2012). Sí, hay intentos de revertir la situación, como la “ecología de la reconciliación” o en LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Medioambiental) desde hace años (precisamente desde la Conferencia de Naciones Unidas en Estocolmo en 1972), pero no sabemos si suficientes.
¿Es la naturaleza “natural”?, se pregunta la autora. Animales que viven en las ciudades y están más ansiosos que los del campo, cambio climático innegable (20.000 M de aves han cambiado sus rutas migratorias, según el ornitólogo español Miguel Ferrer)… “La naturaleza siempre muta, siempre evoluciona”.
Con todo, el dato más fascinante del libro es el de la “naturaleza pixelada”. Diversos estudios demuestran que cuando lees un libro en un ordenador o tableta, retienes un 46% de la información menos que si lo haces en papel. Casi la mitad. Algo a tener en cuenta.
Y la frase : “Sólo existimos en relación con los demás en el mundo”. En eso se resume nuestra naturaleza y la que nos rodea.
Un libro muy bellamente escrito, que invita a reflexionar sobre el Human Age, no tanto desde las organizaciones, como solemos hacer desde el Human Age Institute, sino desde el impacto humano en el planeta.
Mi gratitud a Diane, a la profesional de Viking Line que amable y milagrosamente nos consiguió camarote en el Gabriella, a Ahmed (el taxista que involuntariamente casi me atropella con su Volvo a la entrada del hotel; a fe que no lo habría contado) y por supuesto a Zoe, con quien estoy disfrutando un viaje maravilloso y disfrutando de una hija quinceañera asombrosamente madura.