Hemos partido de esta nueva era, el Talentismo, en la que el talento es más valioso que el capital, con cuatro grandes tendencias: el desarrollo tecnológico, la sofisticación de los clientes, el poder individual y el desencaje del talento (“tormenta perfecta” de desempleo, puestos no cubiertos y profesionales que han tenido que emigrar). Estos nuevos tiempos requieren de una redefinición del Talento, y de su análisis en Capacidad (Aptitud + Actitud), Compromiso (Energía física, mental, emocional y de valores) y Contexto (Cultura Corporativa, Clima laboral, Cooperación y Compensación).
La Transformación Digital fomenta nuestros conocimientos ligados a la tecnología, pero sobre una actitud que se centra en la flexibilidad (cognitiva, emocional y de acción), en la generosidad (que no prodigalidad), en la presencia (autoconfianza, que se muestra en la postura corporal) y en la serenidad. Como ejemplo de Compromiso, hemos comentado la actuación del reciente ganador del Óscar al Mejor Actor Leonardo DiCaprio. Y posteriormente, me he centrado en las competencias de Liderazgo (o mejor, de NeuroLiderazgo), desde el modelo SCARF (Status, Certidumbre, Autonomía, Relación, Equidad) de David Rock y en el i4 de Silvia Damiano: Inspirador, Integrador, Imaginativo e Intuitivo. Los nuevos tiempos exigen de la Dirección ser ejemplo, adecuarse (desde un perfil de Liderazgo propio de la empresa), la vulnerabilidad (análisis de fortalezas y oportunidades de mejora), el desarrollo efectivo (coaching), ser equipo y la humilde visibilidad.
Soy un ferviente partidario del Modelo EFQM, con sus nueve criterios que conectan el Liderazgo con los Resultados (en todos los grupos de interés: clientes, empleados, sociedad y accionistas) a través de la Estrategia, los recursos y alianzas, el talento y los procesos. Las empresas excelentes son más productivas y rentables, ¡qué duda cabe!
Vuelo Madrid-Barcelona con Iberia, almuerzo en la ciudad condal, reuniones comerciales al más alto nivel e internas y vuelta en el AVE de las 21’15, con la satisfacción de una enorme aportación de valor por parte del equipo.
Ayer estuve leyendo ‘España 2030: Gobernar el futuro’ de José Moisés Martín Carretero. El autor (Madrid, 1973) es experto en políticas públicas y nos presenta un escenario deseable en el que nuestro país mejore su nivel de competitividad y su incorporación a las economías más desarrolladas no haya sido “el sueño de una noche de verano”.
España tiene, a juicio de José Moisés (que defiende su tesis con profusión de datos) un problema de capital humano. De una parte, un exceso de población poco preparada; de otro, exceso de titulados universitarios lo que provoca en muchos casos sobre-cualificación. Una debilidad (y una seria amenaza para el futuro) que debemos solventar. Este país nuestro que, en lenguaje machadiano, “desprecia cuanto ignora”.
José Moisés es miembro de EFC (Economistas Frente a las Crisis) y defiende, como un servidor, que “España será lo que quiera ser”. No hay predeterminación sino valentía o falta de ella. El problema, que enuncia Martín Carretero como en su día Ortega y Gasset, es que no sabemos bien lo que queremos ser. Un problema de liderazgo social.
Las grandes líneas estratégicas son, en su opinión: Fomento de la cohesión social, lucha contra el cambio climático, desarrollo tecnológico, innovación, creatividad e invertir en formación del capital humano.Españ debe ser una sociedad “baja en carbono”: “en 2013 era el decimosexto país dentro del G-20 en inversiones en renovables. ¿Ha dejado de salir el sol, de soplar el viento? ¡No puede ser que Alemania produzca más energía solar que España! Aquí, las reformas normativas llevaron a la ruina a pequeños inversores. Urge una transformación en la legislación, porque generará más empleo, más riqueza y seremos un país más limpio”.
Hacen falta libros como este ‘España 2030’ que nos abrán los ojos y nos animen a mirar con perspectiva el futuro deseado.