Ayer estuve leyendo el artículo de Ángeles Espinosa ‘La doctrina Salmán’. “A punto de cumplirse un año de la llegada al poder del rey Salmán, Arabia Saudí ha generado más titulares que durante toda la década precedente”. Intervención en Yemen, riesgo de desestabilizar el mundo árabe (según los servicios secretos alemanes). El rey Salmán ha colocado a su hijo preferido, Mohamed Bin Salmán, como segundo en la línea de sucesión, ministro de defensa, presidente de la macrocomisión de la reforma económica y de la empresa nacional de petróleo, Aramco. El rey tiene 80 años y su hijo, 30. Parece que esta impulsiva iniciativa (atacar a Bachar el Asad en Siria, una coalición islámica frente al terrorismo) es la respuesta a un supuesto abandono de Estados Unidos y Occidente. La administración Obama está abriéndose a Irán y eso reequilibra la lucha entre suníes (patrocinados por Riad) y chiíes (por Teherán). “Una guerra entre Arabia Saudí e Irán sería el principio de una catástrofe mayor en la región y tendría graves efectos en el resto del mundo. No lo permitiremos”, ha declarado el príncipe Mohamed a The Economist.
Robin Mills, autor de ‘El mito del petróleo’, escribía en el mismo diario que Arabia Saudí es un estado improductivo, subsidiado por el petróleo en un 90%. El 70% de los saudíes tiene menos de 30 años, el Estado contrata a 7 de cada 10 trabajadores y no hay perspectivas laborales. Con el barril a 35 $, el déficit presupuestario se ha disparado al 15%. Las reservas en divisas han pasado de 650.000 M $ a 100.000 M. El gasto de defensa ha pasado del 7% al 10% y en el primer año de Salmán como rey saudí se ha ejecutado a más personas que en los 20 años anteriores (47 en solo un día, el 2 de enero). El plan 2020 prevé el equilibrio presupuestario con eliminación de subsidios y aumento de impuestos.
He estado leyendo ‘La casa de Saúd’, del gran Javier Martín, un periodista de raza que cree en la libertad y escribe unos artículos procelosos sobre Oriente Medio. Comienza con una entrevista con la princesa Basma bint Saud, alteza real y fundadora de la organización humanitaria Lanterns United Global, que lucha por la igualdad de género, la educación y los derechos humanos. “El mundo entero se colapsa por un solo y único error, el sistema monetario”.
Javier nos explica en el libro el origen del wahabismo, “una de las interpretaciones más intransigentes, regresivas y fanáticas del islam”. “Quince de los diecinueve terroristas que supuestamente perpetraron la masacre del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York portaban pasaporte saudí”. El wahabismo nació en el siglo XVIII, en “la cornamenta del diablo” según el profeta Mahoma. En 1744, Ibn Saud asumió el papel de emir (líder político) y Abdul Wahab el de imán (líder religioso). Tres años después, Wahab llamó a la “guerra santa”. En el siglo XIX, el Imperio Otomano estaba en su esplendor; tras la I Guerra Mundial, llegó a su fin. “Si la religión es utilizada para exaltar los sentimientos de orgullo y de superioridad en almas primitivas, a las que además se les enseña el deber de la guerra santa, el resultado será heroísmo, crueldad, estrechez de mente, atrofia de lo que es humano y de lo que son los valores verdaderos en el hombre y en el pueblo” (coronel van der Meulen, cónsul de Holanda en Yeda, 1926-1945). Ibn Saud es nombrado rey de Arabia Saudita en 1932. Apoyo de Gran Bretaña, petróleo, escudero de Estados Unidos en la región desde 1945, estado tribal opulento (poligamia y concubinato: Ibn Saud tuvo 43 hijos y más de 50 hijas). Nada más allá que la palabra de Alá: “la sociedad saudí se fundamenta en el principio de adherencia a las órdenes de Alá” (rey Fahd, 1992). Los 11 años del reinado de Faysal supusieron el despegue económico y político del país (desarrollo del Estado, grandes infraestructuras nacionales), coincidente con la muerte de Nasser y la expulsión del último Sha de Persia. En 1975, Faysal murió víctima de una vendeta familiar. Con su sucesor, Fahd (1982), “los siete sudairis”. Frente a Jomeini, el gran aliado de Washington: a cambio de petróleo y armas, EE UU hace la vista gorda en la falta de recursos humanos. Apoyo saudí no explícito a Saddam Hussein hasta la primera guerra del golfo. Desafío islamista, que llega hasta nuestros días.
Espléndido libro el de Javier Martín. He aprendido un montón del pasado, presente y el potencial futuro de los saudíes. Gracias, Javier, por compartir tus amplísimos conocimientos sobre el mundo árabe, en este caso sobre el principal proveedor de petróleo del mundo, hoy en el filo de la navaja. Su blog ‘Un té en el bazar’ (http://unteenelbazar.infolibre.es/) es imprescindible si te interesan estos temas.