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Spectre y El libro prohibido de la Economía. Fernando Trías de Bes le da la vuelta a 162 conceptos económicos

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Domingo de entrenamiento futbolero (de Zoe), deliciosa comida familiar en una arrocería de Arturo Soria y descanso después de haber visto algún capítulo de mis series favoritas. Y mañana, festividad de la Almudena, patrona de Madrid.
Ayer fuimos a ver Spectre, la última de James Bond, protagonizada por Daniel Craig y dirigida por el gran Sam Mendes. Un mensaje de M envía a 007 a la Ciudad de México y a Roma, la Ciudad Eterna, donde conoce a Lucía Sciarra (Mónica Belluci), viuda de un criminal, y descubre el poder de ESPECTRE, una organización secreta para dominar el mundo. En Austria, en una clínica de regeneración, contacta con la hija de otro miembro de SPECTRE, Madeleine Swann (Léa Seydoux). Y juntos deben ir a Tánger, al desierto del Sáhara y a Londres, con el MI6 en peligro de extinción, Como escribía Jordi Batlle en Fotogramas (4/5 estrellas), está muy pensada para los fans de Bond, por su equilibrio entre la humanización del héroe y el espectáculo de las persecuciones (posiblemente, no visto desde Sean Connery), porque continúa con el equipo de ‘Skyfall’ (M, Q, Moneypenny), porque la Seydoux es una “Bond girl” a la altura de Úrsula Andress, por la mejor escena de acción pre-créditos de la saga (en México) y por el malo (un villano tan brillante como Christoph Waltz). Recomendable si te gustan las pelis de acción; funcionará muy bien en taquilla.
También estuve leyendo, al aire libre, ‘El libro prohibido de la economía’, de Fernando Trías de Bes. Premio Espasa 2015.
Mi admirado Fernando es uno de los más grandes de nuestro país en Creatividad e Innovación. Escribe de maravilla, lo sabe todo de marketing y tiene un enfoque sobre los emprendedores que comparto plenamente. Le conozco de hace mucho tiempo y leo todo lo que publica, como no podía ser de otra manera.
La tesis de este “libro prohibido” es que la economía se percibe como una ciencia oscura y engañosa, cuando no lo es. Es “como un cuchillo”, que puede ser utilizado para cortar pan (o buen jamón) o para asesinar.  Por ello, nos propone darle la vuelta a una serie de conceptos (“que personalmente creo que más se están manipulando o utilizando de forma inapropiada, partidista o interesada”, escribe FTdB) utilizando la metodología del Análisis Transaccional de Eric Berne: “Cuando alguien es víctima del juego, debe desvelarlo”. Esencial, en el paso del Capitalismo al Talentismo. Y desde el mejor estilo del autor: la fina ironía. Efectivamente, el humor (el inteligente), es una de las mejores formas de comunicación. Por eso, se trata de un libro tan serio (que muestra un cambio de época) como divertido.
Fernando comienza con lo que mejor se le da, el marketing. 18 conceptos que hay que replantearse, entre ellos el del propio marketing (que se ha convertido en “cómo engañar sin mentir”) y los de necesidad (“carencia irrelevante que el marketing convierte en deseo”), proceso de compra (“momentos que las marcas incentivan”), prescriptor (“comisionista freelance”), servicio técnico (“proceso disuasorio para reponer antes que reparar”), fecha de caducidad (“acelerador de reposición”), compra por impulso (“intercambio no previsto entre emociones por dinero”) o gratis (“regalo en dinero varias veces inferior al aparente”) . Una de las mejores frases del libro es “Zara ha desarrollado el eje de su estrategia en la obsolescencia”.
Después, Fernando se adentra en la Hacienda y el Gobierno. 25 conceptos, de los que quisiera destacar impuesto de patrimonio (“impuesto que tiene como objetivo gravar lo que queda después de haber pagado todos los impuestos”), sucesiones (“impuesto mediante el cual, pasadas varias generaciones, todo acabará siendo propiedad del Estado”), escala progresiva (“forma de tributación desproporcionada”), subida fiscal (“incapacidad política para que paguen justos por pecadores”), inflación (“impuesto encubierto, impuesto de los pobres”), endeudamiento público (“anticipo de futuros impuestos”), BCE (“principal cómplice de la ineficiencia y el dispendio de los gobernantes”), tarjeta de crédito (“truco para que el PIB de un país sea un 8% mayor de lo que debería ser”), IPC (“el mayor de los misterios de la economía”) o tasa de paro (% de personas que no sabemos qué hace”).
El tercer bloque es el de los Bancos (“empresas que tienen la exclusiva gubernamental de prestar un dinero que no es suyo”), con su departamento de riesgos (“que deniega el crédito a personas y empresas igual de endeudadas que el propio banco”), hipotecas (“créditos personales disfrazados de proyectos familiares”), ingeniería financiera (“utilización de técnicas de marketing para que el inversor no haga preguntas”), clientes con números rojos (“el crédito más rentable de las entidades financieras”) o banca online (“invento para que los clientes paguemos por trabajar”). El autor concluye: “La banca siempre gana. Tiempo atrás, los bancos quebraban. Ahora han aprendido a ejercer su poder. De la mano del poder, la quiebra es imposible”. Too big to fail.
¿Y qué decir de las empresas (“organizaciones a las que se asigna personalidad jurídica para proteger el patrimonio de sus propietarios”), de las fusiones, de los concursos de acreedores (“coma inducido, en el 95% de los casos irreversible”), de las quiebras (“destino de toda empresa, que se produce bien por causas naturales bien por asesinato”), de la gestoría administrativa (“profesionales que dan cobertura contable a las necesidades personales de los propietarios de las pymes”), de los dividendos (“síntoma de la imposibilidad de seguir creciendo de forma rentable”), de las provisiones (“set de maquillaje para la cuenta de pérdidas y ganancias”), del CEO (“persona que manda más que los accionistas y ostenta un poder casi absoluto”), de las sinergias (“palabra mágica para que nadie ponga en duda lo que dices, aunque no tengas ni idea de lo que hablas”), del bonus (“valor económico de la desconfianza”), del capital humano (“conocimientos y habilidades que las empresas pretenden estandarizar para no depender de las personas”)?
Fernando dedica el penúltimo capítulo a los emprendedores (“empresarios, solo que unos años antes”). Madera de emprendedor/a es “estar dispuesto a tener problemas”. Su modelo de negocio es “cómo nos vamos a relacionar con quien nos rodea”, los socios son “ un recurso innecesario en la mayoría de las ocasiones, que se busca por miedo y suele ser la causa nº 1 de la disolución del negocio”, el plan de empresa un “autoengaño por escrito para evitar que la realidad no eche por tierra un sueño” y los business angels (“demonios disfrazados de angelitos con alas”). En este apartado están mis definiciones favoritas: fracaso (“opinión ajena sobre los propios logros”), éxito (“simplemente, el acto de emprender”) e internacionalización (“la última opción del emprendedor español”).
El bloque final lo centra el autor en la economía (“una disciplina que permite cuestionarlo casi todo”). El monopolio es “la dinámica natural a la que conduce la dinámica competitiva”, el equilibrio de Nash y el dilema del prisionero llevan a las empresas a pactar. Un premio Nobel de Economía, “un investigador que todavía no ha descubierto las excepciones a su teoría” y un gurú, “un timador que vive de la ignorancia ajena”. FTdB nos recuerda el libro ‘Carta abierta a los gurús de la economía que nos toman por imbéciles’, del economista francés Bernard Maris, asesinado en el atentado a Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015. El concepto de crecimiento ha de ser revisado, porque excluye la dimensión psicológica y emocional del ser humano. Las burbujas se repiten sistemáticamente por pensar que “esta vez es distinto” y la Bolsa es “un casino que abre durante el día”.
Mi admirado Fernando se reservaba para el final una grata sorpresa. Mencionar a un catedrático de Salamanca a quien leyó y admiró, pero no tuvo oportunidad de conocer (murió prematuramente, a los 59 años): el Dr. David Anisi. Un servidor tuvo el honor de ser alumno suyo en la UAM y aprendí muchísimo de él, tanto de su sabiduría como de su forma de vivir la vida. David publicó ‘Creadores de escasez’ (1995). En ese magnífico texto definía el poder como “el ejercicio de apropiación del tiempo de los demás”, que se mide como “relación entre el tiempo de los demás y el tiempo necesario para conseguir esa movilización”. Distinguía entre poder jerárquico, que “se sustenta en la autoridad, y en último caso en la fuerza”, poder valorativo, que “se sustenta en el respeto y en última instancia en la convicción” y poder de mercado, que “se sustenta en la capacidad de compra y en última instancia en el dinero”. Fernando Trías de Bes coincide con David Anisi en que la pobreza “es una consecuencia política, no un problema que los economistas no sepamos resolver”.
Gran libro, extremadamente recomendable. En este cambio de era, hacia el “Human Age”, conviene reescribir las reglas del juego, y Fernando Trías de Bes lo hace con maestría. Creo que es el contrapunto (al otro lado del espejo) de ‘Las finanzas en una sociedad justa’ del premio Nóbel Robert Shiller (Deusto, 2012). Gracias, Fernando, por esta reflexión tan profunda, presentada de forma tan entretenida.           

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