Hoy sábado he tenido de participar en el PSLICE (Programa Superior de Liderazgo Innovador y Coaching Ejecutivo) en ESIC Valencia, para profundizar en el Coaching de Equipo. Mi gratitud a Clara, Estanis, Javi, Pedro, Sandra, Rocío y Vero, muy pronto coaches ejecutivos certificados. He disfrutado mucho con vuestra alegría y capacidad de reflexión. Dicho con el mayor de los respetos, que se practique tan poco coaching de equipo cuando es una herramienta tan valiosa y rentable para generar sinergias me parece un claro síntoma de la baja calidad directiva de nuestro país. En fin, hay (entornos) ganadores y perdedores.
La lectura de hoy ha sido ‘El líder consciente’, de la psicóloga y psicoanalista Shelley Reciniello, con prólogo de Dave Ulrich. Libro finalista al Best Book 2014 y premio del Next Generation Indie Bool Awards 2015, elogiado por Manfred Kets de Vries y por nuestra amiga Alicia Kaufman.
Los 9 “principios de psicología” que enuncia la autora son los siguientes:
1. Los seres humanos no son racionales y todos los días entran en sus oficinas con sus cabezas ilógicas y con objetivos ocultos.
2. El autoengaño es la mayor trampa para un líder.
3. No todo el mundo puede ser como yo.
4. Las organizaciones reproducen dinámicas familiares.
5. En grupo las personas experimentan una regresión.
6. Todo el mundo tiene ideas preconcebidas de los demás que en su mayoría son inconscientes.
7. La discordia, la ira y el autoritarismo son fuerzas en cuyo dominio debes esforzarte o ellas te dominarán a ti.
8. El cambio es una constante en cualquier entorno laboral.
9. Una mala higiene mental destruye las ideas, la productividad, la creatividad y tu capacidad de aplicar los otros ocho principios.
Como dice Ulrich en el prólogo, es valioso combinar el enfoque sociológico, contextual (que es el de Dave y el mío, como consultor) con el puramente psicológico, que sirve para valorar las causas.
Las últimas investigaciones (he hablado de algunas de ellas en este blog) coinciden en que la proporción entre la parte consciente e inconsciente de nuestros actos es de un millón a una. Sí, lo consciente es apenas la millonésima parte y la proporción puede ser cada vez menor, en una sociedad con tanta información accesible y tan poca comprensión real de lo que está pasando. Por ello, la reflexión (convertir lo inconsciente en consciente) que está en la médula espinal del coaching, es nuclear. Solo mediante la reflexión descubrimos y podemos embarcarnos en la acción.
Para que un directivo sea mejor líder (de hecho, para que sea un auténtico líder y no un “jefe tóxico”) debe examinar sus comportamientos desde la consciencia (para pasar de ser, en algunos aspectos, de “inconscientemente incompetente” a consciente de las propias oportunidades de mejora). Efectivamente, las personas somos seres racionales (“pienso, luego existo”), pero también emocionales (“siento, luego existo”) y viscerales (“vivo, luego existo”). Inteligencia cognitiva (de pensamiento) e inteligencia ejecutiva (de acción).
Las personas (los líderes también) nos autoengañamos, mayoritariamente de forma inconsciente. Están condicionadas por su pasado, y en grupo los mecanismos de defensa aumentan. Tenemos pre-juicios (que hemos de analizar) y podemos dejarnos llevar por la ira (por ello, la serenidad o autocontrol es parte esencial de la inteligencia emocional). Si no entendemos los cambios como algo natural de la vida, y traspasamos la línea roja de la higiene mental (como nos advierte Shelley), podemos sufrir por ello.
“No podemos alcanzar una atención plena si no somos antes previamente conscientes”, nos aconseja Reciniello. Una lección a tener en cuenta.