Hoy he aprendido de Teresa Samaniego, Directora de la Oficina de Palma de Mallorca de Manpower, una nueva palabra: Esment. Quiere decir, en catalán, “poner atención en hacer las cosas bien”. Mi gratitud a Teresa y a Mar López (Directora de RRHH de Amadip.esment) que la conocen y la practican.
Esment proviene de “ment” y ésta del latín, “mens, mentis”. La mente es responsable del fenómeno de entender, pensar, ser creativ@, razonar, imaginar, querer y otras capacidades cognitivas. Para ello, utiliza tres tipos de procesos: conscientes, inconscientes y de procedimiento. Tal vez lo consciente apenas sea la millonésima parte del inconsciente. Me gusta la metáfora que emplea Jaime Smart (el experto británico en PNL del que hablaba en este blog el pasado 6 de abril) para distinguir entre Mente, Consciencia y Pensamiento. Ahora estás leyendo esta entrada en un PC, en una Tablet o en un Smartphone. La mente es la energía que permite que el dispositivo funcione. La consciencia es la pantalla (lo que vemos). El pensamiento es el propio ordenador, teléfono o tableta. Por eso, “siempre vivimos en el sentimiento de nuestro pensamiento” (Keith Blevens, psicoanalista). Dicho de otra forma, tu Actitud determina tu Altitud.
Debemos “poner atención” (consciente). Atención es una palabra que me encanta, y por ello prefiero decir “escucha atenta” a “escucha activa” (traducción literal de “active listening”). “Attention” en latín es la suma de tres vocablos: “tendere” (estirar, tensar el arco) con un prefijo: “ad” (hacia) y un sufijo “tio” (efecto). Es el filtro con el que damos prioridad a unos estímulos frente a otros. Hay dos determinantes de la atención: externos e internos. El 80% de las personas se deja llevar por el exterior; el 20% (paretiano) es lo que Tim Galway llamaría “el juego interior” (de dentro hacia fuera). ¿Te dejas llevar o eliges?
“Llamar la atención” es provocar un impacto en l@s demás (la influencia, la persuasión). Una persona atenta es una persona cortés, amable, que trata a las personas como merecen (y que, por cierto, es más feliz). En el otro extremo, la imposición, como ese “¡Atención!” propio del ejército: la llamada a los soldados en formación antes de iniciar una maniobra.
Ya sabes, “No se puede tensar el arco si no hay una diana a la que apuntar” (León Bautista Alberti, 1404-1472).
En este día mundial de Gaia, de la Tierra (“La Tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la Tierra”, Jefe Seattle), el twitter del World Economic Forum ha compartido las diez frases que l@s líderes de éxito evitan a toda costa (Bernard Marr, 16 de abril de 2015):
- “Esto no va a funcionar”. Como dice Silvia Damiano en ‘El Liderazgo está patas arriba’, el NeuroLiderazgo es el paso del “yo sé” y “nosotros sabemos” al “¿quién sabe?”. La vida te da sorpresas.
- “Esto no va a funcionar”. Como dice Silvia Damiano en ‘El Liderazgo está patas arriba’, el NeuroLiderazgo es el paso del “yo sé” y “nosotros sabemos” al “¿quién sabe?”. La vida te da sorpresas.
- “No puedo hacerlo”. Si no tú, podrá otr@. ¿Es cuestión de formación, de actitud, de compromiso, de recursos?
- “Esto es imposible”. Todo es ciencia-ficción, hasta que se convierte en sentido común.
- “Esto no es justo”. Si bien hemos de tomar decisiones equitativas, la “justicia” es una zona errónea como nos enseñó Wayne Dyer. ¿Qué es lo justo, que a la gacela la atrape el león o que se muera de hambre el felino por no alcanzarla?
- “No es mi culpa”. Ya sabes que la “culpa” es un concepto jurídico y religioso, pero no empresarial. Se trata de asumir responsabilidades.
- “Si pudiera…” Es el problema de las ilusiones, de las falsas expectativas, de no ser práctic@ ni realista.
- “No es mi trabajo”. La típica excusa de burócratas en una organización con compartimentos estancos, incapaz de gestionar procesos de relación con el cliente.
- “Lo necesito…”. Se suelen confundir (interesadamente o no) las verdaderas necesidades con lo que nos viene bien. Las organizaciones ansiosas necesitan todo para ya, a toda velocidad, sin excusas.
- “Lo voy a intentar”. Intentar es permiso (de antemano) para fallar. Yoda, en ‘La Guerra de las Galaxias’, enseñaba aquello de “Haz o no lo hagas, pero no lo intentes. No existe intentar”.
Haz las cosas bien (Esment). “Si un hombre es llamado a ser barrendero, debería barrer las calles como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía una sinfonía o como Shakespeare escribía poesía. Debería barrer las calles tan bien que todos los ejércitos del cielo y de la tierra se detuviesen y dijeron: aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo” (Martin Luther King).