Jornada entre Madrid y Barcelona. Por la mañana, reunión por vía telefónica a propósito del Human Age Institute. Antes del almuerzo, salida a la ciudad condal para mantener allí reuniones comerciales. Mi gratitud a Loles y su equipo, a Araceli, por este día.
Como comentaba ayer, estuve leyendo ‘Ciencias y Terapia. Cómo detectar y eliminar las creencias que nos limitan’, de los psicoterapeutas franceses Christian Flèche y Franck Olivier.
El libro consta de dos partes. En la primera, Desenmascara tus Creencias, los autores nos definen lo que es una creencia (“un vínculo arbitrario entre dos objetos, de igualdad o de implicación”). “El cerebro aprende la estructura y no el contenido”. “El saber, en los distintos ámbitos, no es producto de la verdad, sino una construcción, en el sentido procesal y dinámico del término. Consevemos la modestia”. Las creencias son estructuras que se organizan alrededor de los valores (que “son como los huesos de nuestro esqueleto”). Hay una jerarquía de los valores “en función de nuestras experiencias, de nuestros conflictos, y según los estados de desarrollo, las etapas de nuestra vida”. Me ha parecido muy valioso cómo conectan la pirámide de Maslow con la edad: de 0-2 años, necesidades fisiológicas; de 3-5, seguridad; de 5-10, pertenencia y amor; adolescencia, autoestima; adulta, autorrealización.
La creencia jamás se manifiesta totalmente en el discurso. Hay operadores morales (de deseo, de capacidad y de obligación), que dan inflexión al sentido. “El escenario de la vida es un conjunto de creencias”.
Las creencias actúan como un filtro, como un estabilizador (dan sentido y utilidad), como una profecía… La creencia es una idea que se considera autosuficiente y no soporta que la pongan en duda (no es racional ni científica). La creencia ocupa el lugar de la realidad y no reconoce jamás su naturaleza de creencia. Toda creencia tiene una función positiva (constituye una respuesta de adaptación al ambiente). Es una generalización categórica, artificial y no justificada. Se origina por uno o varios acontecimientos, experiencias o condicionamientos educativos. Un shock (acontecimiento inesperado, brutal, nuevo, vivido en soledad) genera una creencia.
“Estructurarse es llenarse de sentido”. Los autores nos hablan de Víktor Frankl y la Logoterapia (el sentido es una idea anclada en la vida humana). Los grandes terrenos de la búsqueda de sentido son un@ mism@, l@s demás, el mundo, el futuro, la vida/muerte, la salud/enfermedad, Dios.
La experiencia y la percepción de la realidad se organiza según “niveles lógicos” (Bateson): El ambiente, la conducta, las capacidades, las creencias y valores, la identidad, la misión. Hay creencias no estructurantes (superficiales) y estructurantes (que proceden del anclaje de la premadurez). Las estructurantes de primera infancia son las “ventanas de huella” (Konrad Lorenz), muy arraigadas. “La creencia es una adaptación cognitiva a un momento pasado, a un acontecimiento de huella”. El inconsciente está dividido (tiene cuartos, salas, corredores, cavas, recovecos, mazmorras) y no conoce el tiempo (Freud).
La segunda parte se titula ‘Libérate de tus creencias’. Flèche y Olivier nos enseñan que “es el sentido lo que te hace sufrir, no el suceso. Por tanto, hay que cambiar el sentido (es decir, la creencia) y no el suceso”. Para cambiar una creencia, establecer una relación de calidad (confianza, seguridad, permiso, paciencia), definir la creencia limitante activa o responsable del problema, desestabilizar esa creencia (cuestionamiento), verificarla (¿es ecológica?) e instalar la nueva creencia.
Para establecer una relación de calidad, nos proponen la escucha rogeriana (empática). Se trata de “remontar del inconsciente hacia el consciente”. Para definir la creencia limitante, obseravr su sobregeneralización, inferencia arbitraria, abstracción selectiva, todo o nada, personalización. Para desestabilizarla, no olvidar que “cambiar una creencia es cambiar de referencias”. “No puede aceptarse el hecho de creencia si no se tiene ya algo más en lo que creer”. Trabajar a partir de situaciones precisas (contexto concreto, descubriendo atribuciones y definiendo palabras). Para definir una creencia generadora, de apertura, cuestionar el vínculo, cambiar el motor, cubrir el territorio de la vieja creencia, adaptar la nueva a la realidad. Para verificarla, comprobar que es ecológica (sin inconvenientes) y para instalarla, tener claro que “no se cambia el pasado, sino el pensamiento”. El libro nos ofrece finalmente protocolos de cambio mediante la disociación (temporal, reflexiva, de identidad, emocional, espacial).
Un libro muy útil. “Así como los genes determinan nuestros rasgos físicos, nuestras creencias determinan por completo nuestra vocación, comportamientos, decisiones, deseos, repulsiones y otros patrones de nuestra mente.” No podemos cambiar nuestros genes, pero sí nuestros memes.
El conflicto en Cataluña es el resultado de dos creencias antagónicas: “Espanya ens roba” y “La Constitución es inviolable”. He vuelto a leer el espléndido ‘Si mandase Mandela’ de John Carlin (http://elpais.com/elpais/2013/07/03/opinion/1372866269_376353.html) Claro que Don Mariano no es Madiba (aunque comparta su personalidad en el eneagrama: el 9, el conciliador), como puede comprobarse en ‘La sonrisa de Mandela’ del propio John Carlin, y en el artículo de Pedro J. Ramírez “no publicado” en El Mundo ayer: http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/52446-la-carta-de-pedro-j-que-garcia-abadillo-no-publica-rajoy-es-un-crustaceo-exanimeAsí están las cosas…