La Dra. Ana María Castillo Clavero es una de las mentes más brillantes que conozco. Catedrática de Economía de la Empresa de la Universidad de Málaga (una institución de 400+ según el modelo EFQM, lo que prueba su Excelencia; en una facultad, la de Económicas, que este año ha cumplido el medio siglo), combina la sabiduría con la plenitud vital (nuestra cena anoche en La reserva 12, uno de los mejores restaurantes malagueños, con Pepe y Raquel da buena cuenta de ello). Coautora de espléndidos libros de Dirección de Empresas (con Isabel Mº Abad Guerrero) y de ‘Diseño Estratégico de la Universidad del siglo XXI’ (con Carlos Benavides), es además la creadora de iniciativas punteras como el Programa de Coaching Ejecutivo y Deportivo de la UMA, ya en su quinta edición. Por si todo esto fuera poco, ayer estuvo presentando mi conferencia en la CEM (Confederación de Empresarios de Málaga) cuando en su facultad investían Doctor Honoris Causa a Jaime Gil Aluja (precisamente, de su especialidad). No sabemos cuánto te agradezco, Ana, esta generosidad.
Ana María Castillo también ha tenido el detalle de enviarme la ponencia que presentó ante ASEPELT (XXXIV Congreso Internacional de Economía Aplicada) el pasado 22 de octubre, ‘Los economistas ante los desafíos de la sociedad’, que quiero compartir contigo.
La Dra. Castillo se centró en el papel que han jugado los economistas en el último medio siglo, la evolución de la profesión, la labor realizada en las Facultades de Económicas para formarles y la preparación con la que se titulan los futuros economistas.
“Nuestra misión es servir a la sociedad”, recalcó con convicción Ana María. Y amplió la gestión no solo a las empresas, sino de forma amplia (gestionar recursos). Es la Universalidad de la Gestión.
Partió de la afirmación (basada en datos, aunque creo que algún compañero de tribuna pretendió rebatírsela) de que en nuestro país la calidad de la gestión es baja. Ya sabes que el World Economic Forum la mide, en su análisis de competitividad por países, y España ha pasado del puesto 27º en 2007-2008 al 51º actual, cayendo ocho posiciones en el último año. Como diría el gran Manuel Otero Novas, “usted puede tener opiniones distintas a las mías, pero no datos distintos a los míos”.
Ana María Castillo argumentó esta afirmación desde una triple perspectiva:
- Profesional. “Si la economía va bien, es fácil la gestión; pero cuando hay crisis es cuando de verdad se revelan los buenos gestores”. En palabras de Warren Buffett, “cuando baja la marea es cuando se ve quién lleva bañador”. Algunas evidencias son:
· Gran parte de la crisis tiene su origen en la mala gestión de muchas empresas y sectores: inmobiliario, bancario, etc. Como muestra, el análisis que hacen Aristóbulo de Juan y sus colegas en ‘Anatomía de una crisis’ que comenté en este blog.
o ¿Han sabido estos gestores conectar la oferta y la demanda?
o ¿Han sabido formular una oferta destinada a satisfacer necesidades?
o ¿Han sabido crear utilidad?
o ¿Han sabido valorar adecuadamente el riesgo?
o ¿Han sabido formular expectativas y previsiones?
o ¿Han sabido coordinar adecuadamente los recursos?
· Preguntas muy valiosas. Es “Todo eso que estudiamos desde primer curso: la función de la empresa en el sistema, que se ha incumplido sistemáticamente”.
· No podemos olvidar que grandes empresas de referencia han caído durante estos años: Fagor, Pescanova, Fiesta, Blanco, Caramelo, Bancos, Inmobiliarias… “básicamente por una gestión ineficiente”.
· Y también han desaparecidos un gran número de pymes. Según CEPYME, entre 2007 y 2013 cayeron 550.000 empresas (250.000 pymes y 300.000 autónomos).
· Lo externo impacta, qué duda cabe. Pero la sostenibilidad, la supervivencia, no solo se debe a factores externos (que afectan a todas las empresas): “muchas de esas pymes han caído victimas de la incompetencia directiva”.
· Una gran reflexión: “No olvidemos que en España cualquiera puede ser empresario (solo teniendo capacidad legal), sin ningún tipo de requisito de cualificación o formación técnico-económica”. Una permisividad que no se aplica casi a ninguna profesión, desde los neurocirujanos a los manipuladores de alimentos pasando por la mayor parte de los servidores públicos, con la excepción, además de los ejecutivos, de los políticos.
- Social: “La empresa española adolece gravemente de sensibilidad social. La comprensión de la interdependencia con el entorno, de la necesidad de diálogo e integración con sus stakeholders, de los riesgos a LP, parecen ausentes”.
Como dice Jorge Fabra, fundador de ‘Economistas frente a la Crisis’, la empresa española tiene un problema de gobernanza corporativa, que se manifiesta en un poder excesivo de los directivos frente a los demás grupos de interés internos, particularmente accionistas y empleados; en la excesiva financiarización de los negocios, que se preocupan más de su capitalización bursátil que de crear valor produciendo y satisfaciendo a los clientes; en la proverbial ausencia de inversión en I+D (el tristemente repetido “¡Que inventen ellos!”), la subcontratación abusiva y el comportamiento oportunista por abuso del poder corporativo sobre proveedores, intermediarios y trabajadores bajo la figura de contratos mercantiles (autónomo dependiente). “El carácter estabilizador del sistema ya no es represor, sino seductor; es decir, cautivador”, en palabras del filósofo coreano residente en Alemania Byung Chul-Han; excesiva inclinación a cargar a los costes salariales el ajuste, cuando estos costes en una empresa adecuadamente capitalizada no deben suponer más del 10% del total.
- Ética: la corrupción aparece en el barómetro del CIS como la segunda preocupación de los españoles, detrás del desempleo. Y la corrupción no solo está en el poder político o en la Administración Pública: “detrás de cada corrupto hay un corruptor, y en la mayoría de las veces, el corruptor es un empresario que busca de forma ilegítima ser favorecido”. Por otra parte, “un país donde hay alrededor de un 25% de economía irregular denota una más que elevada tolerancia social con el incumplimiento de la normativa y una inclinación clara de los dirigentes por la picaresca y las prácticas opacas”.
¿Qué podemos hacer para transformar la situación? Ana María nos aporta una serie de claves.
“Un problema básico creo que viene de la falta de exigencias y requisitos para el ejercicio de la gestión: cualquiera puede ser gestor o empresario, sin formación, sin experiencia, sin titulación, sin moral incluso. Prácticamente todas las profesiones están mejor reguladas que ésta”. Sin auténtica profesionalidad no hay calidad directiva, porque la capacidad de gestionar no se improvisa.
“La mayoría de la gente parece creer que trabajando en una empresa por corto tiempo ya se aprende lo suficiente para ser gestor o empresario. Se pone el énfasis en las competencias técnicas más que en las directivas”.
También agrava el problema lo que la Dra. Castillo llama “El timo del emprendimiento”: “se anima a la gente a emprender en virtud de una idea de negocio, pero lo realmente importante no es la idea, sino la gestión cotidiana: por buena que sea la idea de negocio, sin una buena gestión, está abocada al fracaso”. ¿Evidencias? Según el GEM, solo el 8.7% de los nuevos proyectos supera los 3,5 años de vida.
Ana María nos propone seis iniciativas:
- las facultades, academias, asociaciones y colegios profesionales deberían presionar para que se endurezcan los requisitos para ejercer como empresario o directivo, y que éstos incluyan una titulación acorde al cargo.
- Trabajar más por la valoración y consideración social de nuestra profesión.
- Desde la educación, mejorar la formación en competencias directivas y en competencias transversales, ya que hacemos demasiado hincapié en las competencias técnicas.
- Enseñar a pensar, a desarrollar el espíritu crítico, a tener criterio y discernimiento.
- Formar en valores, desde todos los niveles del sistema educativo. En valores de Responsabilidad Social desde la universidad, y en particular, desde nuestras facultades de Económicas. “La economía y la empresa son ciencias sociales y el componente filosófico y ético es esencial”.
- Ser los mayores adalides del valor y necesidad de nuestra profesión e inculcarlo en nuestros estudiantes.
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Ana María concluyó esta brillantísima exposición citando al gran Peter Drucker, el padre del management: “no hay países desarrollados y subdesarrollados, sino administrados y sub-administrados”. Es la misma tesis, absolutamente probada tras 15 años de investigación, de Acemoglu (MIT) y Robinson (Harvard) en ‘Why nations fail” (Por qué fracasan los países): los países desarrollados cuentan con instituciones inclusivas (bien gestionadas); los pobres, con instituciones extractivas, excluyentes (que se benefician a sí mismas y no a la sociedad en su conjunto).
En este mismo blog conectaba el texto de Acemoglu y Robinson con los de Jim Collins (‘Por qué unas empresas caen y otras sobreviven’) y David Maister (‘Predica con el ejemplo’): La clave es la meritocracia frente al nepotismo, el sentido frente a la arbitrariedad, la equidad frente a la desigualdad salvaje… Las empresas sobreviven porque son sistemas abiertos que aprenden rápido e incorporan el talento que quieren y necesitan; y fracasan, desaparecen, cuando se dejan llevar por la soberbia (soberbia, hibris, es, por ejemplo, promover no en función de un perfil de talento claro, difundido y entendido sino del supuesto “olfato”, o dedicar a la formación y al desarrollo del liderazgo poco o nada, a través de excusas).
Mi profundo agradecimiento a Ana María Castillo por este análisis tan certero y por proponernos caminos para la transformación.