La capitalidad de Berlín tiene mucho que ver con el talento. En 1685, el Gran Elector promulgó el Edicto de Postdam, dando la bienvenida a los hugonotes franceses perseguidos a causa de sus creencias religiosas. 20.000 profesionales (muchos de ellos, artesanos y científicos) respondieron a la llamada e impulsaron como nunca antes la ciencia, la cultura y las artes.
El segundo gran momento de la historia de la capital alemana tiene que ver con Federico el Grande, que en 1744 transformó el Forum Fredicianum en la Under den Linden, con obras maestras de la arquitectura como el Teatro Nacional de la Ópera. En esta bellísima avenida, la estatua del Viejo Fritz (sobrenombre del monarca prusiano) a caballo, obra de Christian Daniel Rauch (1840), recuerda su legado. A pocos metros, la Universidad Humboldt, la más antigua y prestigiosa de Berlín, fundada por el naturalista en 1890, en la que han estudiado 23 premios Nobel, entre ellos Albert Einstein.
Luces, pero también sombras. En Bebelplatz hay un monumento que recuerda la quema de libros por parte de los nazis el 10 de mayo de 1933. El Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, exhortó a los jóvenes a quemar los libros contra sus ideas. Entre los participantes, miembros de las juventudes hitlerianas, las SA (“camisas pardas”), las SS y la Liga de estudiantes nazis. Unos 20.000 textos fueron llevados a la pira. Obras de Heinrich Mann, Remarque, Heinrich Heine, Karl Marx, Albert Einstein. El Memorial del hebreo Micha Ulman (1939), creado en 1995, es una biblioteca vacía (que podría albergar los 20.000 libros) excavada en el suelo y el lema de Heine: “Era solo el preludio. Cuando se queman libros, al final se queman personas”. Cuanta menos tolerancia, menos talento. Es lo bello de la libertad.
Este fin de semana, ayer sábado, hemos estado visitando el Museo del Checkpoint Charlie. Hace 27 años, cuando lo vi por primera vez (era más pequeño y sombrío) era dramático, porque el Muro y la DDR seguían estando presentes. Hoy, con mi hija Zoe, sigue siendo sobrecogedor.
Como sabes, el Muro de Berlín se erigió en 1961. Para la República Democrática Alemana, Occidente era un “enemigo seductor”. Entre 1949 (fundación de “las dos Alemanias”) y 1960 casi seis millones de personas pasaron del Este al Oeste. Más de medio millón atravesaba en Berlín la frontera de un lado a otro. El Presidente de la RDA, Walter Ulbricht (1893-1973), pensó que la construcción de un Muro impenetrable resolvería la situación, convertiría al país en el gran bastión del comunismo y aumentaría el apoyo de la URSS. ¡Qué aberración!
La Unión Soviética aumentó significativamente las tropas en suelo alemán entre mayo y agosto de 1961, Ulbricht habló por primera vez de la posibilidad de un Muro cuando ya había sido planificado (todavía el 15 de junio, dijo solemnemente: “¡Nadie tiene la intención de levantar un muro!”) y las potencias occidentales (De Gaulle, Kennedy y Harold Macmillan) respondieron desde la pasividad. “Todavía no vamos a hacer nada, porque la alternativa es la guerra” (JFK). La III GM estuvo muy cerca.
La noche del 13 de agosto, todo estaba preparado. El entonces ministro de defensa, Erich Honecker, cumplió el plan a la perfección: 38.000 puntos de acceso bloqueados. Estaciones de metro eliminadas, alambre de púas, familias destrozadas. La RDA sintió que le había dado una lección al capitalismo y que defendía su “modo de vida”.
En Berlín occidental, el pueblo indignado salió a la calle (300.000 personas el 16 de agosto frente al ayuntamiento en Schönberg). La imagen del soldado Conrad Schumann jugándose la vida, saltando hacia la libertad sobre el alambre de púas está en la memoria de todos.
Miles de alemanes trataron de traspasar el Muro en los siguientes 28 años. En total, 136 personas fueron abatidas por los soldados. En el Museo del Checkpoint Charlie se muestran varias formas de escapar: falsos suelos en los coches, por el río, a través de túneles bajo tierra, con globos aerostáticos…
El Acuerdo de Ocupación tras la II GM establecía la libre circulación de las tropas aliadas, por lo que en octubre de 1961 hubo un enfrentamiento de tanques en Checkpoint Charlie: soviéticos y estadounidenses frente a frente. Al final se retiraron ambos sin derramamiento de sangre.
Un “anillo alrededor de Berlín” de 155 kilómetros, construido con losas de hormigón, ladrillos huecos y alambre de púas de unos 2 metros. Con el tiempo, se agregaron zanjas, alambre de espino, focos, placas de acero, torres de vigilancia, patrullas, una “zona de la muerte” de 100 metros. El Muro estaba en la 3ª generación y estaba prevista la 4ª para el año 2000.
En más de un cuarto de siglo, los ciudadanos de uno y otro lado se acostumbraron al “muro comunista de la vergüenza”. Unos 5.000 berlineses lograron escapar alegando una residencia en la RFA. Con el tiempo solo se permitió la salida a los miembros del partido. La República Federal “compró” ciudadanos libres: unos 34.000 prisioneros por unos 8.000 M de marcos alemanes.
Gorbachov se convirtió en líder de la URSS en 1985 y desde entonces las estructuras se desmoronaron. La “glasnost” (transparencia) y la “perestroika” (renovación) representaron una esperanza, aunque el gobierno de Honecker se opuso taxativamente a ambos. Entre enero y septiembre de 1961, 161.000 alemanes se inscribieron para abandonar el país. El Politburó consideraba el derribo del Muro antes de que lo hicieran otros. Cuando se le negó el apoyo del Ejército Rojo, Honecker fue depuesto el 17 de octubre de 1989.
Hungría abrió sus fronteras a Occidente y eliminó el Telón de Acero. El 6-7 de octubre de 1989, Honecker ofreció una pomposa fiesta de autocomplacencia a su invitado Gorbachov mientras la Stasi detenía a 3.500 personas. El de noviembre, Alexanderplatz vivió una manifestación masiva (500.000 personas). El 9 de noviembre el portavoz del Politburó Günther Schabowski anuncia la apertura de fronteras. En poco tiempo decenas de miles de personas se aproximan al Muro. La caída es un hecho que desata la euforia.
Desde la reunificación (3 de octubre de 1990), partes del Muro pueden adquirirse y encontrarse en todas partes del mundo (un servidor tiene un trocito en casa). La East Side Gallery (1’3 kilometros) está aquí cerca del Nhow, en el margen del río Spree, entre los barrios de Kreuzberg y Friedrichschain.
Desgraciadamente, todavía quedan muros que separan a las personas: entre Israel y Cisjordania, entre Corea del Norte y Corea del Sur, en Irak, en Arabia Saudita, en Kuwait, en Uzbekistán y sus tres vecinos, entre India y Pakistán, entre Estados Unidos y México, en Belfast, en Brasil, en Perú, en Ceuta y Melilla.
Mi gratitud hacia quienes defienden la libertad, desde el Dr. Rainer Hildebrandt, que inició el Museo del Checkpoint Charlie el 19 de octubre de 1962 y su viuda, que lo sigue dirigiendo, al Mahatma Gandhi, cuyo diario puede verse en el Museo, o Andrei Sakharov (1921-1989), premio Nobel de la Paz 1975, de quien se conserva en Checkpoint Charlie su máscara mortuoria.