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Gerontocracia y Desigualdad de género

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Zoe está absolutamente fascinada con Berlín, con esa combinación única de clasicismo y modernidad. Ayer por la tarde, en el Sony Center, premiére europea de ‘Hércules’ con Wayne “The Rock” Johnson. Y después, un paseo por la Puerta de Brandemburgo y Under der Linten, hasta Alexanderplatz.
En la librería del aeropuerto de Fiumicino me compré un par de libros muy interesantes. El primero, que leí en el avión, es ‘Gerontocrazia. Il sistema económico che paralizza l’Italia’ (Gerontocracia. El sistema económico que paraliza Italia), de Sandro Catani.
El autor parte de un dato incontestable. En las 400 personas que dominan la economía italiana (80% del empleo, 95% de la Bolsa de Milán, la práctica totalidad de los medios de comunicación), la media de edad es de 66 años. Sí, la política se está renovando: en 2013, la media de l@s diputad@s era de 45 años (9 menos que la legislatura anterior) y el 30% son mujeres. En la élite empresarial, el 98% son hombres. Catani, consultor especializado en retribución y autor de ‘El directivo superman’ (2010) confiesa que escribe un libro así para liberar su sentimiento de frustración.
En 2008, de las Fortune 500, 10 eran italianas. En 2013, se ha reducido a 8. La Bolsa de Milán ha pasado en una década del 10º al 23º puesto mundial (detrás de México DF, Kuala Lumpur y Yakarta). Louis Vuitton Moet Henessy (LVMH), dirigida por Bernard Arnault, que ya poseía Emilio Pucci y Fendi, ha comprado Bulgari en 2011 y Loro Piana en 2013. En 2010, la Europa competitiva partía de Londres, pasaba por Benelux y desde Baviera llegaba a Lombardía. En 2013, ha cambiado de forma: lo capitanea Utrech, y Lombradía ha caído al puesto nº 128. En I+D, Italia dedica el 4’8% del PIB, frente a la media europea del 6’5%, de Alemania (6’8%), Francia (7%) o Reino Unido (9’6%).
¿Es realmente Italia tan gerontocrática? El autor utiliza el índice de equidad intergeneracional de la Fundación Bertelsmann (2013), en el que el podio de los más injustos lo ocupan EE UU, Japón e Italia (España está en el 14º, por cierto). El top ten de los menos desiguales está formado por Estonia, Corea del Sur, Israel, Nueva Zelanda, Hungría, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Eslovenia, Reino Unido, Irlanda, Alemania, Bélgica y Suiza (no por casualidad, naciones emprendedoras).
¿Hay un límite para la edad activa? Sandro Catani pone como ejemplos positivos a Álex Fergusson (entrenador del Manchester United a los 71), Renato Dulbecco (98 años), Maregherita Hack (91), Rita Levi Montalcini (103), Norberto Bobbio (95) o los directores de orquesta Von Karajan (activo hasta su muerte, a los 81), Lorin Maazel (octogenario), Georges Petre (90), pero también hay una “revolución en el podio”, en Zurich (Lionel Bringuier, 27 años) o Los Ángeles (Esa-Pekka Salonen, 34). En términos generales, la profesora Archana Singh-Manoux del University College de Londres ha demostrado que el deterioro cognitivo se inicia a los 45 años, se acelera a los 60 y es evidente a los 70 (entre los 65 y los 70 se pierde el 9’6% de la memoria de los hombres y el 7’4% de las mujeres). La decadencia no es de comunicación (de vocabulario, de elocuencia), pero sí de capacidad de decisión. Un estudio de la AIDAF (Instituto Italiano de Empresa Familiar), dirigido por el profesor Guido Corbetta (53 años) evidencia que las compañías obtienen peores resultados si su patrón tiene 60 años y particularmente a partir de los 70.
El primero en emplear el término “gerontocracia” fue Jean James Fazy en 1828. Condenaba a la clase revolucionaria que desde 1789 se había perpetuado en el poder. Como escribe Sandro, “la historia ha ofrecido ejemplos de liderazgo basado en los más ancianos: las sociedades agrícolas, las dictaduras (la URSS, la Cuba de Castro) o las estructuras religiosas”. De los 400 poderosos de Italia, el 4% ha nacido en la década de los 20, un 20% en la de los 30, un 29% en la de los 40, un 27% en la de los 50 (ya tenemos el 80% paretiano de mayores de 60), un 19% en la de los 60 y un 1% en la de los 70. La media, 65’84 años, casi un cuarto de siglo superior a la de la población italiana (43’5 años). En la política, Matteo Renzi tiene 43 años, la misma edad que el líder del centroderecha, Angelino Alfaro; el secretario de Lega Norte, Matteo Salvini, 40; el exprimer ministro Enrico Letta, 47. La media de los CEOs de los Fortune 500, 55 años. Los del FT250, 52
Presencia femenina. El autor comenta algunos casos notables, pero el 91’6% de los “capitanes de industria” son varones y el 8’4%, féminas.
La consecuencia es el llamado “capitalismo relacional” (un oxímoron, en realidad; es lo que llamamos “capitalismo de amiguetes”). Empobrecimiento de la clase dirigente, tanto en selección como en formación. “Los directivos ya no son pop (populares)”. Escándalos, mala reputación, críticas. Es “el crepúsculo del management”, porque la sociedad se plantea si los directivos merecen lo que ganan.
En las sociedades públicas, Sandro Catani analiza una decena de casos de presidentes de más de 70 años. Y respecto al talento femenino (cuya presencia está demostrado que aumenta los resultados de la empresa), que en Italia es testimonial, contrasta con los países escandinavos: 36% en Noruega, 27% en Suecia, 26’8% en Finlandia. En Francia, alcanza el 18%. En las Fortune Global 500 son el 17% de las consejeras, aunque en la mitad de los Consejos todavía no hay ninguna mujer.
Sandro Catani concluye este libro recordando que las empresas familiares se mueven “entre la meritocracia y el nepotismo”, apostando por la esperanza (nos recuerda la primavera árabe, lanzada por los jóvenes), lamentando la escasez de directivos extranjeros en su país y rindiendo tributo a los empresarios que en su día lanzaron grandes empresas. Magnificas reflexiones, bien apoyadas por los datos.
En una línea muy similar, he leído el artículo de Rosa Jiménez Cano, desde San Francisco, “La asignatura pendiente de Sillicon Valley”. Comienza de esta forma: “Las empresas del Valle pelean por el talento. Y como parten de la idea de que si un empleado es feliz rendirá más, los horarios son flexibles y es habitual trabajar desde casa. Pero no siempre se juzga con la misma flexibilidad. Marissa Mayer dejó Google hace dos años para ser consejera delegada de Yahoo! Coincidió con la llegada de su primer hijo. No hubo baja por maternidad, tan pronto como tuvo al bebé y se repuso comenzó a llevarlo al trabajo. Hace un mes llegó tarde a una reunión a primera hora, y ese día fue la comidilla de las conversaciones.”
Rosa nos recuerda que Google, empresa puntera y símbolo del progreso, no llega al 30% de mujeres en su plantilla. En Twitter y Yahoo! es muy similar, y de Facebook no hay datos. Solo el 12,42% de los puestos técnicos son para mujeres, cuando las ingenieras en EE UU son el 17%. “Es un campo dominado por hombres. Las empresas en el área de la bahía, para crear un equilibrio en sus empleados, se esfuerzan en buscar determinadas habilidades y talentos especialmente en mujeres. La perspectiva femenina en empresas tecnológicas es necesaria para mejorar la toma de decisiones, aportar ideas de cambio, aumentar la productividad" (Viridiana Garza, Prezi). “Tenemos programas para minorías, para detectar talentos y promoverlos entre afroamericanos, asiáticos, mujeres, pero no es la única solución. A largo plazo lo que hace falta es que no se vea como algo masculino” (Raquel Romero, en Google desde 2007). Las soluciones suenan más a estrategia publicitaria que a verdaderos remedios, apunta Rosa Jiménez Cano.
“En los últimos tiempos las cosas parecen haber cambiado, pero solo en lo más alto.” Como ejemplos, Sheryl Sandberg, número 2 de Facebook, Carly Fiorina (Hewlett Packard) o su sucesora, Meg Whitman, o Ginni Rometty (IBM). “Pero el problema no parece estar en la cúpula, sino en la zona intermedia, en el día a día”.
Mi gratitud a Rosa y a Sandro por sacar a la luz estas desigualdades. Como dice un buen amigo, el conflicto ya no es ideológico, sino generacional. 

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