Se acabó este Mundial en el que depositamos muchas esperanzas (la Roja, Campeona del Mundo vigente, era la selección de mayor valor) y que ha pasado con más pena que gloria.
Sin embargo, este mes de competición futbolística nos ha aportado una serie de valiosas lecciones para el Liderazgo. Más concretamente, éste ha sido:
- El Mundial de los kilómetros. Mi admirado Joan Golobart recordaba en ‘La Vanguardia’ (11-julio) los datos de las dos grandes goleadas: el 1-5 de Holanda a España y el 1-7 de Alemania a Brasil. En ambos casos las selecciones perdedoras superaron el 50% de posesión (57% la Roja, 52% la Canarihna). Golobart recordaba al maestro Pep Segura que la posesión solo es determinante cuando supera el 62% y un equipo tiene una calidad muy superior. Respecto a los pases, España dio 251 más que Holanda (674-423); Alemania, 45 más que Brasil (592-547). Los dos equipos goleadores cometieron más faltas que sus rivales (5-18, 11-14). La gran diferencia está en los kilómetros recorridos: 109’4 los Oranje, 102 la Roja; 119’3 los germanos, 109 Brasil. “Si dividimos los kilómetros recorridos de más por los goles marcados, en ambos casos sale con un coeficiente de 1,4”. La actitud se mide en longitud.
- El Mundial de los penaltis. Ha sido el Mundial de las prórrogas y los penaltis. Natxo Palacios-Huerta, catedrático de la LSE y autor de ‘Beautiful Game Theory: how soccer can help Economics’ (La maravillosa Teoría de Juegos: cómo el fútbol puede ayudar a la economía). En su base de datos, más de 1.000 tandas de penaltis (más de 11.000 lanzamientos). Los lanzamientos responden al “equilibrio de Nash”: el 60% de las tandas las gana quien las inicia, en el 60% los diestros lanzan a la mano derecha del portero (y los zurdos a la izquierda), el 80% de los lanzamientos acaba en gol, los jugadores son más predecibles a principio de sus carreras que en su madurez. En 2010, le había fichado… Holanda. Afortunadamente, Iniesta marcó 4 minutos antes de la tanda de penaltis.
- El Mundial de los porteros. Diez de ellos han sido “jugador del partido”. El costarricense Keylor Navas, el mexicano Ochoa, el alemán Neuer, el estadounidense Tim Howard (16 paradas contra Bélgica), el argelino Rais M’Bohli (11 paradas contra Alemania), el brasileño Julio César (detuvo dos penaltis de los chilenos), el italiano Gianluigi Buffon (contra Uruguay), el ecuatoriano Alexander Domínguez (contra Francia), el colombiano David Ospina, el chileno Claudio Bravo (11 paradas a España y 6 a Brasil), el suizo Diego Benaglio, el belga Courtois, el africano Enyeama, el francés Lloris... El mejor ataque ha sido una excepcional defensa.
- El Mundial de los entrenadores. Gloria a Van Gaal, que ha sacado el máximo partido a sus veteranos (Robben, Van Persie, Sneijder) y noveles. A Joachim Löw y el equipo alemán. A los coaches de Costa Rica, Colombia, Argelia, Bélgica. Decepción con Scolari y los anfitiriones, además de Portugal, Inglaterra, Uruguay… y España, por supuesto. Los diez entrenadores mejor pagados del Mundial son Capello (Rusia), Scolari (Brasil), Hodgson (GB), Prandelli (Italia), Löw (Alemania), Del Bosque (España), Hitzfield (Suiza), Pékerman (Colombia), Miguel Herera (México) y Van Gaal (Holanda).
- El Mundial de los pronósticos errados. Nate Silver, autor de ‘La señal y el ruido’, que acertó en las presidenciales de 2008 en 49 de los 50 estados de EE UU, puso en marcha el Soccer Power Index, con Brasil como la favorita (y tras ella, Argentina, Alemania y España). A La Roja apenas le daba un 30% de probabilidades frente a Chile (y acertó). A pesar de las ausencias de Neymar y Thiago Silva, no modificó su pronóstico en el Brasil-Alemania… y falló estrepitosamente. Como también Goldman Sachs, que pronosticó el triunfo de los anfitriones (que han recibido 10 goles en sus dos últimos partidos).
Mario Vargas Llosa publicaba ayer el artículo ‘La careta del gigante’. El premio Nobel de Literatura parte de la “cataclísmica” derrota de Brasil ante Alemania. “No funcionaba nada bien; había algo forzado, artificioso y antinatural en ese esfuerzo, que se traducía en un desangelado rendimiento de todo el cuadro, incluido el de su estrella máxima, Neymar. Todos los jugadores parecían embridados”. Para el escritor peruano, no es culpa de Scolari, sino “una manifestación en el ámbito deportivo de un fenómeno que, desde hace algún tiempo, representa todo el Brasil: vivir una ficción que es brutalmente desmentida por una realidad profunda”.
Durante el Gobierno de Lula (2003-2010), se dijo que los pobres bajaron de 46 M a 16 M y la clase media subió de 66 a 113 M. “La verdad es que no hubo ningún milagro en aquellos años, sino un espejismo que solo ahora comienza a despejarse, como ha ocurrido con el fútbol brasileño”. El gobierno del país dijo que no habría dinero público en los 13.000 M de la inversión del Mundial. Mentira. “Las obras mismas constituían un caso flagrante de delirio mesiánico y fantástica irresponsabilidad”. La economía carioca crecerá este año un 1’5%, las perspectivas de inversión privada son muy escasas, por la desconfianza en ese modelo (supuestamente original) de populismo + mercantilismo. El Estado gasta el 40% del PIB y sube los impuestos.
Don Mario concluye: “No solo los brasileños han sido víctimas del espejismo fabricado por Lula da Silva, también el resto de los latinoamericanos. Porque la política exterior del Brasil en todos estos años ha sido de complicidad y apoyo descarado a la política venezolana del comandante Chávez y de Nicolás Maduro, y de una vergonzante “neutralidad” ante Cuba (…) Al mismo tiempo, los gobiernos populistas de Evo Morales en Bolivia, del comandante Ortega y de Correa en Ecuador han tenido en Brasil a su más activo valedor”.
Sí, hermosos sueños que no se atienen a la verdad. Este año, Brasil crecerá en Iberoamérica solo por encima de Argentina y Venezuela. Una lástima, pero la burbuja se pincha. Y dentro de dos años, los Juegos Olímpicos.