Ayer vimos ‘Oppenheimer’, escrita y dirigida por Christopher Nolan. Me la habían recomendado dos amigas, Montse y María José, precisamente como historia de Liderazgo. Una película de tres horas, con el lenguaje cinematográfico de Nolan, con excelentes actores de reparto (Matt Damon, Emily Blunt, Kenneth Branagh, Robert Downey Jr., Tom Conti, Tony Goldwyn) que me ha hecho pensar en:
- El paralelismo de dos pioneros, Peter Drucker y Robert Oppenheimer. El padre del Management nació en Viena en 1909, estudió en Hamburgo, Frankfurt y Londres (donde fue alumno de Keynes), hasta que marchó a Nueva York en 1939. El padre de la bomba atómica, si bien nació en NY en 1904, fue a estudiar a Cambridge (con Ernst Rutherford) y a Gotinga, Alemania (bajo la supervisión de Max Born). Ambos, de ascendencia judía. Llevaron la vanguardia de Europa a la Universidad de Nueva York y la de California en Berkeley, respectivamente. Trabajaron para la General Motors y el Proyecto Manhattan, grandes experiencias de vida.
- Inteligencias múltiples. Concepto de Howard Gardner (Universidad de Harvard), que expuso maravillosamente en su libro ‘Mentes creativas’. Sigmund Freud, Pablo Picasso y Albert Einstein se mencionan en la película. Oppenheimer era un genio de la física, pero no se le daban demasiado bien las matemáticas (como a Einstein) y socialmente no era precisamente un talento. Zapatero, a tus zapatos.
- Las relaciones con el poder. Oppenheimer, tras 3 años en Los Álamos (4.000 personas, 2.000 M $ de presupuesto) no se llevaba demasiado bien con el General Leslie Groves, ni conectó con Lewis Strauss, que le fichó para Princeton y al que humilló, ni con el propio Einstein. Era arrogante, altivo, soberbio y para Einstein, un “gnar” (en alemán, un simplón). No entendió que su papel era crear la bomba atómica… y los políticos le apartarían después del camino.
- Nunca fue Premio Nóbel. Como descubridor de los “agujeros negros”, muy probablemente lo merecía. Sin embargo, como señaló Daniel Goleman en su investigación inicial sobre la Inteligencia Emocional, los Nóbel no son necesariamente los más inteligentes sino los científicos que mejor se llevan con sus colegas y expanden las fronteras del conocimiento. Como se indica en la propia película, Robert J. Oppenheimer demuestra que “genialidad no implica sensatez. Era capaz de ver lo que no veían otros, y a la vez estaba ciego”.
No comparto la expiación que pretende Nolan sobre la figura de Oppenheimer, ni tampoco me interesa mucho ese enfoque, la verdad. Pero me ha hecho pensar sobre el talento y el liderazgo, que es lo que me apasiona.
‘Vagabundo’, de Sebastián Yatra, Manuel Turizo, Beéle.
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