Comienzo oficialmente hoy mis vacaciones de verano (con un breve paréntesis el día 17 para volver a Elche a un proceso de Coaching; ir y volver en el día). Serán de “staycation”, como se dice ahora. Un poco de piscina en la urbanización, terminar mis dos cursos de Coursera sobre el Management del Futuro (London Business School) y Aprender a aprender (Universidad de California en San Diego) proseguir con ‘Neurobiología del Coaching’ del About My Brain Institute, culminar el nuevo libro con Zoe sobre Liderazgo Femenino y avanzar en un precioso proyecto sobre la educación y la sanidad en Venezuela. Y las sorpresas, espero que buenas, que nos dé la vida.
He estado leyendo en la web de Psycgology Today ‘Una visión del psicoanálisis político‘, de Adrian Kreutz (Universidad de Oxford).
R.D. Lang y David Cooper acuñaron el término “antipsiquiatría” en los años 50. Cooper fundó la Asociación Filadelfia, que ofrecía psicotearpia desde la política. las ideas de Laing sirvieron para que Michael Barnett fundara People, Not Psychiatry en 1969 y de la década de los 70 es el colectivo Red Therapy. Siguiendo los dictados de Freud y de Reich, creían que el psicoanálisis es un elemento integral de la acción política.
En 1973, el Red Therapy Collective de Londres combinaba terapia gestáltica con psicodrama y la regresión de Reich. Creían que la psique es política y que la política es psicología. “La terapia es cambio, no ajuste”.
En este espíritu socialista se piensa que el capitalismo controla el modo de producción y la superestructura psicológica de los individuos… pero las cosas pueden ser de otra manera.
El autor de este artículo cita los estudios de Peter Haterni (Pennsylvania State University), Charles Crabtree (Dartmouth College) y Kevin B. Smith (Universidad de Nebarska en Lincoln) según los cuales la Ideología justifica la moral (2019). O, como hemos visto en las últimas elecciones en España, a la pregunta de una periodista a un candidato a presidente, a la maquiavélica pregunta “¿El fin justifica los medios?”, la respuesta fue “Depende”.
En 2024 habrá elecciones en Estados Unidos, en México, en Chile, en Venezuela, en Uruguay, en República Dominicana y en El Salvador; en China, Rusia e Indonesia; en Eslovaquia, Finlandia y Moldavia; en Cataluña, el País Vasco y quién sabe si repetición electoral en España. ¿Qué más se puede pedir?
“Votar con las entrañas se paga”, Manuel Torres, director de la cátedra de la Unesco para la Resolución de Conflictos de la Universidad de Córdoba. “La II Guerra Mundial, que se presumía iba a durar seis meses y luego duró lo que duró, tuvo su caldo de cultivo en el nacionalismo y el autoritarismo, respuestas siempre fáciles a problemas complejos”.
Mi amigo y excompañero el coach y psicoterapeuta Juan San Andrés, miembro de la Sociedad Internacional de Psicología Política, considera que “la racionalidad en la política podría mejorarse si se educase a los ciudadanos en analizar opciones, en genuina escucha activa (neutralizando juicios apriorísticos), en desafiar las propias creencias y en adquirir conocimientos necesarios para una sociedad compleja (sobre impuestos, funciones de las cámaras y tribunales, etc.), la democracia dejaría de ser un terreno apto para populistas y manipuladores. ¿Se imaginan a los partidos presentando sus campañas a ciudadanos expertos y objetivos al valorar candidatos y realidades políticas? Los fuegos de artificio y las mentiras tendrían mucho menos espacio” (¿Podríamos ser más racionales en política?, 2021).
Mi gratitud a Juan San Andrés, a Manuel Torres y a Adrian Kreutz por sus reflexiones.
Hoy te propongo una de Enrique Urquijo ‘Aunque tú no lo sepas’, en la versión de El Canto del Loco. Ya sabes, un poema de Luis García Montero (1994) para Almudena Grandes.
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