Vuelo de Caracas a Santo Domingo, breve escala de cinco horas en la República Dominicana y de nuevo a Madrid. Esta gira de presentación de ‘Cómo Descubrir y Aprovechar el Talento de tu organización’ ha sido todo un éxito. Presentaciones abiertas como las de VAAC o YPO, de corporaciones consolidadas como Empresas Polar, Mercantil, Burson Marsteller o Schreder, de organizaciones disruptivas del sector Salud como InEspMed o el Grupo Fénix, entrevistas de radio y televisión, propuestas varias. Dos semanas muy intensas por las que me siento muy agradecido.
Quiero recomendarte dos posts y un artículo de ayer de tres buenos amigos a los que admiro especialmente.
En su web, la Dra. Imelda Rodríguez Escanciano, autora de ‘Imagen Política. Modelo y Método’, un éxito editorial a ambos lados del Atlántico, escribía sobre ‘la soberbia como forma de hacer política‘. Parte del proverbio “Es difícil despertar a quien finge estar dormido” y la Comisión del Congreso sobre la involucración del expresidente Trump en el asalto al Capitolio (según el presidente de Telefónica, las dos imágenes más impactantes de los últimos 35 años son la caída del muro de Berlín en 1989 y ese asalto en 2021) y nos enseña que:
- la soberbia como forma de hacer política persigue adormecer a la ciudadanía para que no piense, para que no razone, para que huya del sentido común.
- La soberbia destroza la firmeza que permite a un político atinar en su toma de decisiones y aniquila también su sentido de la compasión, que es la brújula para hacer lo correcto.
- Los políticos que destilan soberbia por los cuatro costados suelen inventar una realidad paralela, incendian, manipulan, desorientan, alarman, crispan, amenazan y obstaculizan todo el tiempo la esperanza. No les interesa que el ciudadano sienta optimismo, ni que se ilusione, ni que sea capaz de pensar o, incluso, de cambiar de opinión. No les interesa en absoluto porque, entonces, se esfuma el influjo.
- Parte del griego hibris, arrogancia, el desprecio temerario hacia los demás, la temible falta de control de los impulsos propios que es capaz de provocar pasiones exageradas y totalmente irracionales. Un castigo de los dioses.
- Ningún partido, candidato u organización que estén liderados por figuras altaneras han construido, ni construirán, nada duradero. Tan solo son capaces de eclipsar y retener a fieles seguidores a través del gancho de su furia.
- Hay quien sí quiere despertar, hay quien sí necesita que su vida mejore y hay quien sí decide pensar. Ahí es donde los recaderos de la soberbia lo tienen todo perdido. Porque su capacidad de reacción es muy limitada.
- La soberbia es, a menudo, un escudo para los perfiles más mediocres. No saben cómo resolver las situaciones y sus impulsos les llevan a actuar con maldad.
- La soberbia es una clara revelación de ausencia de liderazgo y, por extensión, anticipa una gestión pública notablemente desastrosa (con graves consecuencias para el progreso).
- En esta era de agudas crisis, las sociedades están exigiendo despertar. Unas lo hacen antes y otras continúan rezagadas, aunque terminarán por dejar de hacerse las dormidas. La razón es sencilla: las comunidades dominadas por la soberbia tienen muy difícil conquistar el futuro.
- Por eso es el tiempo de la autenticidad.
Todo un tratado sobre la soberbia. Las personas que sufren o sufrimos de este pecado capital deben/debemos tomar nota. ¿Hay esperanza en evolucionar positivamente hacia lo contrario, la humildad y la soberbia?
Marta Grañó, autora de ‘¡Vamos!’ y ‘¿Somos malas madres?’ y experta en Innovación y Liderazgo inclusivo, escribía también ayer sobre ‘El superpoder de escuchar a los demás‘, compartía los cinco principios para escuchar más y mejor:
- Estar presente en la conversación.
- Permanecer callad@ la mayor parte del tiempo.
- Mantener la mirada.
- No hacer caso de las distracciones.
- No empezar las frases con las palabras “yo” o “a mí”.
Sí, escuchar a los demás es un superpoder que nos hace menos soberbios. En palabras de Marta, “Acuérdate siempre de quién te escucha/ y de quién se preocupa por ti…/ la vida es con esas personas.”
El maestro Xavier Marcet, con quien comparto el jurado de Canal CEO y tenemos pendiente un almuerzo en Barcelona, Madrid o Boston, publicaba en La Vanguardia el artículo ‘El entrenamiento invisible’.
Un término de otro amigo, Álvaro Merino, en su libro ‘Equipos con futuro’. Xavier se anima -y nos anima- a llevarlo al mundo de las organizaciones, y así entrenar de forma implícita:
- Aprender cómo mejorar.
- Escuchar con atención y amabilidad.
- Elegir la brevedad (pensamiento crítico y conceptual).
- Decidir con quién compartiremos nuestros miedos para convertirlos en dudas.
- Preguntar para ir más allá de la obviedad en las respuestas.
- Observar para empatizar e innovar.
- Dar la batalla de la concentración.
- Perimetrar los límites y poner foco.
- Tantear la sabiduría.
- Domesticar nuestras agendas, porque “somos nuestras agendas”.
La condición imprescindible, previa a este decálogo, es desconectar. “Desconectar para rescatarnos de nuestros esfuerzos. Dejar espacio a nuestro mundo personal. Desconectar para reconquistar la frescura, para relativizar dogmas, para adquirir perspectiva”.
Mi profunda gratitud a Imelda, Marta y Xavier por su sabiduría y generosidad. Respecto a la soberbia, quien esté libre de este pecado (capital), que tire la primera piedra.
Creo que hay un continuo entre la soberbia y la humildad; no nos encontramos en un extremo o en el otro. Si utilizamos habitualmente el superpoder de la escucha con suma atención y el entrenamiento invisible, seremos capaces de ir mejorando. Y si alguien nos ayuda desde el cariño, tal vez desde el amor, hay esperanza. “El infierno está todo en una palabra: soledad” (Víctor Hugo).
La canción de hoy, de Juan Luis Guerra, que pronto volverá a actuar en Madrid: el 10 de julio.
‘Mientas tanto, tú’. ¿En quién piensas cuando la escuchas?
La entrada La soberbia, la escucha y el entrenamiento se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.