Marketing meteorológico. Los hombres y mujeres del tiempo reclaman su espacio en los informativos y en la sociedad del espectáculo poniendo nombres provocadores a las borrascas o, en este caso, a la “ola de calor”. Una muy agradable brisa anoche mientras paseé durante 45 minutos por Sanchinarro, lleno de terrazas completas de ocupación.
He estado leyendo ‘El eje del mundo. La conquista del Yo en el siglo de oro español’, del pedagogo navarro Gregorio Luri.
Trata del esplendor intelectual de nuestro Siglo de Oro (1580-1681), un tiempo en el “los españoles tenían a su alcance todo lo posible” (Hernán Cortés). El enfoque del profesor Luri es desde las manifestaciones del yo:
- ¿Quién soy yo? “Yo, que los cóncavos senos de tus entrañas habito”. De La Celestina al Diálogo sobre la dignidad del hombre, de Pérez de Oliva, de Fray Luis de León a Calderón (Tu prójimo como a ti). El equilibrio entre la sensualidad y la razón, con la imagen del ser humano como un árbol con fuertes raíces que no acaba de crecer. “Para engendrar un yo, otro yo es fuerza”. El final del Siglo de Oro coincide con la Revolución científica y la aparición de “el hombre práctico”.
- El alma activa del político. “Alma es aquello que consiste en otro”. Abundantes tratados de filosofía política en este Siglo (Quevedo; Hernán Cortes, “que a cosas altas su deseo inclina”; Rojas Zorrilla; el propio Calderón en El mayor monstruo, los celos, Lope, Tirso, Cervantes, Góngora, María de Zayas, La traición en la amistad). El Reloj de Príncipes de Fray Antonio de Guevara (1529), los derechos de los indios y la Controversia de Valladolid (Vitoria, De las Casas, Sepúlveda). El buen repúblico: “No es pequeño negocio ser una persona pública, si lo ha de ser de verdad, y henchir con las obras lo mucho que pide ese nombre” (San Juan de Ávila). Maquiavelo, Saavedra Fajardo y Gracián tienen por político a Fernando el católico, un experto en el arte de la simulación.
- El desencantado del mundo, el escéptico. Si el político siempre está pendiente de su imagen pública, el teórico siempre está pendiente de la verdad (Platón, Alcibíades). Fray Antonio de Guevara trata el contraste en Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1539). Andrés Fernández de Andrada, en su Epístola moral a Fabio. Juan del Encina, discípulo de Antonio de Nebrija, relata su peregrinación a Tierra Santa. Antonio Liñán y Verdugo publica su Guía de forasteros que vienen a la corte en 1620. “Si quisiéramos mirar lo que somos”. La muerte como inevitable compañera de viaje en el Barroco. El Amor nos convierte en el objeto amado: Sebastián Hormoza, Cancionero; Lope en el Soneto LXXIX:
¿Cómo podré, Señor, querer quereros
cuánto deseo por poder serviros?
¿Qué lágrimas, qué afectos, qué suspiros
derramaré, tendré, daré por veros?
¿Qué requiebros diré para moveros
y de tantas ofensas divertiros?
¿Cómo podrá mi alma recebiros,
siendo tan imposible mereceros?
¿Cómo las tiernas quejas que os envío,
podrán, Jesús dulcísimo, obligaros?
Mas ¿que os pregunto yo? ¡Qué desvarío!
Amaros quiero ya, no preguntaros,
porque el modo de amaros, Jesús mío
Bernardo dice que es sin modo amaros.
- El alma encendida del místico. “Un corazón encurvado en sí mismo”. Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada, Juan de Ávila. “Vivir quiero conmigo”. “Yo soy el que soy”. Observando el espacio de la creación, los franciscanos: Bernardino de Laredo, Fray Alonso de Osuna, fray Alonso de Madrid. San Ignacio de Loyola (1491-1556). Francisco de Jesús y Mariana de San Simeón. Los carmelitas: Santa Teresa y San Juan de la Cruz. El alma aniquilada: MIguel de Molinos (1628-1696). El teólogo y el místico: dominicos y capuchinos. Los dominicos: la razón del cuidado de sí. Los capuchinos: el centro del alma es el Reino de Dios.
- El singular y espléndido caso de don Quijote de la Mancha. Su Calixto, Melibea. Su Quijote, Dulcinea. El viaje ascético de un honrado hidalgo soñador. Dulcinea es “un impulso hacia todo lo provechoso, honesto y deleitable que hay en el mundo”.
- Epílogo: Felipe IV y sor María de Ágreda. Frente a monarcas robustos como Fernando el Católico, Carlos V, Felipe II, la decadencia. Felipe IV estaba muy lejos de ser señor de sí mismo.
Un libro que le he pedido a mi hija que lea y estudie este verano. Porque el Siglo de Oro nos ha enseñado -o debería- el valor de la pasión, la necesidad de compasión (empatía activa): el eje del mundo en torno a una lengua única. Gracias, profesor Luri, por un texto esencial en estos momentos de tanta incertidumbre.
Incertidumbre porque estamos viviendo una doble realidad. Somos un gato de Schrödinger, una probabilidad de estar vivo, sostenible, y otra de estar muerto, acabado. La diferencia, los electrodos que el gato puede tocar y electrocutarse o no, es la gestión del talento.
Estamos semana hemos visto en los premios DUX de Canal CEO magníficos ejemplos de organizaciones que están preocupando por el talento. Buenas prácticas de nuevo Liderazgo, de Bienestar, Compromiso e Impacto Social, Talento, Innovación, Diversidad, Sostenibilidad, Futuro. Y en el Comité Científico del XXIX congreso del Club de Excelencia en Gestión, que se celebrará en octubre, hemos compartido casos de éxito en servicios municipales, multinacionales, empresas familiares, deportistas, víctimas del terrorismo.
El país de la picaresca y de los reinos de Taifas es también el del Siglo de Oro, el de l@s Quijotes. Formidable paradoja.
Los dos principales problemas del empleo en nuestro país, según el catedrático Roberto Luna, son que tenemos un gran problema de atracción de talento y la precariedad de muchos trabajos con sueldos muy bajos y condiciones laborales pésimas. Suscribo la tesis del Dr. Luna. Esta cuádruple crisis de 2020 no se puede resolver como la anterior, la del estallido de la burbuja en 2008, con deflación social. “Necesitamos un enfoque de objetivos científicos en la S de la ESG” (Ruth Harper, VP de Sostenibilidad de ManpowerGroup).
“Emocionarse es más barato que pensar”, Gregorio Luri. Cierto. Pero emocionarse sin pensar es pura sensiblería que no lleva a nada. Así nos luce el pelo.
Soñar, lo imposible soñar. El tema musical de hoy, ‘Yo soy yo, Don Quijote’ (El Hombre de La Mancha), por José Sacristán. “Cuanto más leía, más se llenaba de indignación al comprobar las conductas crueles de los hombres”.
La entrada El eje del mundo y la doble realidad se publicó primero en HABLEMOS DE TALENTO.