Ayer por la tarde estuve viendo en Disney+ ‘Hamilton¡, el musical sobre la vida de Alexander Hamilton escrito y protagonizado por Lin-Manuel Miranda. Alexander Hamilton es uno de los padres fundadores de los Estados Unidos; Miranda se inspiró en su biografía por el historiador Ron Chernow (2004). El espectáculo debutó en agosto de 2015 en el Teatro Público de Nueva York y de ahí fue llevado al Richard Rodgers de Broadway, donde ha cosechado grandes éxitos de crítica y público. Entre otros galardones, ha recibido once premios Tony, un Grammy al mejor musical, un Pulitzer al mejor Drama y siete premios Drama Desk.
Lin-Manuel Miranda tardó siete años en culminar el proyecto (que incluye 50 números musicales), a pesar del apoyo de Barack y Michelle Obama. Un ejemplo de tenacidad. Mi hija Zoe adora este musical, que narra la vida de un huérfano caribeño, visionario y con grandes metas, ambicioso y muy trabajador, decidido y con gran sentido del honor y de la justicia, que se convirtió en el primer Secretario del Tesoro de Estados Unidos, con George Washington. Todo un ejemplo de brillante carrera profesional. “History has his eyes on you”.
He estado leyendo ‘The Good Ancestor. How to think long-term in a short-term world’ (El Buen Ancestro., Cómo pensar a largo plazo en un mundo cortoplacista), del filósofo social Roman Krznaric. El título se inspira en la frase de Jonas Salk (descubridor de la vacuna de la polio en 1955): “La pregunta más importante que debemos hacernos es: ¿Estamos siendo buenos ancestros?”. Krznaric es un filósofo social que creció en Sidney y Hong Kong, ha estudiado en Oxford, Londres y Essex y se ha convertido en uno de los pensadores más populares del Reino Unido. Fundador del Museo de la Empatía, sus libros se han traducido a 20 idiomas. Es Doctor en Sociología Política, académico, jardinero y defensor de Derechos Humanos. Le apasiona el deporte y hacer muebles.
“Hemos colonizado el futuro”, es la tesis de Krznaric. ¿Qué pensarán las futuras generaciones del legado que les hemos dejado? Necesitamos “rebeldes del tiempo” con perspectiva.
Roman trata de inspirarnos como buenos ancestros en doce capítulos:
El “tira y afloja” del tiempo
- ¿Cómo podemos ser “buenos ancestros”? En Mesopotamia hace 10.000 años cultivaban la tierra, creaban el riego, fundaban ciudades, generaban descubrimientos científicos y producían obras de arte que han llegado a nuestros días. Hemos de evolucionar de ser “un buen samaritano” a “un/a buen/a antepasad@”. Porque vivimos en una era de cortoplacismo patológico en el que los políticos no ven más allá del último tuit o la última encuesta, los ejecutivos del último trimestre y los consumidores se hinchan de comida rápida y compran productos de usar y tirar. La antropóloga Mary Catherine Bateson ha expresado la gran ironía de nuestro tiempo: mayor esperanza de vida, más prisas que nunca (“living longer, thinking shorter”). Como niños. Son los peligros del “ansia viva” los que nos han llevado a esta cuádruple crisis, el “riesgo existencial” (baja probabilidad, alto impacto) que ha generado la pandemia y sus consecuencias. Y todavía no hemos visto nada: Nick Bostrom nos alerta de la amenaza de la nanotecnología en manos de terroristas, creando virus artificiales que envenenen el medio ambiente (las posibilidades de que no nos carguemos el planeta en el siglo XXI son una contra seis). “Si no actuamos, el colapso de la civilización está en el horizonte” (Richard Attenborough, 2018). Cuando los británicos colonizaron Australia en el siglo XVIII, la consideraban “terra nullius”, tierra de nadie. Nuestra atitud como sociedad es de “tempus nullius”, tiempo de nadie. Así estamos colonizando el futuro. Es urgente pensar con perspectiva y no ser adictos a la dopamina, al placer instantáneo. “La Historia humana es una historia de ideas” (H. G. Wells).
- Las chuches y las bellotas. Krznaric se refiere a los dos sistemas de pensar de Kahneman (inteligencia ejecutiva e inteligencia computacional, en términos de J. A, Marina), al “cerebro de las chuches” (por el experimento de Walter Mischel en Stanford, 1972) y el de las bellotas (Jean Giono, ‘El hombre que plantaba árboles’). Morten Kringelbach es uno de los neurocientíficos que mejor ha estudiado el placer en el cerebro, por ejemplo en la adiccunión al chocolate. “Nuestra propensión al sobreconsumo es una reliquia de cuando competíamos por los recursos escasos” (Peter Whybrow, neurocientífico). La impulsividad define nuestro tiempo, el de la gratificación instantánea, sin embargo “no somos ratas que pulsan 2.000 veces la palanca para que se satisfagan nuestros deseos” (Morten Kringelbach). El “acorn brain” (cerebro de bellota) nos hace “Homo Prospectus” (Martin Seligman), una especie que planea el futuro. “El poder de la perspectiva es lo que nos hace sabi@s”. Pasamos el 14% del día pensando en el futuro y el 4% en el pasado (el resto, en el presente o en las musarañas). El lóbulo frontal (específicamente, la corteza prefrontal dorsolateral) es el centro de operaciones de este “cerebro de bellota”, la máquina del tiempo de la visualización. El paretiano 80% del tiempo que dedicamos a pensar en el futuro es sobre mañana, el 14% sobre la próxima década y sólo el 6% (el 0’84% del total de nuestro tiempo) más allá. Menos de una hora y media a la semana. Daniel Gilbert (Harvard) ha dicho que si unos extraterrestres quisieran eliminarnos, no enviarían hombrecitos verdes sino que provocarían el cambio climático: una profecía que parece que se está cumpliendo. Somos buenos frente al peligro inmediato, pero no como “ranas hervidas”. En dos millones de años, hemos desarrollado un cerebro de perspectiva a través de la orientación, el cuidado de los demás (“efecto abuela”), la cooperación social y la creación de herramientas. “La Empatía y la Solidaridad las tenemos internalizadas” (Frans de Waal, primatólogo).
- Seis formas de pensar con perspectiva.
- A. La Humildad Profunda, frente a la “tiranía del reloj”, porque la humanidad es un parpadeo en la historia cósmica. Somos insignificantes. El tiempo es cíclico, como los nidos de los pájaros. “El reloj, no la máquina de vapor, es la clave de la revolución industrial” (Lewis Mumford, historiador de la tecnología), un instrumento de dominación económica, política y social, desde fichar en las fábricas a los debates electorales. De “Time is Money” (Benjamin Franklin) a “El tiempo no es oro. El oro no vale nada. El tiempo es vida” de José Luis Sampedro (1917-2013). El “tiempo profundo” está en las artes, en las metáforas (storyteling), en la existencia (la nuestra es ínfima, comparada con piedras y árboles).
- B. Mentalidad de legado frente a la distracción digital. ¿Cómo nos recordarán? Pensemos en Alejandro Magno, y en Aristóteles. Roman recuerda a su padre, un refugiado polaco que llegó a Australia. Aunque el 35% de los británicos dice que dejaría algo a una ONG en su testamento, sólo el 6’3% lo hace. El “empujón de la muerte” (death nudge) nos enseña que pensar en nuestra mortalidad nos hace más generos@s. “Legatus” es, en latín, el embajador. En nuestro caso, hacia el futuro. Porque todas las culturas han venerado a sus ancestros, a sus antepasados (el Antiguo Testamento, el Mahabharata, el Edda nórdico, los rituales de China, los maoríes o México). La “whakapapa” (genealogía) está en los All Blacks de Nueva Zelanda, en un destino compartido.
- C. Justicia intergeneracional (7 generaciones por delante) frente al presentismo político. Podemos convertir a las futuras generaciones en “esclavos” por los costes del calentamiento global (Nicholas Stern, La economía del cambio climático). A una tasa de descuento del 3%, 100 personas valdrán lo que 60 en 17 años, 23 en medio siglo, 5 en 100 años y una persona en 150 años. ¿Cuidamos los derechos de las futuras generaciones? Hay cuatro motivos morales para la justicia intergeneracional: la flecha (las consecuencias de nuestros actos), la escala (la balanza presente-futuro), la ceguera (el “velo de ignorancia” de John Rawls, 1971) y pasar el testigo (la regla de oro: hay 7.500 M de habitantes en el presente, 100.000 M en el pasado y 6.75 billones en el futuro). Pensar a 200 años en pensar en las próximas siete generaciones. Empoderemos a la mayoría silenciosa.
- D. Pensamiento de Catedral frente al capitalismo especulativo. Como en la historia de los tres canteros que se suele contar respecto a la motivación: no es lo mismo picar piedra que legar una catedral. Roman pone como ejemplo la Sagrada Familia de Gaudí, a la que dedicó 43 años de su vida y se culminará en 2026. “Mi cliente no tiene prisa”. La Gran Muralla, las Pirámides, el Acueducto de Segovia… ahí están.
- E. Predicción Holísitica, frente a la incertidumbre en red. Predicción por escenarios. Las innovaciones tecnológicas propician la interconexión, con consecuencias como la crisis de 2008, Trump o el Brexit. En un estudio de 20 años liderado por Philip Tetlock (82.351 casos) se demuestra que los expertos se equivocan mucho más que la media de la población en sus predicciones. Aristóteles, Polibio, Ibn Khaldun, Karl Marx o Charles Handy creían en la curva de la S para explicar el auge y caída de imperios, las crisis económicas, la lucha de clases o las organizaciones. El Club de Roma (‘Los límites del crecimiento’) o la economista Kate Raworth son de la misma opinión. “El crecimiento es lento, la ruina es rápida” (Séneca). Para Jonas Salk o Steven Pinker (la Ilustración), la curva sigmoide en realidad son dos curvas complementarias. Roman nos habla de la planificación de escenarios, desde RAND Corporation (el primer think tank, de 1948), Pierre Wack (Shell) en los 70 a las proyecciones actuales. La civilización puede colapsar (sería lo normal, según Luke Kemp, de Cambridge, que ha estudiado 87 civilizaciones antiguas en 3.000 años; la pauta común es destruir el entorno natural), pueden reformarse o pueden transformarse. Un mundo con 2 grados extra tendrá 150 millones de fallecidos por polución, el equivalente a 25 Holocaustos. Paul Raskins ha escrito sobre “el Nuevo Paradigma”, Mandela 2084. Y no podemos olvidar la “psicohistoria” de Isaac Asimov (‘Fundación’).
- F. Metas Trascendentes, frente al progreso perpetuo. Propósito, desde Aristóteles (la felicidad) a Nietzsche (“quien tiene un para qué vivir, encontrará un cómo”) y Víctor Frankl. Es el “telos” griego, que nos da dirección y por el que propugnaba el astrónomo Carl Sagan. Hay posibles metas trascendentes, más allá del progreso ciego del capitalismo industrial. Se trata de la sociedad ideal (el sueño utópico) de Tomás Moro, Oscar Wilde o Martin Luther King, la tecno-liberación (nuestro destino, en el espacio) de Elon Musk, la supervivencia (Roy Scranton: “estamos jo… La cuestión es cómo y cuándo”) y la idea de un solo planeta (Janine Benyus).
Para la Rebelión del Tiempo, Krznaric nos propone una Democracia profunda como antídoto a la miopía política y la partitocracia, Las nuevas generaciones se sienten excluidas (con razón) del actual pacto democrático por la trampa de tiempo de los ciclos electorales (los temas de calado tienen escaso impacto inmediato), el poder de los grupos de interés (sobre todo, las grandes corporaciones), la democracia representativa que ignora a las siguientes generaciones, los medios de comunicación y redes sociales que magnifican la actualidad (es el peligro de la “twitterocracia”) y la identidad nacional (cada país va a lo suyo). El autor nos propone el ISI (Índice de Solidaridad Intergeneracional), creado por Jaime McQuilkin. Para 122 países entre 2015 y 2019, combina diez factores. Los datos demuestran que las democracias preservan mejor el futuro que las dictaduras, por mucho que con esta pandemia nos hayan pretendido hacer creer lo contrario.
Hay más de 70 formas de profundizar en la Democracia, que pueden agruparse en cuatro categorías: Guardianes del futuro (instituciones como el Comité para el Futuro de Finlandia, desde 1993, el de Israel desde 2001 o los ejemplos de Hungría, Malta, Túnez, Suecia, Emiratos o Gales), Derechos intergeneracionales, Asambleas de ciudadanos (como en Japón, con la vista en 2060) y Ciudades/estado autogobernadas (el futuro es urbano, con megalópolis como el gran Sao Paulo, Tokio-Nagoya-Osaka, con 80 M hab; en 2030 habrá 43 magaciudades que concentrarán dos tercios de la población mundial).
¿Te imaginas Europa en términos de grandes ciudades?
La Civilización Ecológica: del capitalismo salvaje a la economía regeneradora. El hotel más antiguo del mundo es el Nishiyama Onsen Keiunkan, a tres horas al oeste de Tokio: un ejemplo de cómo Japón preserva sus negocios tradicionales. McKinsey ha demostrado que las empresas que se enfocan al largo plazo generan más ingresos (un 47% más), más rentables (un 81% más) y son más sostenibles que las miopes codiciosas (Dominic Barton, 2017). Los especuladores financieros básicamente inflan las burbujas, hasta que estallan. En 2011, 45 de las 50 principales empresas eran bancos o aseguradoras (ya no). Krznaric pone como ejemplos Lorax (el personaje del Dr. Seuss), la economía donut de Kate Raworth (su esposa) y el auge de la economía ecológica. Como ejemplo de buenas prácticas, Paul Polman como CEO de Unilever y su “longwashing”; de las malas, el fracaso del movimiento cooperativo (Mondragón) o de la industria textil (“take, make, use, lose”) respecto a la economía circular. ¿Podrá lograrlo China? Xi Jipin lo ha prometido para las próximas tres décadas, en armonía entre el ser humano y la naturaleza.
Evolución cultural: storytelling, diseño y figuras virtuales. La etnosfera como “evolución cultural” que difiere de la biológica porque es consciente, es más rápida y se reproduce (o no) por la educación. Si un viajero de 1821 llegara a nuestro tiempo, alucinaría. Podemos imaginar el futuro por las historias (el poder del relato, como hicieron Dickens, Julio Verne, H. G. Wells o Margaret Atwood), el arte (una puerta creativa) o los mundos virtuales (educar a las nuevas generaciones en empatía y perspectiva). En la Universidad de California en Berkeley hay un curso para ser un buen ancestro, encontrado sentido a la tecnología, impartido por Alan Cooper.
El camino del “buen ancestro” pasa por abandonar diseños institucionales obsoletos de nuestro sistema político, dar participación a la diversidad, transformar la inseguridad (230 M de migrantes y refugiados en el mundo) por claridad, darnos cuenta de que esta crisis, siendo grave, es insuficiente. Nuevas conversaciones: “Una conversación satisfactoria es la que te hace expresar lo que no imaginabas” (Theodore Zeldin, historiador). Hablemos de Humildad, Justicia, Legado, Metas trascendentes, Predicciones positivas y Pensamiento catedralicio, con pasión y generosidad… como buenos ancestros, porque el tiempo corre.
Gran libro. Mi gratitud a Roman y a su esposa Kate, una de las cinco economistas más interesantes de nuestro tiempo, así como a Nigel Hawtin, autor de los gráficos del libro . El profesor Krznaric nos anima a complementar este magnífico ‘The good ancestor’ con los libros ‘Aurora’ de Kim Stanley Ronbinson, ‘The clock and the long now’ de Stewart Brand, ‘Tropezar con la Felicidad’ de Daniel Gilbert (comentado en este blog), ‘Thinking in systems’ de Donella Meadows y ‘A new reality’ de Jonas Salk y Jonathan Salk.
Tenemos que pasar de las tradicionales 4 P del Marketing: Producto, Precio, Promoción y Plaza, a las 4 Nuevas P del pensamiento a largo plazo: Perspectiva, Presencia, Paciencia y Perseverancia.
El tema de hoy, muy cinematográfico (esta noche se entregan los Óscar 2021) es el de ‘Misión: imposible’, en directo por Lalo Schifrin, su creador.
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