Día de San Esteban, festividad muy especial en Cataluña. San Esteban fue el primer mártir que derramó su sangre por Cristo. Diácono de Jerusalén, criticó a las autoridades judías en un famoso discurso al Sanedrín. Fue lapidado en el 34 d.C. y su martirio fue contemplado por Saulo de Tarso antes de su conversión. Esteban en griego Στέφανος [Stephanos] significa “corona”. San Esteve es un post-festum, el primer día tras la Navidad, y en Cataluña es tradición comer caldo con galets y los famosos canelones. Gratitud y recuerdos a mis amigos catalanes.
Llevamos meses poniéndonos la mascarilla. En marzo, organismos como la OMS la consideran intrascendente. Poco después se consideró imprescindible y se incorporó al trío de Manos (limpieza) y Metros (distancia social). Desde el punto de vista psicológico, conlleva pros y contras.
En ‘La psicología de usar mascarilla‘, el Dr. Raj Persaud nos recuerda que tomamos decisiones sobre la atractividad de la cara de otra persona en 13 milisegundos, por debajo del umbral de la consciencia. ¿Cómo impacta usar mascarilla durante una pandemia en los procesos psicológicos fundamentales de percepción de una persona? El estudio “La percepción facial ama el reto: a menor información mayor atracción” (abril de 2019) de Javid Sadr y Lauren Krowicki, investigadores de la Universidad de Lethbridge en Canadá, señala que esconder la mitad de la cara aumenta significativamente su atractivo para los observadores. Eliminar la información visual al difuminar la cara produce un efecto similar. De ahí el velo de novia, ocultar con el pelo parte de la cara y otras estrategias de belleza. Pensemos en la icónica foto a Brigitte Bardot por Terry O’Neil de 1971
o las permanentes gafas de sol de Anna Wintour, editora de VOGUE
Según Sadr y Krowicki, un 50% menos de cara supone un 40% más de atractivo. Otro estudio, “Mapeo de la cara emocional: cómo las partes individuales de la cara contribuyen al reconocimiento exitoso de las emociones” (mayo de 2017), de Martin Wegrzyn , Maria Vogt, Berna Kireclioglu, Julia Schneider y Johanna Kissler la Universidad de Bielefeld en Alemania, encontró que la tristeza y el miedo se encuentran básicamente en los ojos, en tanto que la felicidad se muestra en la boca. Tapas la boca, tapas las muestras de felicidad. Somos más propensos a confundir la ira con el disgusto y a confundir el miedo con la sorpresa. Enmascararnos, sugiere el Dr. Raj Persaud, puede provocarnos una pandemia emocional (el número de personas con ansiedad y depresión ya resulta alarmante).
Samuel Cohn, profesor de historia de la Universidad de Glasgow, publicó el artículo ‘Mascarillas: lo que la gripe española puede enseñarnos sobre cómo hacerlas obligatorias‘. Durante la pandemia de 1918-1920, los estadounidenses se rebelaron especialmente por verse obligados a usar mascarillas. Había algo en cubrir de forma obligatoria la cara que tenía un impacto psicológico mucho más grande y sorprendente en la población. Solemos estar más a gusto, incluso convertir en pareja, con personas de estructura facial similar a la nuestra. Sin embargo, ¿cómo podemos saberlo si oculta la mitad inferior de su rostro?
Scottie Andrew, de la CNN, explicaba en un artículo por qué ciertas personas son reacias al uso de la mascarilla. Por Libertad (el periodista cita al Dr. Stephen Taylor, profesor de la Universidad de British Columbia en Canadá y autor del libro ‘La psicología de las pandemias‘), por Vulnerabilidad (David Abrams, psicólogo: “Llevar mascarilla es como decir que soy un gato asustadizo”, por Confusión (los mensajes sobre su impacto positivo no están nada claros). En cualquier caso, el principio de precaución respecto a la mascarilla es el que ha imperado siempre en los países asiáticos y ahora hemos importado a Occidente.
El profesor de psicología clínica en la Universidad de Ottawa Jude Mary Cénat ha liderado un grupo de expertos con un metaestudio (compuesto por 55 estudios internacionales y más de 190.000 participantes entre enero y mayo) sobre el covid 19, recientemente publicado en la revista científica Psychiatry Research. La prevalencia del insomnio fue del 24%, la del trastorno por estrés postraumático alcanzó el 22%, la de la depresión se situó en 16% y la de la ansiedad llegó al 15%. El trastorno por estrés postraumático, la ansiedad y la depresión fueron cinco, cuatro y tres veces más frecuentes, respectivamente, en comparación con lo que habitualmente reporta la OMS (Organización Mundial de la Salud). “No se observaron diferencias significativas por género o región geográfica; tampoco entre la población en general y los trabajadores de la sanidad, salvo en el caso del insomnio.”
Te recomiendo el artículo de Guzmán Martínez, DG Brandty, sobre la Navidad como momento de la verdad de tu Marca empleadora. Hemos de contribuir a crear empresas con Alma. Por cierto, dicen que ‘Soul’, la nueva joya de Pixar, es la mejor peli de 2020.
La canción de hoy, ‘Cuéntame un cuento’ de Celtas Cortos. Que la cosa está que arde.
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